CAPITULO 39: VERDADERA NATURALEZA

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La imagen de la que alguna vez fue mi hogar se encontraba a solo unos pasos de mí. Mis ojos hinchados por las lágrimas se habían recuperado después de horas llorando mientras recordaba cada palabra, cada mirada e incluso cada gesto por parte de Fort, Ahora en ellos solo se reflejaba la ferocidad de mi ira.

Una gran cantidad de guardias custodiaban la entrada con gran seriedad. Los observé por unos segundos, caminé hasta la entrada y los vi abrir la puerta en silencio. Otra gran cantidad de hombres me observaron caminar hasta el patio de la casa, hicieron una reverencia y murmuraron entre ellos.

—¿Dónde está Win? — pregunté con un gritó feroz.

Se miraron unos a otros sin mencionar ni una sola palabra.

— ¡WIN! —

No tuve la necesidad de gritar de nuevo, Win apareció cojeando a pasos lentos.

— Aquí estoy señor— respondió acercándose hasta estar frente mío.

Lo observé un tanto demacrado. Sus labios tenían un gran moretón y una pequeña abertura, que hizo que mi curiosidad quisiera preguntar por lo que le había pasado.

— ¿Dónde están los hombres que fueron contigo?

Win agachó la cabeza, se hizo a un lado y me permitió caminar por el mismo pasillo por el cual había aparecido. Dentro de la residencia de empleados, un número de guardias descansaban en el vestíbulo, con uno que otro moretón mientras reían entre ellos.

Me observaron por un segundo, se levantaron y ante la mirada atónita de Win disparé contra uno de ellos. El hombre cayó desplomado ante la mirada de sus amigos. Volví a apuntar contra otro de ellos y dije:

— ¡¿QUIÉN SE ATREVIÓ A TOCAR LO QUE ES MÍO?! —

Me miraron atónitos. Uno de ellos sacó su arma y antes de que intentara apuntarme, volví a disparar en seco.

— ¡¿QUIÉN SE ATREVIÓ A LASTIMAR A MI GENTE?! — grité, apuntando de nuevo y apretando el gatillo para matarlos uno a uno.

El sonido de las balas alertó a los guardias ya que, en menos de una pestañada, una gran cantidad de ellos me rodeó. Win se mantuvo en el mismo lugar en el que se había posicionado antes de que disparara y sin nada de miedo me miró de frente cuando apunte directo a su pecho. Sus ojos parecían reflejar rendimiento. Como si hubiera esperado por este momento o simplemente porque aceptaba su final.

Podría parecer duro, pero, aunque le apuntara con una pistola, sabia que podía apretar el gatillo. Al menos no si se trataba de él.

— ¡Bravo! ¡Bravo! — Se escuchó no muy lejos de ahí. Mi padre aplaudía con una gran petulancia. Y cuando se acercó lo suficiente volvió a declarar: — Ese es mi hijo.

Lo miré con resentimiento.

— Parece que tenemos bajas. Hiciste un gran trabajo. — mencionó mirando a los hombres tendidos en un gran charco de sangre. — Espero que estés satisfecho. Si no los matabas tú, los iba a matar yo. — Aclaró, apuntando a la cabeza de Win.

El aire en mis pulmones desapareció y luché por no mostrar el miedo que me daba que terminara lastimándolo.

Seguí apuntando. Cerré los ojos y disparé muy cerca de la clavícula de Win. Este cayó desplomado ante la mirada atónita de mi padre.

— Te atreviste a dañar a mi gente. Y todo porque este — dije señalando a Win...

¡Todo por este maldito traidor!

NUNCA DEJES DE SONREIRDonde viven las historias. Descúbrelo ahora