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A la mañana siguiente, Agatha desayunando preguntó a Margot qué sabía de la familia Mozzi. Ella le contó que eran una familia de alta clase, que antes vivían en Italia pero por temas del trabajo de su padre se mudaron a España. El padre era español, la madre italiana, las hijas nacieron en España, sin embargo, Maximiliano en Italia. Hablaban a la perfección ambos idiomas. El padre era dueño de varias empresas, entre ellas de metalurgia.

· Es raro que tú pidas información sobre alguien, ¿acaso te han caído bien los Mozzi, cariño?

Dijo la madrastra con tono picaresco.

Agatha miró su desayuno y dijo en voz baja

· Creo que no le gusto a Maximiliano.

En ese momento a uno de los mayordomos casi se le cae la bandeja, se sorprendió por lo que dijo la no tan pequeña Agatha.

Margot tampoco se esperaba dicha afirmación, aunque ya estaba más que acostumbrada a que su hijastra no se callara nada.

· Y eso ¿por qué lo dices, cariño?

· Pues por qué ayer fui a buscarlo a su casa. Lo encontré, pero no quiso salir conmigo.

· ¿Fuiste a la casa de los Mozzi?

· Sí

· ¿cómo?

· Por uno de los caminos del bosque

· ¿La señora Sabadel te permite ir por ahí?

· No

· Oh, y ¿le pediste salir contigo?

· Claro, quiero que seamos amigos.

La elegante señora procesó unos segundos la información.

· Bien, para empezar, no creo que sea conveniente desobedecer a tu tutora y luego, a lo mejor le sorprendiste y no supo cómo reaccionar a tal oferta.

· Puede

La pequeña Agatha no levantó la mirada del plato. La madrastra la observaba con cierta pena.

· Tranquila cariño, ¿hoy irás a verle?

· Pero has dicho que no debería desobedecer...

· Yo no he dicho nada.

Y la guapa señora le guiñó el ojo mientras se incorporaba y abandonaba el gran comedor.

De cierta manera, Agatha se sentía mucho más motivada y con ganas de intentar una vez más lograr que ese extraño rico sea su amigo.

Al terminar las clases. Fue como todos los días a las cocinas y les pidió un gran favor.

· Eso está hecho señorita

Dijo una de las cocineras más mayores.

Después de comer, Agatha recogió su gran favor de tamaño pequeño, envuelto en una tela y se dirigió de nuevo a la gran mansión de los Mozzi.

Aproximándose a los arbustos donde se escondía las pasadas ocasiones, la joven se llevó una gran sorpresa. El joven italiano estaba ahí. Al escuchar sus pasos este giró su cabeza asustado. Al verla, se relajó, pero no del todo.

Agatha sonrió.

· Qué haces aquí

El joven no dijo nada, parecía que procesaba el qué decir. Le costaba hablar con desconocidos.

Agatha lo entendió.

· Da igual, ya estoy aquí. Toma, esto es para ti

La pequeña joven le ofreció el favor que las cocineras hicieron por ella.

Agatha conoce a Maxi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora