CAPITULO 35: MIEDO

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PEAT

Tener a mi hermano de vuelta, después de que viviera muy bien en los últimos años, me causaba una gran preocupación. Y más porque sabía lo que estaba por venir.

Apenas habían pasado unas horas cuando decidió aparecer en la puerta de mi departamento.

— ¿Qué haces aquí? ¿cómo supiste mi dirección?

— No te preocupes mucho. Vine con mucho cuidado de no ser visto por ninguno de los hombres de nuestro padre. ­­— Mencionó entrando al departamento para sentarse en el sofá, con mucha comodidad.

Lo observé con detenimiento, ignorando por completo, cuando se detuvo a observarme sin decir ninguna palabra por más de un minuto.

— ¿Estuviste llorando? ¿Qué sucedió? ¿Quién te lastimó? — preguntó, levantándose del sofá, para tomar de mi rostro con fuerza en el mismo instante en el que traté de escondérselo.

— Claro que no. Porque lloraría ­—dije luchando con fuerza para soltarme de su agarre, mientras huía a la cocina en busca de algo de beber.

— ¿Por qué estás aquí? — pregunté con mucha preocupación.

Nuestro padre no perdonaría su traición y cuando por fin descubriera que había regresado, trataría de encontrarlo a como dé lugar.

— Sabes que, si nuestro padre se entera de que regrésaste es capaz de encontrarte incluso bajo tierra — Comenté.

Bebí un poco de agua, lo miré hacer una pequeña mueca antes de que contestara con algo de decepción.

— Lo sé. Por eso vine aquí por primera y última vez.

— ¿A qué te refieres?

— No voy a acercarme a ti y mucho menos a nuestro padre. Todo lo que esté relacionado con él no me importa en lo más mínimo.

— ¿Qué estás diciendo?

No podía creer lo que escuchaba de sus labios.

— ¿Porque crees que huí? ¿crees que no se nada de lo que nuestro padre hace? – dijo con un tono de incomodidad. Antes de continuar: — Se muy bien que tú lo sabes también. — aclaró mirándome con intensidad.

Entendía muy bien el punto exacto de lo que intentaba decir, pero aún no lograba comprender cómo podía dejar a nuestra familia atrás.

— ¿Qué hay de nuestra madre?

No respondió.

— Si aún sigo aquí, es porque yo si pienso en ella.

No quería que mis palabras sonaran filudas, pero al ver su rostro desencajado podía deducir lo que estaba pensando.

— No quería decirlo así, pero creo...

— Tienes razón. Tú si piensas en ella y aunque no lo creas prefiero mi libertad antes de seguir atado a las cuerdas de nuestro padre, sin ninguna oportunidad de huir.

— Boss...

Negó.

— Sabes muy bien que mamá nunca dejará a nuestro padre.

— Lo sé, pero cuando por fin pueda des-enmascararlo, Mamá creerá en mí.

Mi hermano menor volvió a negar con la cabeza.

— Aún no has comprendido nada en todos estos años P'Peat.

Agaché la cabeza con tristeza. Habían pasado muchos años y aunque siempre habíamos hablado por llamadas, no lograda encontrar a mi hermano. Este hombre solo parecía un desconocido ante mis ojos.

NUNCA DEJES DE SONREIRDonde viven las historias. Descúbrelo ahora