FORT
La noche fue larga. Y más cuando algo dentro de mí estaba tratando de decirme algo que no comprendía. Un extraño vacío se acomodó en mi corazón, aunque pensándolo bien creo que siempre estuvo ahí en secreto. No se sentía como normalmente lo hacía, esta vez dolía de una manera diferente.
No era la primera vez que mis labios habían sido besados por alguien. Claro que no. Pero algo en el beso de P'Peat me inquietaba. Por un lado, recordaba su mirada triste y sus ojos llorosos cuando se alejó de mí y con una disculpa me beso con lentitud y ternura. Y por el otro lado una voz en mi cabeza me repetía constantemente que había cometido la peor traición del mundo al dejar que P'Peat me besara, porque mi corazón le pertenecía completamente a P'Noeul.
Un gran debate se inicio en mi cabeza y por un segundo quería tener el poder de apagar cada uno de mis pensamientos. Pero fue imposible. Ya que, tras dar vueltas en la cama, las horas habían pasado y ya había amanecido.
La mañana siguiente corrió como de costumbre, como si su recuerdo no estuviera entre nosotros. Tin parecía indiferente al dolor y Yaya intentó sonreírme como siempre lo hacía. Cada día fue así hasta que un día sin previo aviso al llegar a casa Tin estaba con un arma en las manos, apuntando de frente al pecho de Yaya.
— ¡Vamos mírame! ¡Sin miedo Yaya!
El miedo recorrió mi cuerpo, cuando corrí hasta ellos. Mientras gritaba el nombre de Tin, pidiéndole que se detuviera. Él no se inmuto. Se mantuvo en la misma posición, con la mirada clavada en Yaya, mientras le gritaba.
— ¡Vamos, Yaya! ¡VAMOS, MALDITA SEA... SACA EL ARMA!
Me detuve en seco, cuando al llegar hasta ellos Yaya, saco el arma que guardaba en el bolsillo y la alzaba con nerviosismo haciéndola temblar en sus manos.
— Eso es mi chica... muy bien...
— ¡MALDITA SEA, TIN! ¿Qué estás haciendo? — Dije con la voz dura, después de bajar el arma que tenía en sus manos y mirarlo a la cara frente a frente mientras lo retaba con la mirada.
— Lo que debo hacer. Lo que debí haber hecho desde el primer día. Ese maldito hombre no se quedará quieto y nosotros tenemos que tomarle la delantera. Tú también deberías aprender a usar una de esas — dijo indicando el arma que Yaya aún tenía en las manos temblorosas.
— ¿Por qué piensas que vendrá? P'Peat, ya no está aquí ... ¿Qué motivos tendría para ...
Tin me miró con algo de ironía.
— Tiene mil motivos para venir por Yaya, por ti y sobre todo por mí.
— ¿Qué? — preguntó Yaya.
Su mirada mostraba terror.
— ¿Qué es lo que quiere de mí?
— De ti nada ... pero de Khun Peat, talvez mucho más de lo que un padre querría de un hijo. Y tú eres el anzuelo que necesita si es necesario para manejarlo a su antojo. Al menos eso cree Él.
— Yo... — susurro Yaya, sin comprenderlo.
Quería saber mucho más de lo que Tin sabia, pero él se dio media vuelta antes de que alguna pregunta saliera de mis labios. Yaya al igual que yo se mantuvo en silencio, con las manos temblorosas, los ojos llenos de miedo y el cuerpo paralizado.
Muchas dudas se entrelazaron en mi cabeza. Porque conocía un poco de la historia del padre de P'Peat, pero si era cierto todo lo que los rumores decían de él ¿No estaría P'Peat en peligro, también?
Un fuerte dolor volvió a apretar mi corazón. Un miedo se apoderó de mí e intenté comunicarme con él. Apenas marqué su número, fui mandado al buzón de voz. Aunque intentara muchas veces, ya no podía comunicarme con él nunca más. Al parecer había cambiado de número, tenía el teléfono apagado o simplemente me había bloqueado.
No había planeado vivir de esta manera, pero al parecer era la única manera de vivir. Tenía que aprender lo que era la tristeza y el dolor más grande, para volverme más fuerte.
Otra vez estaba volviéndome loco. Cada lugar de esta casa solo me recordaba a mi madre, a P'Noeul y ahora a ti.
Aunque los días seguían pasando, el tiempo no parecía avanzar para mí, aún me encontraba estancado en los remordimientos. Aún por las noches pensaba en aquel beso. Aún me debatía entre la culpa o la extraña sensación que me había dejado tu recuerdo.
En realidad, no quería quererte, pero no podía evitarlo.
Estas últimas noches solo había pensado en ti.
Solo en ti y eso me martirizaba cada día un poco más.
***
Aprender a tomar un arma por la empuñadura ya no me costaba tanto como antes, pero apretar el gatillo aún me aterrorizaba. Yaya había progresado misteriosamente y Tin parecía estar muy orgulloso por eso. Ya no había miedo en sus ojos, pero el brillo que desprendían de ellos al ver a Tin aún no habían cambiado con los años. Para Tin, Yaya aún era la pequeña niña que siempre había sido para él, incluso ahora que ya cursaba el último año de la universidad.
Los años habían pasado y creía que era innecesario seguir con la obsesión de Tin por aprender a utilizar armas de fuego y otras punzo-cortantes.
El padre de Peat no se nos había acercado con los años y tampoco sabíamos nada sobre la vida que llevaba ahora P'Peat. Simplemente había desaparecido de nuestras vidas para siempre. O eso creía.
Al menos eso había creído durante mucho tiempo. Porque verlo caminar por la otra calle con el teléfono en las manos y un traje negro muy bien entallado. Me hicieron recordar al joven jefe que había conocido por primera vez en el bar. Me detuve por un segundo, para observarlo en secreto ... manteniendo mis pies muy fuertes sobre el piso antes de que mis labios temblaran con nerviosismo al ver su rostro pálido y sus cejas alzadas como si estuviera enojado por algo.
Un vago recuerdo aceleró mi corazón y me giré para no ser visto por él.
"Quiero que seas muy feliz y si talvez la vida en un futuro muy lejano nos diera una oportunidad, ten por seguro que regresaré a ti."
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¡ Hola!
Aquí les dejo otro capitulo de la historia, espero les guste y lo disfruten mucho.
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NUNCA DEJES DE SONREIR
FanfictionDos mejores amigos amándose en secreto por más de cinco años, con el miedo constante de sacar a flote sus sentimientos y romper lo único que los une. Su única e inigualable amistad. Un joven hombre llegando a su país, después de siete años estudian...