PEAT
Tin se encontraba frente a la puerta abierta con Win inmovilizado en sus manos, mientras le apuntaba con un arma en la cabeza.
— ¡No lo lastimes! — exclamé.
El corazón se me aceleró, miré a todos lados y cerré la puerta después de que Tin entrará en la habitación.
— ¿Como llegaste hasta aquí?
Tin no respondió. Solo siguió atando las manos de Win en el cabecero de la cama. La tensión entre ambos era extraña. Por un lado, Win lo observaba con una extraña expresión en el rostro, mientras Tin tenía el enojo plasmado en su rostro.
— ¿Como está tu herida? —le escuché susurrar a Win.
Al parecer Win había lastimado a Tin.
— ¿Te lastimó? ¿dónde? — dije acercándome hasta Tin y divisando su cuerpo.
— Solo fue algo pequeño — agregó Tin, calmándome.
Win nos observó. Hizo un pequeño bufido y agregó.
— No morirá. Tiene más vidas que un gato.
— ¡Cállate, imbécil! — dijo Tin dándole un puñetazo en la mejilla e impidiéndole que siguiera hablando. ¡Cállate, maldito traidor! Si no fuera por Khun Peat, ten por seguro que ya te hubiera matado— agregó Tin.
Las cejas de Win se arquearon, me mordió el labio y evitó mirarnos.
Tin por su parte tomó de una de mis manos, me entregó un arma y me guió de vuelta a la puerta.
— Yo no puedo decir lo mismo. Si no fuera por mí, ahora estarías muerto — comentó Win antes que diéramos un paso fuera de la habitación.
Tin apretó mi mano en la suya. Se detuvo por un segundo y luego continuamos con nuestro camino. Huimos por el escondite secreto de Tin. Ninguno de los hombres de mi padre parecía haber estado en casa esa mañana y en el momento exacto en que volví a sentir mi libertad, los brazos de Tin me acogieron en un suave abrazo.
Sentí el calor de su cuerpo envolver cada parte de mí. Por un instante olvidé todas las veces en las que me sentí completamente solo. Tin seguía siendo el mismo hombre que había conocido cuando apenas volví a Tailandia, después de haber tomado la peor decisión de mi vida.
— Khun Peat ... Estoy aquí. Yo...
— Tin.
— Todo esta bien. Puedes llorar. Estaré aquí pase lo que pase.
Aunque llorar se había convertido en mi mayor pasatiempo, me era imposible dejar atrás la fachada que había creado estos últimos días.
— Yo nunca lo traicionaré. Yo...
— Tin. ¿Dónde está Fort? ¿Por qué no estás con él?
El miedo se apoderó de mí. Miré los ojos llorosos de Tin y por primera vez dejé de lado lo que deseaba saber de Fort y miré meticulosamente la tristeza en sus ojos.
— ¿Qué sucede? ¿Le pasó algo a Fort o Yaya?
Tin me contó detalladamente todo lo que había pasado desde el día en que interrumpí en casa de Fort, para después ser atacados por Win y los hombres de mi padre.
— Esa tarde después que mi amigo llegará a casa, le pedí a Yaya que se fuera con él.
— ¿Qué amigo?
— El hermano de Yaya. Fue el quien llamó a la policía.
A pesar del dolor que mostraba al hablar del tema. Respiró profundo y prosiguió.
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NUNCA DEJES DE SONREIR
FanfictionDos mejores amigos amándose en secreto por más de cinco años, con el miedo constante de sacar a flote sus sentimientos y romper lo único que los une. Su única e inigualable amistad. Un joven hombre llegando a su país, después de siete años estudian...