CAPITULO 10: DULCE REFUGIO

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PEAT

De dos en dos entraban las pocas personas que habían llegado hasta el lugar para dar sus condolencias. Fort aún se encontraba en estado de shock, sus lágrimas no cesaban y su piel trigueña se había convertido en una pálida piel blanca.

- Señor –

Tin se acercó con cautela, para hablarme al oído muy bajito.

No quería que Fort estuviera solo, pero no podía correr el riesgo de que mi padre pudiera descubrir todo lo que hacía en secreto. La última vez que me reuní con él, había salido con golpes suaves gracias a Tin, él me había defendido sin importarle su propia seguridad. Aun recordaba su cuerpo magullado por los golpes y su labio ensangrentado mientras me cubría con su cuerpo.

Aquel día había visto y presenciado lo cruel que podía ser mi padre.

- Señor, no podemos perder más tiempo – lo escuché repetir con desesperación.

Me levanté, caminado con rapidez hasta donde se encontraba Fort.

- Fort, tengo que irme ahora, pero prometo...

- Está bien. Comprendo, muchas gracias Khun Peat. – respondió apenas en un susurro doloroso.

- Prometo volver dentro de poco. Tin se encargo de todo y enviará a alguien para cuidar de ti mientras no pueda volver. ¡FORT!

Cuando mencione su nombre una vez más, alzo la mirada, dejándome ver sus ojos hinchados por las lágrimas y su mirada enormemente triste.

- No voy a dejarte solo. Iré a tu casa y asegurarme de que te encuentres bien. ¿ok?

Asintió.

- Talvez la policía venga ...

- Señor – Dijo Tin. Recordándole con el tono de su voz, que debíamos de volver ahora antes de que mi padre pudiera atraparnos.

Antes de salir me giré una vez más, lo vi hablar con algunas mujeres mayores y aunque no podía dejar de pensar en sus sentimientos, tuve que salir de ahí y volver a ese maldito bar.

- Señor, aún no he podido sacar los documentos que necesita. – mencionó Tin apenas subimos al auto.

- No tenemos prisa Tin.

- Su padre tiene algún asunto privado estos días y sus hombres se han manejado todo muy en secreto.

- Tenemos que descubrir, en que ha estado ocupado estos días. Tiene que ser algo muy importante para que mi padre se tome el tiempo de manejarlo por sí mismo.

Tin asintió y volvió su concentración en el GPS del auto.

Lo revisó varias veces y tras darse una vuelta por una calle un tanto estrecha y sin pavimentar. Volvió a prender el GPS.

- ¿Crees que este vigilándonos ahora?

- Señor. Su padre ya no confía en mí, pero aún me mantiene a su lado porque su seguridad es su prioridad.

- ¿Cuándo me dirás lo que sabes de mi padre?¡porque tienen que protegerme?

- Señor.

- ¿Vamos Tin?

- Ahora no podemos hablarlo. Se lo diré. Seguro que se lo diré.

Después de asegúrame que en algún momento me diría todo lo que sabia, aceleró. Estacionándose en la puerta principal.

NUNCA DEJES DE SONREIRDonde viven las historias. Descúbrelo ahora