CAPÍTULO 8 : ¡NO!

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PEAT

Dudé por varios minutos en salir del auto y entrar en la pequeña cafetería. Al principio estaba decidido a no ir al lugar, pero porque tenía que prohibírmelo yo mismo. Debía ir ahí, entregar un buen regalo y darle mis bendiciones a mi mejor amigo. Cuando entré, una vibra diferente se sintió en el lugar. Todo estaba muy bien decorado y a pesar de ser aún una pequeña cafetería, tenía todo majestuosamente elegante.

Detuve mis pasos cuando vi a Fort no muy lejos de donde me encontraba. Solo a tres mesas de mí. Caminé con seguridad, aunque por dentro estaba temblando debido al nerviosismo.

- Buenos días, Señor. ¿Qué le gustaría...

Dejó las palabras en el aire apenas me vio. La hermosa sonrisa gradaba en su rostro desapareció y mostrándome el gesto más serio que pudo, continúo hablando.

- ¿Qué le gustaría ordenar?

- Por ahora nada. Gracias. – ¿Podrías llamar al dueño?

- Lo siento. No se encuentra en este momento, puede regresar más tarde. –

Su mirada indiferente, removía el latente dolor en mi pecho y con todo el valor que podía reunir contesté:

- Entonces ..., entonces pediré una taza de café extra grande y esperaré.

Asintió con la cabeza. desapareciendo rápidamente por uno de los pasillos hasta adentrarse detrás del mostrador para conversar con un joven rubio que preparaba las bebidas.

Esperé por más de una hora. Me acomodé en el asiento varias veces y cuando ya había dejado de observar a Fort en secreto, su suave voz me tomó por sorpresa.

- Creo que lo mejor es que vuelva otro día. Nuestro jefe no ha regresado por más de tres horas y tampoco contesta las llamadas.

- Ohh ... Yo ...

- Señor. Si aun así desea esperar, le gustaría otra taza de café y algún cojín. – No sabía que responder en ese preciso momento. Era tan diferente a la manera en que me había hablado horas antes. Ahora su voz era amable y su rostro se veía más sereno. –Has estado incomodo en la silla desde poco después que llegaste— agregó, haciendo que mi corazón latiera debocado.

- Si me gustaría un cojín. Gracias.

Tenía una gran sonrisa formándose en mi rostro, pero intenté no mostrarla. Cuando volvió a acercarse, me sonrió por un leve segundo, dejó mi café sobre la mesa y me entregó un cojín suave. Quería seguir hablando con él, pero una voz conocida, se escuchó en la puerta de entrada, logrando llamar su atención. Ahí estaba de nuevo. Su novio. Haciéndome regresar a la realidad.

Cuando me vio, el joven guitarrista me saludó con una reverencia, para luego correr a los brazos de Fort en un fuerte abrazo. Los observé. Cada acción me lastimaba. No podía soportarlo. Fort era muy atento, cariñoso y alegre. Apenas habían pasado unos minutos cuando Fort le ató un mandil en la cintura y llevó algunos vasos por él.

Bebí el último sorbo de mi café, ahora frio. Ignoré mis sentimientos y agaché la mirada, tratando de reprimir las inmensas ganas de llorar.

- Señor –

Tragué fuerte.

- ¡¿TIN!?

- Señor es hora de irnos.

- ¿Cómo es que... estás aquí?

- Señor. No tenemos tiempo, ¡Levántese ahora!

- ¿Por qué? ¿Qué sucede, Tin?

NUNCA DEJES DE SONREIRDonde viven las historias. Descúbrelo ahora