Capítulo 25

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Una semana después





Serkan

Me siento en el sofá de mi estudio y miro aquel aparato que puede,o darme las respuesta que quiero, o dejarme en el abismo.

Hazal. Hazal.

Recuerdo el día que la conocí. Sentada a mi lado. Podía percibir sus ojos estudiándome.

¿Qué me gustó de ella?

Cuando me fijo en una mujer, voy directo a sus ojos. Luego su boca y después el resto del cuerpo.

Ella tenía ojos azules, más que los míos. Su cabello claro y unos labios finos y bien formados.

Y luego el cuerpo. El que a mí me gustaba, pero más allá de eso....había algo en ella, que llamaba mi atención.

<<Qué tenías ganas de besar>>

Y tuve que abstenerme a no hacerlo.

Desbloquéo mi móvil y le marco.

Un tono.

Dos tonos.

Demonios, si hablé con él. ¿Qué? ¿Ahora de una semana a otra cambió de número?

Serkan...

—Es necesario que me lo digas.

—¿Es qué tú estás sordo o qué? Grábatelo. ¿Me escuchas? No. Sé. Dónde. Se. Fue. Así como tampoco sé porqué no la detuviste. Ella no me lo dijo porque sabía que tarde que temprano habrías dado con ella y no quería que la buscaras.

—Pero, ¿Por qué huír? ¡Carajo! Ella.... simplemente no....

—Mira. Llamándome a mí, pierdes el tiempo, porqué no sé nada.

—¿Y quieres que le escriba a ella? Créeme, intenté e insistí, pero me bloqueó. Y bloqueó a su amiga. ¡Mierda! Es como si hubiera querido huir de todos y ¿por qué?

—Que ciego estás, chico—dice resignado—. Respóndeme algo, ¿Alguna vez has hecho algo por amor? Y no me refiero a ponerte el perfume que le gusta. Me refiero a arriesgar tu vida por esa persona, para que esa persona esté a salvo. Dime, ¿lo has hecho? Aún si eso significa dejarla atrás.

—No....—confieso en susurros.

Suspira pesadamente y lo escucho bufar.

Te diré algo, y has un buen uso de la información. Más vale que hagas las cosas bien, porque llegas a fallar, yo me lavo las manos.

—Está bien.

—No sé a dónde se fue. Pero lo que sí sé, es que fue bajo amenaza.

—¿Amenaza?—repito apretando mis puños.

No sé con qué, pero su ex la amenazó.

—¿Y tanto te costaba decirme aquello cuando te pregunté?

—Tenía a mi mujer al lado. Temía por mi vida.

Hago el intento de reír, pero el nombre “Santiago” vuelve a mí cabeza.

—¿Serkan?

La voz de mi hermana resuena a mi espalda. Me doy vuelta, no porque me habla, sino por el tono en que lo hace. Su voz rota, temblando.

Serkan ✅ (# 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora