CAPITULO III

719 53 0
                                    

Seis años después…

Acababa de cumplir 18 años, y mi madre estaba encantada de que por fin podría presentarme ante la distinguida sociedad de Londres, habíamos esperado hasta este tiempo por pedido de mi padre, pero el plazo se había cumplido y la Condesa  Richmond estaba feliz de poder mostrarle a todas las señoras con lengua muy filosa, que la hermosa Helena estaba preparada para cualquier pretendiente que llegara con serias intenciones de compromiso. Después de que se anunciara el inicio de esta temporada, la invitación al baile de la Reina no se hizo esperar y mamá estaba como loca,  yo  habia sido arrastrada en esta locura, yendo a pruebas con la modista, paseos de compras para conseguir todo lo necesario para tan importante evento, pero yo solo quería hacer aquellas cosas simples que de verdad me interesaban, por eso le  pedi a Rose, mi doncella que me acompañara a un lugar muy especial y aquí estabamos en una zona, que no era tan adecuada para una señorita como yo, pero necesitaba conseguir un libro, uno que no se consideraba adecuado para mi, me cubrí con una capa negra para evitar que alguien me reconociera, fuera de la tienda me esperaba Rose, bastante intranquila, al conseguir lo que buscaba, sali muy apresurada y emocionada, con el libro en mis manos y sin darme cuenta, mi menudo cuerpo de repente se topó, con el de un caballero muy alto, tambaleándome casi al punto de caer, cuando con un movimiento rápido los brazos fuertes de él, evitaron mi caída,  que hubiera sido un espectáculo muy lamentable, ese movimiento brusco hizo que mi rostro quedará al descubierto y muy cerca del suyo, al verme en esa situación, rápidamente traté de acomodarme, a lo que mi salvador dijo con una sonrisa muy seductora.

-¡Por Dios!  ¿Se encuentra usted bien?- dijo mirándome a los ojos

-Si…gracias, estoy bien. -dije algo confundida-Aunque, déjeme decirle que esto no hubiera sucedido, si usted no pasara por aquí de esa manera tan apresurada, hay damas que podemos ser atropelladas.- dije reprendiendolo.

-Bueno, Señorita …permítame decirle… que por estos lados no hay muchas damas…más bien en estos sitios hay muchos hombres…y le aseguro que algunos no hubieran sido nada amables -mencionó en voz baja y con un tono sarcástico.

-¿Cómo se atreve?...¡soy una dama!-dije altivamente.

-¡Señorita!-  dijo Rose- ¡Debemos irnos!...se está haciendo tarde y usted tiene que prepararse para su presentación... su madre estará muy enojada, sino está lista a tiempo.- dijo para que me apresure.

-Si vamos…aquí ya terminamos.- Al intentar huir de ahí, aquel hombre me detiene y pregunta-¿Y a quién acabó de salvar?

-Eeem…Emily- dije casi convencida y soltando su agarre, pero vuelve a detenerme para entregarme el libro que se me había caído y mirando la cubierta comenta.- ¿Eloise? Creo que ese no es un libro para jovencitas.-furiosa lo tomé y nos fuimos de ese lugar.

-¿Pero quien se ha creído, para decirme aquello? Que mi lectura no es apropiada, ni siquiera sabe mi edad.

-Señorita… debió escuchar de su presentación y obviamente se dio cuenta. Además parece un hombre mayor y algo guapo.- dijo Rose divertida.

-¿Guapo? ¡Jah! y también entrometido. – dije con enfado

-Pero es guapo.-repitió Rose

-¡Por favor Rose! Mejor nos apresuramos o a mamá le va a dar algo.-tratando de cambiar de tema.

Llegamos a casa y ahí estaba ella, esperándo al final de las escaleras con el ceño fruncido y los brazos cruzados, señal de que estaba enfadada.

-¡Helena! ¡Te he estado buscando!.. ¿A que hora pensabas llegar?..- dijo mi madre algo enfadada.-Vamos tienes que prepararte.

-Si, madre- dije blanqueando los ojos con disgusto.

Rose me preparo la tina con agua caliente y pétalos de rosas. Al cabo de un rato sabía que venía la parte más difícil, tratar de que mamá no me arrastre en ese remolino de nervios en el que ya estaba sumida.

Mientras estaba de espaldas al espejo, mamá terminaba de dar los últimos toques a mi peinado. Me miró emocionada, para por fin decir.

-¡Estás preciosa!...¿verdad Rose, que mi niña parece una princesa?- pregunto con entusiasmo.

-¡Mamá!...¿No crees que es un poco exagerado?- dije mirando la falda que llevaba.

-Para nada, ¡mírate!- dijo al tiempo que me giraba hacia el espejo, y debo reconocer que la imagen que me devolvió me sorprendió, jamás me había visto tan hermosa, es más, nunca creí que lo fuera, y ahí estaba con un vestido blanco de seda, bordado, como si diminutas gotitas doradas descendieran desde el escote hasta la cintura, para volver a aparecer en el borde inferior de la falda que cubría mis zapatos blancos,  las mangas dejaban levemente al descubierto mis hombros, los guantes le daban un toque de elegancia sin igual, completando con las joyas que usó mamá en su primer baile, el maquillaje era natural y delicado, que sin exageraciones se notaba que lo habían aplicado, solo para resaltar mis suaves facciones, una cascada de rizos negros recogidos con una tiara finísima, caían sobre la blanca piel de mis hombros, al verme, elevé un poco mi mentón, para darle más elegancia a mi porte.

-Así hija, serás la más hermosa de toda la velada. Mantente erguida, relajada…pero elegante.- decía mamá mientras yo resoplaba.

-Lo sé, la práctica de tiro es una excelente disciplina, para mantener una buena postura, por lo tanto no tienes de que preocuparte.- dije para molestarla.

Al bajar las escaleras podía ver desde mi lugar, los rostros asombrados de mis hermanos, lo emocionados que estaban mis padres y la ternura en las miradas de mis cuñadas. Tomada de la mano de papá subí al carruaje, para emprender nuestro viaje a palacio.

LA SOMBRA DE UN AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora