CAPÍTULO 14: PRISIONERO

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PEAT

Logré pretender frente a Fort y Yaya, la verdad no podía ser valiente y contarles la verdad sobre Tin. Los primeros días, Yaya me insistió mucho con encontrarse con Tin, pero después de que le pusiera las excusas más tontas, una buena excusa salió de mí.

Al principio pareció dudar un poco, pero días después dejó de preguntar por él. En estos días, Fort había recuperado un poco de su alegría. Y todo se debía a Yaya.

Ella era una jovencita muy risueña y al igual que Fort tenia una sonrisa que iluminaba incluso la oscuridad más profunda.

- P'Fort – La escuché gritar desde muy lejos, mientras corría en nuestra dirección.

Aunque no me era fácil escaparme de casa, debía de admitir que me estaba volviendo un experto en eso.

No quería que nadie supiera de mi extraña relación con Fort. Porque al parecer no tenía ninguna opción de llegar a su corazón ahora herido, pero, aunque no lo habíamos dejado en claro, algo me decía que al menos ahora éramos amigos. Talvez no los mejores amigos, aunque eso contaba mucho para mí.

- HEY ¡Cuidado, Yaya! – gritó al verla tropezar con una pequeña roca.

Alcé la mano, tratando de ayudar, pero Fort fue más rápido y cogió a Yaya en sus brazos. Los miré por un segundo. Yaya sonrió avergonzada y Fort se dedicó a limpiar sus zapatos.

¿Por qué era tan tierno y amable con ella?

No había vuelto a ver ese trato en él. No, después de aquel joven guitarrista.

Aunque Fort ya no lo mencionaba, estaba seguro que no lo había olvidado. Era obvio. ¿Quién podría olvidar a alguien tan fácil?, talvez solo si nunca lo hubiera amado de verdad.

¿Por qué esperaba que también me tratara de la misma manera?

- Lo siento – La escuché decir muy bajito, con las mejillas ruborizadas.

Me acerqué a ellos y mirando como escondía la mirada, dije:

- Deberías tener mucho cuidado – Y mirando las manos de Fort, que ataban los cordones de sus zapatos, agregué –: Podrías lastimarte. No creo que una niña quiera tener heridas o cicatrices. ¿verdad?

Ella no me miró de frente, solo asintió y volvió a decir "Lo siento"

Su comportamiento era cada vez era más extraño. Y raramente preguntaba por Tin. ¿Acaso también estaba interesada en Fort?

Di varias vueltas en la cama, rodando de un lado a otro con nuevas preguntas en la cabeza.

¿Talvez les estaba dando el tiempo suficiente a solas para que ambos desarrollaran sentimientos el uno por el otro?

Negué. Eso no podía estar sucediendo.

Quería descartar esa posibilidad de mi mente, pero mi terco corazón se apretaba de dolor con solo pensarlo.

El sonido de unos pasos acercándose a mi puerta me hizo reaccionar y mantenerme alerta. Me senté rápidamente y miré una sombra por debajo de la puerta.

- Sr. Peat – Escuché la voz de uno de los hombres de mi padre, que ahora me mantenía bajo su cuidado.

- Si – grité desde donde me encontraba. Obteniendo como respuesta su silencio.

Maldije.

Me levanté de la cama y abrí la puerta.

- Que deseas – agregué al verlo escribir algo en el teléfono celular que traía en las manos.

NUNCA DEJES DE SONREIRDonde viven las historias. Descúbrelo ahora