· Vamos a repetirlo una vez más.
· ¿Otra vez? - dijo con tono cansado Maximiliano.
· Sí. Debemos estar seguros de que no falte nada.
· No falta nada.
· Calla y di sí si está lo que digo.
· Calcetines
· Sí
· Calzoncillos
· Sí
· Camisas
· Sí
· Pantalones
· Sí
· Bañador
· Sí
· Chaquetas
· Sí
· Trajes
· Sí
· Colonia
· Sí
· Zapatos
· Sí
· Peine y cepillo de dientes
· Sí
· Abrigo
· Sí
· Aceite de cuerpo
· Sí
· Libros
· Sí
· Bien, está todo
· Sabes que esto es trabajo de las doncellas y no tenemos por qué hacer nosotros la maleta, ¿no?
Agatha le sonrió con encanto.
· Querido Maxi, este va ser el viaje de nuestras vidas, debemos tener todo bajo control y asegurarnos de que no falte de nada. No quiero que nada salga mal.
El muchacho asintió con desgana dándole la razón.
· ¿Tú ya tienes hecha tu maleta?
· Qué pregunta por favor. Desde la semana pasada.
· Estás loca.
· Sin embargo, la señora Sabadell me la deshizo y me escondió la maleta. Al parecer da mal augurio tener una maleta hecha faltando días para irse.
· ¿mal augurio?
· Sí, pero no te preocupes. Yo no creo en esas tonterías, pero de todas formas nos vamos mañana así que no tienes qué temer.
· No lo decía por eso. Yo tampoco creo en eso.
· Mejor.
· Entonces, ¿será la señora Sabadell quien haga tu maleta?
Agatha le miró algo extrañada. No se había percatado de ese dato. Al darse cuenta de que sería su tutora, con pésimo sentido de la moda y una mentalidad antigua y aburrida, quién se encargara de hacer la maleta para el gran viaje saltó de la cama y se dirigió corriendo a la puerta.
· oh no, seguro que llena la maleta de vestidos cursis, incómodos y zapatos dolorosos, ¡Te veo luego! - gritó mientras corría a su casa.
· ¡vale! - le respondió su amigo riéndose mientras la veía desaparecer por el pasillo.
Unos minutos después apareció su hermana mediana, Lorenza.
· Hermanito... - dijo con voz exageradamente dulce.
· Qué quieres.
· Veo que ya lo tienes todo listo para mañana. ¿No estás emocionado?
Otra voz femenina interrumpió.
· Uy, ¿ya lo tienes todo listo hermanito? Sí que estás emocionado – era Gabriela, la mayor de los hijos Mozzi.
Ambas señoritas se lanzaron una mirada cómplice mientras reían.
· Ha sido Agatha.
· Ah, así que Agatha te ha ayudado a hacer la maleta. Qué cortés...
· A qué habéis venido.
· A nada hermanito. Solo queríamos compartir contigo nuestra emoción por el viaje que nos espera mañana. Qué ganas tengo de ver el mar.
· Lorenza despierta. Cómo puedes pensar en el mar cuando sabes que en esa ciudad de la moda y el lujo habrá una pila de hombres apuestos y solteros esperándonos. - dijo la hermana mayor.
· No puedes pensar en otra cosa tú. Para ti todo es lujo, moda y hombres. ¿Cabe algo más ahí dentro? - se burló golpeándole la cabeza con el dedo.
· Quita... - se apartó. - yo al menos me preocupo por esta familia en lugar de pasar el día leyendo periódicos o jugando con amiguitas... - Maximiliano se dio por aludido con ese último comentario.
· Bueno... ya empezamos... evoluciona ¿quieres?
· Tienes envidia porque soy más guapa que tú y lo sabes.
· ¿Así? - entonces la mediada se abalanzó en ella despeinándola como mejor pudo.
· ¡pero qué haces! ¡Estás loca! ¡que mañana tengo un viaje! - dijo con voz llorona a la vez que salía de la habitación llamando a gritos a alguna doncella que pudiera ayudarla con su crimen capilar.
Lorenza se giró a su hermano aun riendo por la situación que acababa de provocar. Este solo sonreía.
· A ver y ti qué te pasa.
· ¿A mí? - dijo el joven.
· Sí, a ti. ¿No estás emocionado por el viaje? Agatha lo está mucho.
· Sí lo estoy.
· ¿Entonces?
· Nada.
Su hermana no quiso insistir. Resopló al momento que se incorporaba de la cama y se dirigió a la puerta.
· Lore.
· Dime - paró en seco antes de abrir la puerta.
· Gabriela se casará primero, ¿verdad?
Ella se giró a verle. Su cara le hizo entender a la hermana que se encontraba en un mar de dudas. Notó que estaba así desde que salió a cazar con su padre. Y con lo que le acababa de decir dedujo sin problema de qué se trataba todo. Padre quería asegurarse de que el apellido Mozzi prevalezca.
Sonrió con ternura a su hermano.
· Te lo aseguro.
Unas horas después, a punto de anochecer. Los dos amigos se reencontraron en el punto de encuentro.
· Creía que no vendrías al final.
· Lo siento Maxi, estaba discutiendo con la señora Sabadell. - dijo cansada. - al parecer ella ve bien llevar vestidos de gala a un viaje a la playa. Eso, y una infinidad de pamelas y sombreros horribles. Y los tacones... dios mío, la cantidad de zapatos incómodos que quería llevar...
Maximiliano sonrió divertido al imaginar la cómica situación de su amiga gritando a su tutora mientras hacían la maleta. Él también estaba algo cansado, pero eso no iba ser excusa para no verla antes del viaje.
Ella llevaba emocionada con el viaje desde que se lo comunicaron. Todos los días, el tema principal fue ese. Por lo que él se sintió con más ganas que nunca de que las cosas salieran bien por ella.
· ¿no te parece precioso? - dijo la joven mirando el atardecer de verano.
Él asintió con la cabeza.
· Pues te puedo asegurar que los atardeceres en el mar son inclusos más bellos. Vas a alucinar. - giró a ver a su amigo mientras sonreía de oreja a oreja.
Maximiliano le devolvió la dulce sonrisa.
Se quedaron observando el gran paisaje.
· Oye Agatha.
· Dime.
· Sabes que yo vivía en una zona con playa, ¿no? - dijo burlándose de su amiga.

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Agatha conoce a Maxi.
RomanceAgatha y Maxi, dos amigos aristocráticos cuyo amor traspasará los muros de la sociedad de principios de siglo 19.