CAPITULO 41: ME ABANDONASTE

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NOEUL

Durante el interrogatorio del guardaespaldas de Peat, varios documentos fueron llegando y entre ellos los documentos en los que me afirmaban como sospechoso del asesinato de la madre de Fort, hace cinco años. Me mantuve calmado cuando uno de los agentes policiales me pidió acompañarlo hasta la comisaría. Fort parecía asustado y por primera vez desde que había regresado, se puso delante mío para protegerme. Sonreí al ver su rostro serio, sus cejas arqueadas y su cálida mano tomar la mía.

Quería detener el tiempo, pero el agente policial frente de mí, esperaba por una respuesta, así que traté de tranquilizar a Fort, le pedí que se quedará con Tin y salí del hospital, rumbó a la comisaria.

En aquel lugar todo era un caos. Unos cuantos policías redactaban documentos en sus computadoras, mientras otros, me miraron detenidamente hasta que el policía junto a mí, abrió la puerta en la cual entramos. Se sentó frente a mí y preguntó una y otra vez por cada pequeño detalle de aquel día. Comencé contándole porque había regresado a casa el día de nuestra graduación, proseguí contándole sobre la conversación entre mi padre y la mamá de Fort y por último conté detalladamente como varios hombres forcejearon la puerta, irrumpiendo en la casa y en menos de un pestañazo el sonido de los balazos se escuchó.

— En ese momento, mi padre tomó de mi brazo buscando una manera de escapar del lugar. Entonces fuimos hasta el jardín y derribó la puerta trasera, que lleva a un callejón, paralelo a la cuadra principal. Al principio no quise irme con mi padre, pero el me aseguro que no lastimarían a la madre de Fort, porque era a mi padre a quien buscaban.

— ¿Sabes quiénes son esas personas y porque buscan a tú padre?

Negué.

— Lo único que se es que mi padre huía de ellos, porque cuando estuvimos en el extranjero aun teníamos que cuidarnos para no ser encontrados.

— ¿Dónde está tu padre? ¿Regreso a Tailandia contigo?

Volví a negar.

— No sé su dirección actual, ya que incluso con los años no nos hemos establecido en ningún lugar. Además, mi padre no sabe que regresé a Tailandia. Pero hasta antes de que viniera aquí, estuvimos en Canadá.

Todas las preguntas iban siendo contestadas una por una y cuando me preguntaron sobre el caso de hoy solo respondí con sinceridad.

— No se nada. No estuve en casa cuando sucedió. Llegué con Fort, cuando todo ya había sucedido. – Aclaré.

Después de varias horas, por fin me dejaron en libertad. Al parecer no había pruebas contra mí, pero aún me mantendría en investigación. Cuando salí, encontré a Fort ahí. Estaba con la mirada perdida, sentado en uno de las banquetas frente a la habitación donde me habían interrogado por horas.

— Fort — dije su nombre. Sentándome a su lado con delicadeza de ser notado.

— P'Noeul ¿Estas bien? —

Sus ojos mostraban cansancio y sus hombros caídos me dijeron que era él quien no se encontraba bien.

— Estoy bien — dije tomando una de sus manos. Fort no se apartó en ningún momento y un pequeño revoloteo de emoción se apoderó de mi corazón. — Debemos ir por nuestras cosas y buscar un nuevo lugar para vivir — mencioné sigilosamente.

Fort asintió.

Me dio una chaqueta que traía consigo y se levantó para caminar fuera de la comisaría. Esa noche dormí en la que alguna vez fue mi habitación. Apreté la almohada y hundí mi rostro buscando inundarme de la fragancia de Fort que se encontraba impregnada en ella.

NUNCA DEJES DE SONREIRDonde viven las historias. Descúbrelo ahora