No nos paren - Lucas

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Un año después

—Lucas, ¿estás seguro de que no quieres pensártelo mejor? —pregunta Juls mientras me ayuda a cargar cajas para llevarlas al coche.

—¡Te estoy oyendo! —le grita Mariana desde el pasillo.

—Vas directo al infierno —susurra—. Luego no digas que no te he avisado.

—¡Que te estoy oyendo, te dije ya Juliana! —vuelve a gritar Mariana, mucho más ofendida que antes.

—No cuenta como infierno si te gusta cómo arde —susurro, y siento un golpe de Juls.

Hace apenas un par de días le pedí a Mariana que se viniera a vivir conmigo, total, ya pasaba más tiempo en mi depa que en el de su hermana, y ella aceptó.

—No es que no te agradezca que la mantengas distraída en esas cosas corporales— La muy idiota se ríe condescendiente, y yo debería advertirle de que su hermana está a punto de lanzarle una zapatilla, pero no lo hago, prefiero disfrutar del zapatillazo—, es que odio las mudanzas. Y mucho más malgastar mi día libre en una. ¡Auch! Marianaaaa!!!

—Te he avisado dos veces —se justifica ella.

—Conque esas tenemos, ¿eh? —amenaza Juls, mientras avanza en su dirección.

Mariana intenta huir, pero ella es más rápida y la atrapa, la abraza y la sube en el aire para acribillarla a cosquillas, mientras ella patalea y se retuerce para intentar soltarse, sin parar de reír.

—¡Lucas! —chilla—. ¡Ayúdame!

—Lo siento, pequeña, pero esa no es mi guerra.

—¡Traidooor!

—¿A qué vienen esos gritos? —pregunta Valentina cuando llega al salón y se encuentra con la escena—. ¡Oye! No seas mala —increpa a Juls.

—¡Empezó ella! —se defiende.

Cuando Mariana, por fin, consigue deshacerse de su hermana con la ayuda de Valentina y se recompone me clava una mirada que pretende ser intimidante, pero no lo consigue, es verde y tiene una sonrisa pícara como acompañante.

—No me has ayudado —me recrimina—. ¡Esto no va a quedar así!

—Estoy deseando que cumplas tu amenaza en cuanto lleguemos a casa. —La agarro por la cintura para pegarla a mi cuerpo y ella se pone como un tomate. Es adorable.

—¡Eh, tortolitos! —Esta vez soy yo el que se lleva el golpe por parte de Juls—. ¿Les importaría dejar las insinuaciones para cuando estén solos? , respétenme! Y tú no te pases de listo es mi hermanita ok. Andate con cuidado!

Una vez que hemos metido todas las cajas en el maletero del coche pedimos comida china.

—No me digas que la casa no parece más grande —masculla Juls, echando una ojeada a su piso.

—Confiesa que, en el fondo, me vas a echar de menos cariño.

—Ni lo sueñes—responde ella.

Y, por mucho que le cueste reconocerlo, todos sabemos que miente.  

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Me encontraba sentado en la mesita de la cocina, disfrutando de un delicioso sándwich de queso y jamón, mientras que mi novia dormía plácidamente. Habíamos pasado casi toda la noche conversando sobre cómo sería nuestra convivencia ahora que estaba ella aquí conmigo, viviendo juntos. Porque ambos sabíamos que ya no había vuelta atrás, que no había opción de irse a otra casa a pasar la bronca, ya era oficial éramos nosotros dos.

—Cariño, ¿Por qué no me despertaste? —esa dulce voz, interrumpió mis pensamientos.

—Quería que descansaras un poco más —respondí, al rodear su cintura para darle un beso de buenos días.

—¿Descansaste alguito? —investigó, al tomar un poco de mi jugo.

—No como hubiese querido —manifesté, sin poder mirarla.

—¿Sigues preocupado por el nuevo proyecto? —preguntó, al sentarse en mis piernas.

—A ver Lucas, ten la seguridad de que cualquier problema que se presente, podrás resolverlo—besó mi frente—Ven, regálame una sonrisa —cogió mi mentón.

Mariana siempre encuentra la manera de hacerme sonreír y que mi mente deje todo aquello que me preocupa, pues la preocupación muchas veces viene del miedo. Y es que, lo único que debía hacer, era centrarme en aquello que tenía y no en lo que pudiera faltarme.

—¿Quieres que te acompañe a tu trabajo? —pregunté y ella asintió.

—Iré a ducharme, mientras, empácame algo para desayunar, por fis —dijo, al mismo tiempo que se marchó.

Mientras la vi alejarse, recordé lo mal que empezó lo nuestro, pero como el destino hizo esa jugada y me cruzó con una maravillosa mujer en el camino, y ella es el ser humano con el corazón más noble que existe en la tierra. Dejando de lado los pensamientos, la parte buena eran esos detalles, su compañía por siempre, nuestros hábitos compartidos, poder hacer el amor en cualquier lugar y a cualquier hora y tenerla siempre conmigo.  Sin duda fue una excelente idea que mí cuñada quisiera emparejarme con Mariana, mi solecito, mi aire, mi todo.

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