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Agatha abrió los ojos. Tardó unos segundos en reaccionar y darse cuenta de dónde estaba. Miró fijamente un rayo de luz que se colaba entre las ventanas cerradas. Pensó en si todo lo ocurrido ayer fue un sueño. No estaba del todo segura. Sin embargo, al moverse un poco sintió una punzada en el pie.

Sí, aquella pesadilla había sido real.

Agatha suspiró con fuerza y se llevó las manos a la cara. Tras unos instantes meditando y procesando todo lo que había ocurrido giró la cabeza con rapidez y se sorprendió al encontrar su lado vacío. ¿y Maxi? Pensó. Después se cuestionó si el que su amigo se hubiera metido a su cama lo hubiese soñado. Era lo más probable. Maximiliano jamás habría hecho algo así. Volvió a centrarse en lo ocurrido anoche. El paseo... la pastelería... cuando se dio cuenta que estaba perdida... cuando al huir de una sombra se cayó... cuando fue secuestrada por esas señoras... cuando logró liberarse... el reencuentro con su padre... lo que le dijo...

Agatha notó una punzada en el estómago al recordar la conversación con su padre y el estado en el que se encontraba. Con la muerte de su madre, el señor Rivera ahogaba sus penas en alcohol, Agatha recuerda esa etapa de su vida como un infierno. Fue gracias a Margot, que logró superarlo, o eso creyó Agatha. Seguía bebiendo, pero moderadamente. No lo había vuelto a ver ebrio en muchos años. Por eso le sorprendió.

Agatha cerró los ojos intentado no pensar más sobre ello. Le dolía. Le dolía mucho decepcionar a su padre. Sabía que tenía razón, era su padre. Ella debía madurar de una vez, convertirse en una mujer y enorgullecer el apellido. De todas maneras no quiso resignarse a creer que su sueño por ir a la universidad era imposible.

Basta. Todos aquellos pensamientos la estaban provocando un fuerte dolor de cabeza. Se incorporó y se quedó sentada en la cama.

Tenía muchísima hambre, no había comido nada, pero antes quiso bañarse.

Suspiró y llamó a una empleada.

Mientras una sirvienta le desabotonaba la camisa interior Agatha iba quitándose las mangas dejando su pecho al descubierto y fue ahí cuando se percató de un pequeño trozo de papel doblado. El papel que le dio aquella mujer. Agatha agarró el papel con fuerza y lo escondió entre sus dedos, suplicó que aquella empleada no lo haya visto. No sabía por qué, pero quería mantener ese pequeño secreto.

Con educación ordenó a la sirvienta que se retirara. Ella podía bañarse sola. Una vez sola, la joven escondió aquel papel en la camiseta interior limpia que iría a ponerse una vez bañada.

Por momentos lamentó haber ordenado que aquella empleada se retirara, a pesar de haber descansado, Agatha seguía sin sentirse con fuerzas. Tenía que comer.

Al terminar de bañarse y mientras se vestía, llamó a la empleada para que la ayudara una vez se hubiese colocado la camiseta interior con el papel en su interior.

Se miró al espejo, volvía ser ella, con algo de ojeras y palidez en la cara, pero era ella. Sonrió ligeramente y salió por fin del dormitorio.

Eran casi las seis de la tarde. Agatha no podía creer que hubiese dormido tanto. Se sintió algo avergonzada. Antes de llegar al gran comedor, cogió aire y suspiró con fuerza. Un montón de nervios se apoderaron de ella. No estaba preparada para verle la cara a su padre otra vez.

La joven entró por la gran puerta y se encontró con su tutora, la señora Sabadell, las hermanas Mozzi y a Margot.

Todas se levantaron al verla. Y le dieron una cordial bienvenida. Agatha lo agradeció. Una vez sentada en la larga y lujosa mesa comprobó que esta estaba llena de ricos y variados manjares. Desde lo correspondiente a un desayuno hasta platos más elaborados propios de comidas o cenas. Agatha comió sin remordimientos. Lo necesitaba.

Agatha conoce a Maxi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora