Capítulo 11

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Dos semanas después



Serkan

Me despierto al oír como la puerta se abre rápidamente. Y en el momento justo, me siento antes de que se lanzen a mí.

—¡Feliz cumpleaños!

—Gracias, chicos—les doy un beso en la cabeza a cada uno.

—Es para ti—murmura Lexie con una sonrisa.

—Es hermoso, hija—digo al verlo.

—Aiden—señala a cada uno—. Daxen, Hazal, tú y yo.

Lo que acaba por sacarme una pequeña risa es el hecho de que a la de ojos claros y a mí, nos haya dibujado tomados de la mano.

Miro a la mujer parada en la puerta con una sonrisa y vuelvo a mis hijos.

Ella se va, muy seguramente para buscar a Aiden. Es entonces, cuando mi hijo se levanta y cierra la puerta.

—Daxen—riñe Lexie.

—Cállate—la reprime él.

—Ey—intervengo—. No hay necesidad en tratar así a tu hermana.

La cosa se ha tornado seria al ver la cara de mi hijo.

—¿Qué está pasando?

—Nada—se apresura a decir ella.

—Anoche Lexie se desmayó.

Miro de seco a mi hija, quien no desmiente lo dicho, pero tampoco me ve.

—No sé cuanto tiempo, pero cuando yo llegué, ella estaba en el suelo inconsciente. Levanté sus piernas y quise venir a decirles, pero entonces despertó.

—¡Te odio!

—¡Lexie!

—¡No!—me mira con sus ojos llorosos—¡No quería decirte nada, y así no te preocupabas!

—¿Cómo no voy a preocuparme? eres mi hija, lo que te suceda me importa.

—Ya no aguanto, papi-su voz se quiebra—. Me duele todo el tiempo. No puedo respirar. El simple hecho de dormir, ya me molesta.

—¿Por qué? ¿Necesitas más almohadas?—se interesa su hermano.

—¡No!—grita—. No es por eso, solo que no quiero dormir. Dejé de ir a la escuela porque ahora el médico me dijo que es mejor hacer reposo. Nadie me entiende—solloza y el nudo en mi estómago va hacia mi garganta—, porque acostada, parada, corriendo, no corriendo, siempre me siento mal. Estoy harta de estar así—solloza—, y no me digan que voy a curarme porque sé que no es cierto.

Mi corazón se parte en millones de pedazos. Daxen retrocede sin dar crédito a lo que oyó, y antes de que yo pudiera reconfortar a mi hija, él se adelanta.

—¿Te quieres morir?

No estoy preparado para esa respuesta y no quiero que conteste de forma negativa, pero sé, desgraciadamente, muy en el fondo, que su respuesta será positiva.

—Quiero que todo termine. Quiero que deje de doler, y que a ustedes les deje de doler—quita sus lágrimas con el dorso de su mano—. Quiero dejar de ser un problema para ustedes—sorbe su nariz.

—Pero no eres un problema—dice él—. Eres mi hermanita. Te amo demasiado y no me gustaría que te murieras. Me harías mucho daño. Te quiero conmigo. Quiero que nos sigamos peleando, seguir molestándote. Te quiero a mi lado.

No sé en qué momento exactamente las lágrimas comenzaron a caer y ya no pude retenerlas.

Agarro los hombros de mi hija y la giro para que me mire.

Serkan ✅ (# 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora