Capítulo 29

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Serkan

—Dame un solo motivo para no matarte en este preciso instante —digo a regañadientes cerca de su cara.

Mis manos hacen un puño el cuello de su camisa. Lo empujé sin cuidado alguno hacia la pared, y ahora lo tengo inmovilizado. Y por el único motivo que no lo ahorco, es porque no es la clase de muerte que quiero que tenga.

—Estamos en un hospital—replica despreocupado. 

—¿Te piensas que para mí el que estemos eso me es problema? porque si crees que soy lo suficientemente estúpido para que eso me afecte, te equivocaste de persona.

—¿Me vas a matar?

—Fíjate que no es mala idea pero no soy tan idiota para hacerlo en medio de tanta gente.

— O sea que lo vas a hacer.

—O sea que no es una idea que descarte. Ahora sí me disculpas, tengo que volver con mi novia. Y como no te vayas, juro que te saco de la peor manera.

—¿No que no me ibas a matar?

—Dije matar, jamás dije golpear. Largo.

En sus labios se forma una sonrisa despectiva, y se va sin rechistar. 

Me acerco a ella. Y tengo planeado algo. Como si así pudiera solucionar las cosas, como si así pudiera hacer que despierte, me acerco hasta ella y le dejo un beso en su frente.

¡A la mierda los demás!

—Lo haré —murmuro como si ella pudiera entenderme—, hoy lo haré.



Chanel, ¿qué tienes?

—Es Elvira—susurra.

—¿Ya está mejor?

—Murió.

La noticia no me cae para nada bien. Me adentro a un local equis, lejos del bullicio, tal como ella estaba.

—¿De qué hablas?

—Su hija la encontró está mañana en la cocina de su casa. Según los médicos fue un acv.

Mierda.

Los chicos ya están durmiendo. No sé cuando vuelves y el velorio es dentro de poco, no quiero que se pierdan aquello, le tenían aprecio, pero tú eres el padre. Así que dime, ¿Qué hago?

Trago grueso. Me callo unos segundos y pienso con la mente fría.

—Ellos irán, que no te quepa la menor duda. Pero déjame, y luego le hablo para explicarle.

—De acuerdo.

Cuelgo luego de habernos despedido y salgo del lugar para seguir con mi camino.

Dos negocios más, y me adentro a una joyería, encontrándome con Melek.

—Mas vale que no le hayas errado.

—Lo hice con ella inconsciente, Serkan. Está anestesiada, no iba a poder moverse ni preguntar.

Nos acercamos al mostrador y antes de que la mujer viniera a atendernos, pregunto.

—¿Por qué haces esto?

—Porque mientras más lejos de mi vida estén, mejor. Me esfuerzo para que tu novia despierte, y así los dos se vayan y me dejen rehacer mi vida. Ya pedí perdón por el momento tan amargo que te hice pasar.

—¿Pedir perdón por haberme asustado? El susto es poco a comparación de lo que sentí. Realmente pensé que ibas a quitarme a mis hijos.

Porque el acta era una farsa. Ella jamás fue ante un juez para hablar respecto a ellos. Solo quiso dejarme con el Jesús en la boca.

<<Y vaya que lo consiguió>>

Ni que lo digas.

—Serkan, te puedo asegurar que no los quiero en mi vida. Ya te dije, lamento todas las veces que los golpeé. Sé que no tiene justificación.

—Y ganas de denunciarte me sobran.

—Pero no lo harás, porque pese a todo, sabes que estamos bien ahora. Además, de hacerlo, te estarías equivocando de persona, yo jamás puse en peligro a Hazal.

—¿Y Lexie qué?

—Lo único que quería es que pasara sus últimos días fuera de su casa, fuera de sus amigos, que conociera a las hijas de mi actual pareja y que viera que soy feliz.

»Esa niña entendió más que todos nosotros juntos, y es lo que quería, que no me odiara por la decisión que tomé, y no me arrepiento de haber tomado. Lo único que me arrepiento es haberles golpeado. Pero de ahí en adelante, haberlos tenido, haberlos abandonado, y haberme ido, son decisiones que no me arrepiento, porque no los dejé con un cualquiera, los dejé con un excelente padre«

—Así que después de todo, no hice las cosas mal— y se calla en el momento justo donde la chica se acerca.

—Hola, buenas tardes, ¿En qué podría ayudarles?

—Buscamos un anillo de compromiso —dice ella—. Esta es la medida —le enseña el papel dónde lo anotó.

La joven lo mira y nos muestra las opciones.

—¿Es para usted?—se interesa.

Melek ríe y yo muerdo mis mejillas para no hacerlo.

—Oh, no, yo soy su ex esposa—me señala—. Su futuro mujer está internada. Inconsciente, pero las probabilidades que despiertes, han aumentado notoriamente desde que él llegó.

La vendedora queda blanca como la mismísima nieve. Sus ojos abiertos de par en par y la boca formando una notoria O.

—Extraño, ¿No crees? ¿Qué puedo decirte?—suspira exageradamente—.  El amor es así.

—O te ha vuelto así —digo entredientes.

—Es otra opción, ¿Entonces? ¿Este te gusta?—señala el que mi dedo tocaba y yo ni cuenta me había dado.

Definitivamente.

Es perfecto.

Serkan ✅ (# 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora