A la mañana siguiente, Agatha y Maximiliano se encontraron en el mismo punto de siempre.
· Llegas tarde – dijo Maxi mientras se levantaba de una piedra donde estaba sentado.
· Perdón, tenía que comprobar una cosa. - dijo la joven jadeando.
· ¿qué llevas ahí? - señaló con la mano una bolsa de tela que tenía Agatha.
· Nada. Date prisa. - le dijo sonriente mientras volvía a correr en dirección hacia su casa.
Maximiliano sin saber nada de lo que su amiga planeaba se limitó a seguirla al mismo ritmo.
Llegaron a los establos.
· ¿Vamos a comer galletas otra vez? - preguntó el confuso italiano.
· No, vamos – le ordenó la emocionada Agatha. - debemos darnos prisa - dijo mientras se dirigía a adentro.
Agatha abrió su bolsa y sacó dos pantalones, le tiró a su amigo uno de ellos.
· Póntelos
· ¿qué? ¿qué es esto? - frunció el ceño mientras descubría que era aquello que le había lanzado su amiga. - ¿unos pantalones? - levantó la mirada a su amiga que se escondía detrás de una pared mientras, a los pocos segundos vio el vestido de ella depositarse en el suelo.
· pero ¡qué haces! - abrió los ojos como platos.
· ¿quieres darte prisa Maxi? - dijo algo molesta todavía escondida detrás de la pared. - ponte los pantalones.
· Agatha, me estás asustando, ¿qué vamos a hacer? - dijo muy serio
A los segundos, Agatha salió con unos pantalones y su abrigo, Maximiliano no daba crédito, jamás había visto a una mujer con pantalones, su cara lo decía todo.
La joven algo avergonzada, frunció el ceño y suspiró enfadada.
· Quiero llevarte a un sitio, pero para ello debemos ir en caballo. Pensé que lo más cómodo sería ir con esto puesto para no ensuciarnos.
Maximiliano apenas escuchó nada de lo que le dijo, seguí mirándola detalladamente con las cejas arqueadas.
· ¡Maxi! - gritó ella.
· ¡Ah! - se asustó él.
· ¿puedes dejar de mirarme y ponerte el dichoso pantalón? Si no nos damos prisas nos pillarán.
· Agatha...
· ¡maldita sea, Maxi te digo que te pongas los pantalones!
Ante tal reacción el joven se colocó los pantalones encima de los suyos tan rápido como pudo.
· Ya está. - dijo algo asustado.
· Bien, vamos.
Detrás del establo les esperaba el hijo de uno de los trabajadores de la casa con dos caballos listos para ser cabalgados.
Maximiliano tenía los ojos como platos, apenas había escuchado a Agatha cuando le dijo que le quería llevar a un sitio, pero a caballo, fue ahí cuando empezó a ser consciente de lo que iban a hacer.
· Agatha yo no estoy muy seguro... - dijo algo asustado viendo a los dos grandes equinos.
Agatha lo ignoró, se dirigió al joven que estaba sujetando a los caballos.
· Muchas gracias, Mateo – dijo con una dulce sonrisa.
El muchacho tardó un poco en reaccionar ya que estaba algo sorprendido por verla con pantalones.

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Agatha conoce a Maxi.
RomanceAgatha y Maxi, dos amigos aristocráticos cuyo amor traspasará los muros de la sociedad de principios de siglo 19.