Capítulo 32

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Serkan


Harry secaba los vasos de vidrio en la barra, en lo que yo estaba en una de las mesas sentado frente al hijo de puta que lastimó a Hazal. Habíamos acordado juntarnos en una cafetería, y agradecí que él no tenía la más remota idea de este. Acepto, pero mucho no me importó porque si no lo hacía por las buenas, iba yo a buscarlo

—¿Disculpa?

—Claro, lo repito. Santiago. Tienes dos opciones. O corres y evitas morir rápidamente antes de que la bala perfore tu cuerpo—muestro la pistola que tenía a la vista en mi mano izquierda—. O te mato directamente sin tantos dramas.

—Ni siquiera tienes balas de verdad.

Rio despectivo. Y escucho como Harry se burla de él para luego entrar a la cocina y dejarnos solos.

—¿Entonces?

—Intentalo, a ver si eres capaz—me reta.

Me acerco más, y él hace lo mismo, y como si se tratara de un secreto, susurro:

—Te metiste con la mujer que amo, por tu culpa acabó así. ¿De verdad piensas salir indemne?

Quito el seguro del arma y la sonrisa de superioridad que llevaba, se borra.

—Tuve mis razones.

—Bueno—vuelvo hacia atrás, apoyando mi espalda en el respaldar—. También tengo las mías—y en un rápido movimiento, tomo el arma y disparo justo en su cráneo, antes de que él pueda procesar lo que iba a hacer.

Su cuerpo cae de costado y yo me levanto como si nada.

El moreno sale de la cocina y se acerca a mí, toma el arma y comienza a limpiarla.

—¿Qué pasa si la policía pregunta por él?—miro a Harry.

—Se suicidó frente a mis ojos—responde sin emoción alguna, pero veo satisfacción en sus ojos.

—Perfecto. Ahora sí me disculpas, iré a prepararle la propuesta a mi novia.

—Yo llamaré a la policía.

—¡No te olvides de poner en práctica lo que te enseñaron en teatro!—digo antes de cerrar la puerta de ingreso y subir al coche.

Hacía dos días que Hazal estaba en una habitación común.

Cuando llego al hospital, compro algo en la cafetería y subo a dónde ella se encontraba.

La veo mirando hacia el otro lado, la ventana. La noche.

Toco mi bolsillo de la gabardina, y detecto la cajita.

<<Es hora, campeón, no te acobardes>>

Me adentro, y una vez que ella se percata de mi presencia, me sonríe.

Estoy por empezar, cuando mi móvil suena. No le habría llevado el apunte si el nombre de Chanel no hubiera estado en la videollamada, y sé perfectamente que no es justo ella la que me llama, sino mi hijo. Sonrío y atiendo.

¡Hola, papi!

Hola, hijo. ¿Cómo estás?

Muy bien, tía Chanel me dijo que necesitabas decirme algo.

Tu tía, siempre jodiendo los momentos menos oportunos.

¡Ey! ¡La boca! a mi tía no le hables así.


Ah, pero tú me puedes hablar así a mí.

Serkan ✅ (# 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora