Capítulo 10

181 13 0
                                    

Serkan




Daxen no ha vuelto. Hemos llamado a la escuela y nos dijeron que se había ido con unos amiguitos.

Furioso es la palabra exacta que me describiría en estos momentos.

—¡Incompetentes! ¡Voy a denunciarlos!—despocrito— ¡¿Cómo voy a confiar en una maldita institución que pone en riesgo a mi hijo?!—me siento en el suelo.

Alguien abre la puerta. Levanto mi cabeza encontrándome con Hazal.

—Ey—viene hacia mí.

—Son unos hijos de puta—digo voz rota—¿C-como van a permitir que un niño salga con cualquiera? Solo estamos nosotros dos autorizados para retirarlo.

Me besa en los labios y yo la coloco en mi falda.

—Necesito a mi hijo conmigo.

Apoya su frente con la mía sin separar sus manos de mis mejillas y, con total certeza, lo agarre afirma:

—Lo tendrás, verás que sí.









Son las diez de la noche.

Cuando creí que iba a pasar una noche sin mi hijo. Cuando volaba en mis pensamientos, unos labios chocando con mi boca, borraron cualquier pensamiento.

La miro.

—Gracias—susurro.

—¿Por qué?

—Por mantenerme en órbita.

—Gracias—vuelve a besarme.

—¿Y a mí por qué?

—Por llegar a mi vida. Tus hijos son mis expectativas de niños, y tienen carácter, y tienen fuerza, verás como él estará aquí en menos de nada.

Permanecimos en silencio y la coloco en mi regazo. Deja su cabeza en mi pecho y cierro los ojos unos segundos.

Los abro de golpe al oír el ruido del timbre.

Nos levantamos con rapidez y vamos hacia la entrada. Cuando abro la puerta, veo:  a un guardia de los que controlan afuera. Daxen intacto, y a Melek con una amplia sonrisa.

—¡Papi!—él está feliz.

Mis puños se cierran.

—Ven, cielo—interviene Hazal—. Ellos tienen que hablar.

Ella se va y no puedo dejar de mirar a mi ex mujer.

—Tenemos que hablar —sonríe victoriosa.

—Definitivamente—mascullo señalando mi oficina con mi cabeza.

Entramos y hubo una discusión por lo bajo dado que no quería que mis hijos escuchen.

—Vete. Anda—riño al acabar de escucharla.

No. Esto debe ser una pesadilla.

Ella se va y segundos después, Hazal entra, en el momento justo dónde me desmorono.

—¿Se puede?

—Se los va a llevar—la miro con mis ojos llorosos —. Tiene la orden de un juez. Ella podrá contactar con mis hijos las veces que se le venga en gana.

—Sí, bien. Pero una cosa es hablar con ellos y otra diferente es secuestrarlos y dejarnos a nosotros con el Jesús en la boca—se acerca a mí.

—Díselo a ellos. Yo...—suspiro hastiado.

Serkan ✅ (# 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora