Capítulo 31

119 11 0
                                    

Serkan





Le hicieron todos los estudios necesarios y sorprendentemente para algunos, pero para mí no, los resultados salieron todo bien. Ella estaba bien.

El único problema ahora, es que estaba anestesiada, y una persona anestesiada dice...

—No voy a preguntar qué estás haciendo aquí porque francamente no me interesa. Solo....me sorprende. ¿Por qué pones tu vida en riesgo?

—Porque el amor cruza fronteras, y más cuando se ama como yo te amo. Una vez te dije que te buscaría siempre, así huyas a marte para ponernos a “salvo”— hago comillas con mis dedos—, iré a buscarte y traerte de vuelta, y que estés conmigo. Llámame tóxico y todo lo que quieras, pero no me arrepiento de lo que hice. Tú lo demostraste escapándote, y poniéndonos a salvo, como has dicho. Y  yo lo he demostrado viniendo a buscarte, quedándome contigo hasta el final, porque así va a ser.

—Estás muy seguro de eso.

—Créeme, de pocas cosas he estado seguro en mi vida, y esta es una de ellas. Así que siéntete afortunada.

—No, afortunado tú, desde el primer momento que puse los ojos en ti

—Si, es verdad.

Veo como sus orbes cristalizan, porque sé qué es lo que está pasando por su cabeza.

—Afortunado soy yo desde el día que me correspondiste, el día que me mostraste tu cuerpo, que te abriste conmigo y me dijiste todas tus inseguridades, todo lo que tus padres hacían, lo que te hizo sufrir Santiago. Afortunado soy yo, que te tengo.

—Afortunados somos los dos.

—Concuerdo—sonrío.

—¿Y  ahora qué?

—Ahora esperaremos que te traigan la comida, te alimentes, te recompongas, y tengo una serie de sorpresas para ti.

—¿Legal?

—Sí, creo que sí. Es decir, para mí sí.

—Está bien, pero aquí entre nos—nos señala—, no me gusta la comida del hospital.

—Pero aquí entre nos—la imito haciendo aquella voz como si fuera un secreto—, es lo que hay.

—Pero ni siquiera el postre es rico.

—Bueno, podemos intercambiar el postre por mis besos.

—No, que esa sea mi entrada, mi plato principal, y mi postre. Y voy a dormir toda la noche feliz y cómoda.

<<Está haciendo efecto>>

—Vaya, señorita, cómo ha despertado usted.

—¿Qué puedo decir? quizás fue abstinencia.

—¿Abstinencia? No creo que sepas lo que significa esa palabra ahora.

—Si significa que precindía de tus besos, pues sí sé lo que significa.

—Creo que la anestesia todavía te está haciendo efecto y no tienes idea de lo que dices.

—¿Qué eres sexy?

—Hazal, no digas cosas de las que después te puedas arrepentir.

—El hombre más lindo, y bueno en la cama, que vi en mi vida.

—Elevas mi ego, preciosa, pero estás anestesiada.

—Anestesiada o no, tengo al hombre más lindo del mundo frente a mis ojos.

—No puedo creer lo que estoy escuchando—no puedo dejar de mirarla.

—¿Te molesta escuchar la verdad, hombre guapo? Yo a ti gusto.

— Me encantas—corrigo.

—Tú también me gustas, digo, me encantas. ¿Sabes qué me casaría contigo?

Me quedo en silencio y sin saber qué decir.

Es la anestesia.

Es la anestesia.

Es la anestesia.

Pero no voy a negar que una fracción de mi cuerpo se hizo ilusiones ante aquellas palabras.

—A ver si me dices eso cuando estés cuerda, y sin nada de por medio.

—Bueno, cuerda o no, sedada o no, te diría que sí.

—Si tú lo dices—me acerco más a ella y la beso.

—Y besas como los dioses. Bueno, nunca he besado a un Dios, pero supongo que es lo mismo— hace una mueca como si estuviera pensado—No, mejor.

—Debería pedir que te anestesien más seguido si vas a decir estas cosas que no hacen más que....

—¿Ponerte cachondo?

<<¿Y desde cuándo utiliza esas palabras?>>

—¿Ah sí? ¿Y en la cama?

—No lo sé, tendría que comprobarlo.

—Esperemos a un hotel entonces, o en tu casa.

—O cerramos la puerta y lo hacemos rápido, aquí mismo.

—¿En la camilla?

—Sí, ¿por qué no?

—No, contigo no tengo polvos,  hago el amor.

—Hombre, si quieres follamos, tenemos un polvo o hacemos el amor, como tú lo quieras decir, pero......¡mama mía!—me estudia con sus ojos abiertos—. Si supieras cómo me están palpitando mis labios vaginales, y....

—Suficiente— agarro una almohada y le cubro la boca.

Ella empieza a reír y yo no tardo en hacerlo.

Se la quito y veo como le caen lágrimas ante la risa.

Joder, puedo acostumbrarme a esto.

Serkan ✅ (# 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora