PEAT
No podía esperar ni un día más. En pocas horas por fin tendría las llaves del nuevo departamento que había comprado. Y que durante los últimos años me fue casi imposible conseguir. La primera vez que había tomado el valor de mencionarlo, no había resultado nada bien, pero después de varios intentos tras los años, por fin habían dado frutos.
Convencer a mi padre sobre cualquier tema en general era casi imposible y yo lo sabía. Pero había ganado su reconocimiento y confianza total. Me había convertido en el hombre fiel y obediente que alguna vez crio. Y eso garantizaba su confianza en mí, garantizaba el permiso de vivir fuera de casa.
A mi madre no le daba la mayor gracia aquella noticia, así que mis últimos días en casa, ya no se sentían igual por la misma razón. Constantemente preguntaba la razón de mi insistente necesidad de salir de casa. Y yo no tenía el valor de decirle la verdad.
Era un completo cobarde.
Ni siquiera podía proteger a las personas que amaba ...
— ¿Estás haciendo las maletas? ¿Tan pronto? — dijo mi madre con la voz entrecortada, detrás mío.
Cuando alcé la mirada, la vi parada en la puerta de mi habitación, un paso detrás, aun sin entrar. Sus ojos enrojecidos me miraron con tanta intensidad que desvié la mirada. Asintiendo con la cabeza.
— ¿Cuándo vendrás a casa de nuevo?
— No lo sé – confesé con tristeza.
Para ser sincero, lo único en que había pensado los últimos días era en el encuentro inesperado que había tenido con Fort.
— ¿Que está sucediendo? — cuestionó aún con más desconfianza.
— Nada, nada Mamá. Solo ... solo deseo vivir lejos de casa. Cuando estaba en Italia me gusto mucho vivir por mi cuenta y la verdad deseo hacerlo aquí también.
— Si no puedes manejarlo, vuelve. Creo que tu padre y yo queremos que tengas una vida más tranquila, sin tantas preocupaciones. Aquí lo tienes todo. ¿Está bien? ¿Prométeme que lo consideraras y cuando tengas dificultades regresaras a casa?
— Está bien — mencioné, regalándole una sonrisa fingida, mientras la atraía a mis brazos en un fuerte abrazo; cuando en realidad lo único que deseaba era nunca volver a esta habitación, a esta casa, a esta prisión. — Prometo que regresaré por ti. — susurré.
La imagen del rostro de Fort, aún estaban dentro de mi cabeza.
La extraña mirada, que después se convirtió en terror, aún me martirizaban.
Había imaginado innumerables escenarios de nuestro encuentro, pero ninguno había acertado con la realidad. Durante los últimos años creí que podía olvidar sus hermosos ojos, su hermosa sonrisa y su aroma envolvente, pero nada de eso había sido posible. Mucho menos cuando las hermosas muchachas que mi padre había mandado a mi oficina para seducirme, solo lograban recordarme a él. Si no tenían el color negro de su cabello, tenían la sonrisa hermosa o los ojos soñadores, pero ninguna de ellas hablaba con tanta ternura como siempre lo había hecho Fort con Yaya o aquel joven guitarrista.
— Khun Peat! —
El gritó de Win me atrajo y cuando me disponía a salir de la habitación. Win apareció, deteniéndose un segundo para saludar a mi madre y esperar a que ella saliera de la habitación.
— ¿Qué sucede?
— Nuestro enemigo comercial, intentó atacar a Mhok y a los otros muchachos. Al parecer uno de los hombres que atrapamos la semana pasada era hijo de su amigo.
Asentí. Comprendiendo la situación. Mientras ataba cabos.
— El contrato ya esta firmado. Pero, aun así, has un seguimiento de la transacción y de los depósitos bancarios. Necesito el reporte hoy mismo.
— Si. — respondió Win, dando pasos largos fuera de mi habitación.
— ¡Espera!
— Si, khun.
— Me estoy mudando hoy mismo. Así que quiero el reporte en mi departamento esta noche.
— Claro que sí.
— Ten cuidado cuando entres. No dejes que nadie te vea.
— Entendido—
**
Varias horas después la última caja, fue dejada sobre el piso de la sala por los trabajadores de mudanzas. Mirar a mi alrededor hacia que me sintiera cada vez más agotado a pesar de que aún no había comenzado a abrir ninguna de las cajas con mis pertenencias.
Me lancé sobre el pequeño sillón, cerrando los ojos e intentando olvidar todo este desorden y cuando apenas abrí los ojos, varias horas más habían pasado y cada una de las cajas que horas antes habían estado regadas por toda la sala, habían desaparecido.
Un olor acogedor se expandió por el aire y mi estomago gruño ante la necesidad de probar algún alimento.
— ¿Estás despierto?
— ¿Cuánto tiempo llevas aquí? ¿Cuándo llegaste? — respondí con más preguntas.
— Llegue hace dos horas.
— ¿Porque no me despertaste?
— Te veías muy cansado, así que aproveché para ordenar todo y cocinar algo.
— No tenias que hacerlo — dije algo avergonzado. — Pero ... gracias.
Win no se inmuto. Solo sonrió en una media sonrisa y luego siguió moviendo algo dentro de la olla.
— Deberías lavarte las manos. La cena esta lista.
— Ooohh está bien — respondí, corriendo al baño.
Cenamos en silencio y cuando me dispuse a cambiarme de ropa, unos pequeños golpecitos interrumpieron en mi habitación.
— Entra –
Apenas ingreso en mi habitación, Win, me entregó los documentos que horas antes le había pedido. Los revisé con cuidado y volví a mirarlo.
— Parece estar todo en orden
Asintió.
— Al parecer solo quieren provocarnos un poco.
Asentí, para dejar los papeles sobre el velero. Desabroché los botones de las mangas de mi camisa y luché por unos segundos con el botón en el cuello.
— Khun Peat, estaré vigilando cada uno de los movimientos del enemigo. No se preocupe, me encargaré de todo – mencionó Win, mientras retiraba mis manos, para desabrochar el botón de mi camisa.
Durante los dos últimos años, aquella intimidad entre nosotros se había vuelto cada vez más constante.
— Win...
— Dígame.
— ¿Te aseguraste de que nadie te viera entrar en mi departamento?
— Si.
— ¿Te aseguraste de que Mhok, no te siguiera?
— No. Nunca me atrevería a ponerlo en peligro.
Sonreí.
— Bien ... eres como siempre mi Winner.
Win asintió.
Inclinándose ante mí, como de costumbre.
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NUNCA DEJES DE SONREIR
Fiksi PenggemarDos mejores amigos amándose en secreto por más de cinco años, con el miedo constante de sacar a flote sus sentimientos y romper lo único que los une. Su única e inigualable amistad. Un joven hombre llegando a su país, después de siete años estudian...