CAPITULO 17: VOLVERTE A VER

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FORT

Después de casi un mes buscando empleo, una pequeña compañía había llamado. Salía desde muy temprano por la mañana y regresaba a casa por las tardes antes de la cena. Al volver a casa Yaya me esperaba en la puerta como todos los días, sentada en la pequeña grada de nuestra puerta con una chamarra grande que le llegaba casi hasta los pies y unas pantuflas en forma de oso panda.

- ¡Yaya! –

La joven señorita corrió hasta alcanzarme, se abrazó a mi brazo y tomó mi maleta.

- P'Fort ¿Estas cansado? ¿Cómo te fue en el trabajo?

Estaba acostumbrándome a aquellas preguntas cada vez que llegaba a casa, así que con una sonrisa mencioné:

- Me fue muy bien en el trabajo, pero extrañe mucho a Yaya. – aclaré regalándole una sonrisa.

- P'Fort. También te extrañe muchísimo – dijo devolviéndome la sonrisa.

Cuando ingresamos a casa, Yaya dejó mi maleta sobre el sofá y corrió hacia la cocina, mientras me hablaba entre gritos.

- Lávate las manos, la cena esta lista. –

Obedecí sus órdenes, después de entrar a mi habitación y cambiarme de ropa.

Todos los platillos que Yaya había preparado me recordaban a mi madre, aunque ahora la recordaba con una nostalgia completamente diferente. Algunas veces lloraba sin parar y otras como hoy solo me causaban punzadas suaves, tristeza y remordimientos.

- ¿Qué pasa?

- Nada – dije tomando uno de los cubiertos para probar la sopa en mi plato.

La comida estaba exquisitamente deliciosa.

- ¿Te gusta? – preguntó – Intenté hacer una nueva receta. Nunca antes hice este tipo de sopa – agregó mirándome con curiosidad.

Realmente Yaya era muy buena cocinando y en verdad quería elogiarla, así que intente hablar cuando el timbre de la puerta nos interrumpió.

- ¿Quién puede ser? – mencionó mirándome.

- No lo sé – respondí, sin tener la menor idea.

Nunca recibíamos visitas. Así que me levanté del comedor y caminé hasta la puerta con curiosidad. Al abrir la puerta mis ojos se encontraron con los ojos marrones de Peat. Su rostro se veía más pálido y su mirada era completamente extraña.

¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que lo habiamos visto?

- Khun Peat.

Mis labios susurraron su nombre.

- ¿Esta Yaya en casa?

La voz fuerte del empleado de Khun Peat, hizo que desviara mi cabeza en su dirección, con la intención de que me percatara de su presencia.

Asentí.

- ¡Yaya! – grité desde a puerta. Para verla asomar la cabeza desde el comedor. –¡ven! – mencioné haciendo un gesto con las manos para que se acercara.

Yaya se asomó a la puerta con una sonrisa, que después se borró de su rostro al ver a Khun Tin. El asombró se apoderó de ella, antes de que el enojo se apoderará por completo de su rostro. Sus cejas se curvaron y su mirada se volvió dura.

- Yaya – pronunció Tin al verla.

- P'Tin – dijo con la voz algo dura. Desviando la mirada antes de que se fijara quien estaba detrás de Tin.

NUNCA DEJES DE SONREIRDonde viven las historias. Descúbrelo ahora