CAPÍTULO 2: LA BRILLANTE SONRISA DE VUELTA A CASA

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PEAT

Estiré los brazos, relajando los músculos en mi espalda, después de varias horas de viaje. Miré el cielo a través de la ventana, había llegado a mi país de origen. Mi niñez recorrió por mi mente como una cinta de película y sonreí al recordar la última vez que estuve en este aeropuerto. Mi madre había llorado todo el camino y mi padre a pesar de lo duro y frio que solía ser, me dio un abrazo fuerte con pequeñas gotas de lágrimas en los ojos.

A lo lejos vi a madre con un gran cartel que decía "Bienvenido mi dulce melocotón", sonreí, evitando que la vergüenza cubriera mis mejillas. Mi madre no había cambiado incluso con los años. No importaba cuanto le pidiera que dejara de llamarme así, porque era la manera más dulce de hacerlo, aunque eso me causó burlas toda la primaria y gran parte de la secundaria mientras era estudiante.

Cuando llegamos a casa, mi padre abrió el gran portón de rejas, ahora remodelado.

La casa donde había vivido toda mi vida, ahora parecía ser otra. Recordé como solía correr de un lado por las callejuelas en compañía de mi hermano menor. Ahora ni él estaba aquí conmigo.

- Papá, Nong..

- No te atrevas a mencionarlo. Él ya no pertenece a esta familia.

- Papá..

Quise refutar, pero la mirada en sus ojos hizo que me callará en solo un instante. Miré a mi madre y ella me devolvió la mirada con tristeza, antes de agachar la cabeza y entrar a la casa detrás de mi padre.

Incluso varios días después en la mesa del comedor el silencio fue pulcro. Mi padre mantuvo su rostro frio y enojado. No volví a mencionar a mi hermano, sabía que era mejor no hacerlo.

- Peat!

- Si, padre. – respondí al instante en el que escuché mi nombre.

Creí que mi padre tardaría en hablar conmigo al menos uno o dos meses. Recordé la última vez que se había enojado conmigo y solo recordé un triste recuerdo. En aquel tiempo mi hermano menor me llevó al centro de la ciudad donde había un gran mural de artistas callejeros pintando con pintura y spray en mano. Eso enojo mucho a mi padre, nunca debíamos desobedecerlo y mucho menos desacatar sus reglas.

- Prepárate. Hoy voy a presentarte a todos mis socios.

- Si, padre.

Entre mi padre y sus negocios había una unión muy difícil de entender. Incluso si yo era su hijo, no sabía nada sobre su trabajo. Talvez ahora había llegado el momento de conocer su trabajo, de conocer a sus socios y involucrarme en el negocio.

Por la noche, salí con mi padre de casa, encontrándonos con un auto negro estacionado frente a nuestra puerta. El hombre a cargo del volante, bajó del auto con un terno negro muy bien planchado y sin ninguna mancha en él. Estaba perfectamente vestido. Hizo una reverencia hacia mi padre y le abrió la puerta para que pudiéramos entrar. Estuve en silencio, mientras hablaban en palabras clave, pero al llegar a nuestro destino, lo primero que vi fue un gran edificio, con un gran letreo con letras de luces brillantes. Varios hombres agacharon la cabeza en una reverencia, para luego abrirnos la puerta principal. Mi sorpresa fue aún mayor cuando al entrar, nos esperaban una fila de hombres vestidos igual al conductor, todos ellos se agacharon al vernos pasar y otro se dirigió a mi padre con la palabra "señor".

Algo no estaba bien. Podía presentirlo. Incluso si este era el trabajo de mi padre ¿Cómo era posible que mi madre tampoco lo supiera? No quise hacerme más preguntas, pero muchas más llegaron a mi cabeza, cuando ingresamos a una gran sala con habitaciones personales, Donde varios hombres en terno nos esperaban.

NUNCA DEJES DE SONREIRDonde viven las historias. Descúbrelo ahora