Serkan
A la mañana siguiente nos levantamos luego de que Hazal recibiera una llamada del hospital.
Mi hermana vino rápidamente para cuidar a los chicos.
Cuando llegamos, el pediatra encargado de atender al niño, nos informa que no hay nada que hacer, entonces miramos detrás de la vidriera.
Fue una mierda, una completa mierda. Cubrían el cuerpo del niño y Hazal entra corriendo a la habitación. Voy detrás de ella.
—Señorita...
—¡No!—grita en respuesta y coge al niño.
Se sienta con él en el sofá que había y quita su playera, apoya al niño contra su pecho y le extienden una manta.
—Es en vano, ya murió.
—Cállate—riño y me acerco a ella.
Tiene apoyada su boca en la pequeña cabecita de él y le susurra.
—Tienes que estar bien, ¿sí?
Un nudo se me forma en la garganta y las lágrimas se acumulan bajo mis ojos.
—No puedes morir—susurra con su voz quebrada—. Por favor, bebé, despierta. Anda.
No sé cuánto tiempo pasa, segundos que parecieron minutos. Y él no reacciona. La escucho suplicar bajito una y otra vez que despierte y que estaría bien ahora, le daríamos un hogar.
Se acerca a su oído y luego de dejarle un beso en la mejilla, mucita:
—No estás solo y no lo volverás a estár. Vamos, mi cielo....por favor....
—Señora, suéltelo.
—No.
—No hay nada que hacer.
Pero no reacciono, porque confío en ella, porque la última vez que se aferró a alguien de esa manera, fue a nuestro perrito. También estaba recién nacido y lejos de su casa. Gracias a sus brazos y caricias, él vivió, entonces se que esta no será la excepcion.
Acaricio su falda y ella me mira sin separar sus labios de él.
Algunas lágrimas caen y yo las quito con mis dedos.
Intento juntar nuestros labios sin molestar tanto al niño, y es entonces, cuando se escucha un quejido. Ni siquiera llegamos a besarnos que el niño comenzó a llorar.
Todos los médicos quedaron boquiabiertos, exepto uno, el que jamás dijo nada. El que estaba en la puerta viendo toda la situación.
—Ya estamos aquí. Aquí me quedo—repite ella en lo que calma al niño.
Me levanto y salgo justo cuando una mujer estaba por entrar, mujer que conozco a la perfección.
—Necesito llevarme al niño—susurra con intención de entrar.
Agarro su brazo y la saco.
—¿Qué sabes de sus padres?
—Nada, es como si no hubieran estado en los registros. Nadie lo reclama. Nadie lo busca, estamos viendo las cámaras en el lugar, quién pudo dejarlo, pero....borraron la última hora.
—Joder—profiero. Llevo mi cabello hacia atrás y miro a la mujer que le habla al niño en brazos —. Inicia los trámites de adopción.
—¿Disculpa?
Me doy vuelta.
—Nos conoces, sabes que estamos capacitados para eso, no es como si nunca hubiéramos adoptado.
—Eso no depende de mí, Serkan, y lo sabes.
—Pero puedes hacer algo para persuadir al juez. ¿No me estás diciendo que no hay trato de los padres? Y discúlpame, ¿por qué dejarlo dentro de una puta bolsa de consorcio lleno de mierda? Digo, si hubieran tenido al menos un grado de empatía, lo habría dejado en la puerta de un orfanato.
—No vas a darte por vencido, ¿cierto?
—Sabes la respuesta.
Suspira hastiada.
—Veré qué puedo hacer, no prometo nada.
—Me basta —e ingreso con mi mujer.
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Serkan ✅ (# 2)
Non-Fiction«Nunca supe lo que era el dolor, hasta que lo viví a carne propia, y de la peor manera» © Todos los derechos reservados Queda totalmente prohibido copiar, manipular y/o extraer fragmentos del libro o algunas partes.