Habíamos acordado el intercambio; sería en un lugar alejado de la ciudad, un camino muy poco concurrido, Joseph me acompañaba como siempre, entre sus pedidos, era yo quien debía ir, aunque nada me hubiera podido detener para tratar de recuperar a Helena.
Al llegar nos encontramos con un carruaje en muy mal estado, dos hombres que estaban allí, se acercaron para hacer el trato, por supuesto que les advertí que necesitaba ver, que quien estaba allí adentro era Helena, uno de ellos se acercó y la expuso frente a todos, para que estemos seguros de que era ella, estaba atada, sus ojos vendados y además amordazada, la empujó bruscamente dentro del coche y le advertí que la tratara bien y con cuidado, pero sólo respondió con amenazas, ahora querían el dinero en sacos separados como lo habían pedido, y solo ahí podría llevarme a Helena una vez que ellos se fueran, pero una vez que subieron a sus caballos uno de los hombres se acercó a los caballos del carruaje y los asustó, ambos se pararon en dos patas y corrieron a toda velocidad carrera abajo, perdiendo la estabilidad con cada movimiento, la desesperación se apoderó de mi, monté mi caballo, salí tras aquel coche en una carrera alocada, hasta que el carruaje volteó y fue a dar contra un árbol; ahí se detuvo, llegué a su rescate y al abrir la puerta, ella estaba ahí, desmayada y muy golpeada, la tomé en mis brazos, les pedí a los que me acompañaban, que acercaran nuestro coche, la subimos y partimos con urgencia para que pudiera revisarla el doctor; no sin antes dar la orden de que atrapen a esos desgraciados
-¡No los pierdan de vista!¡Van a pagar por esto! - pero de repente la mano de Helena, presionó mi brazo y con pocas fuerzas susurró...- ¡el puerto!- y se desvaneció, al instante los alerte -¡Vayan al puerto, esos malditos planean escapar...rápido! Sin más mis hombres y algunos de la guardia emprendieron en esa dirección a todo galope, mientras mi corazón se deshacía al verla allí, entre mis brazos tan golpeada; todos los temores se apoderaron de mi - Vas a estar bien mi amor- repetía mientras la abrazaba contra mi cuerpo, no podía perderlos, no lo resistiría; en ese instante solo pensaba en ella y el bienestar de mi hijo, pero cuando tenga a esos desgraciados frente a mi no me temblará la mano, para cobrarme lo que hicieron con ella.
Una vez en la casa, la llevaron a la habitación para atenderla el doctor y su asistente estuvieron mucho tiempo adentro; Lord Richmond estaba muy nervioso, su madre estaba dentro con ellos, yo iba de un lado para otro, me preocupaban las manchas de sangre en mi ropa, ¿que tanto había sido herida? Joseph llegó apresurado, casi sin aire, con la satisfacción en su rostro
-Milord, los tenemos... a los tres!- ¿Qué hacemos?- pregunto en voz baja
-Quiero que los vigilen, ahora no tengo cabeza para ellos, no cuando ella ... aun no se que pasa, nadie me dice nada.-Te aseguro que luego me ocuparé personalmente de ellos, pero... muestrales un poco de lo que pasa cuando dañan a quien amo.
-Entiendo- dijo Joseph y se retiro.
Había pasado mucho tiempo, la puerta se abrió y una mujer salió con unas cuantas sábanas, detrás salió el doctor, Lord Richmond y yo nos apresuramos a interrogarlo, pero levantó sus manos en señal de que nos calmaramos.
-Tranquilos, ella va a estar bien- el alma volvió a mi cuerpo
-Pero...- hizo una pausa seguida de un suspiro -se que sabían de su estado, por eso debo decirles...hice todo lo posible por salvar al bebé,...pero el golpe fue muy fuerte... lo siento Excelencia.
Sentí un inmenso dolor, como si mi alma se desgarrara una vez más, me deje caer sobre la silla detrás de mi y lloré sin consuelo, sentía la mano del doctor en mi hombro, pero no podía ver nada, las lágrimas me habían cegado, el doctor finalmente me dijo
- Calmese, Excelencia; comprendo su dolor y cuenta con mi discreción, pero cuando Lady Helena despierte, lo necesitará fuerte, ella no lo sabe aún. Si quiere puede pasar esta con su madre.
Me apresuré a recomponerme, para estar a su lado, cuando abriera sus ojos; su madre estaba junto a ella sosteniendo su mano. Me senté a su lado en la cama y tomé su pequeña mano entre las mías, pensando que había estado muy cerca de perder a los dos.
-Ella estará bien, es muy fuerte- dijo su madre en un susurro -Por favor, se que tiene que saberlo,... ella amo a ese bebé desde el principio... estaba tan ilusionada...¡cuídala!- dejó un beso tierno en su mejilla y nos dejó a solas, creo que aunque fuera su hija, entendía que ese momento de dolor era tan íntimo, que nos dio ese espacio a los dos. Observándola en soledad, muchas cosas pasaban por mi mente, quería matar a esos desgraciados, pero ahora ella me necesitaba y yo a ella; agradecía por tenerla con vida, pero era doloroso saber que habíamos perdido a nuestro hijo, de pronto sus hermosos ojos comenzaron a abrirse y al tratar de sentarse un gesto de dolor se plasmó en su rostro.
-¿Qué pasó? ...¿Cómo está nuestro bebé?- pregunto con dificultad y en ese instante la miré en silencio, nuestras miradas se cruzaron y de inmediato lo supo, su llanto era desesperado, desde lo más profundo de su ser, la acerqué a mi para hacerle sentir que ese dolor era nuestro, que no estaba sola, pero ella era quien lo había llevado en su vientre todo este tiempo tratando de protegerlo y de repente se lo habían arrebatado, de seguro su vacío no se comparaba al mío.
-¿Porqué?- dijo entre llanto -¡Era un inocente! ¡No tenían derecho de hacerle daño! - Trataba de mantenerme fuerte, pero estaba deshecho por dentro.
El llanto la había dejado exhausta, la abracé contra mi pecho y le hable muy suavemente
-Me duele tanto como a ti, nos tenemos el uno al otro, se que no será fácil, pero saldremos adelante amor.-besé sus mejillas empapadas en lágrimas y se durmió sobre mi pecho.
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LA SOMBRA DE UN AMOR
RomanceElla, una joven llena de vida, audaz, inteligente, rebelde y portadora de una belleza indiscutible. La menor luego de cinco varones, la joya de la familia, un excelente partido para cualquier joven, pero ella sería deslumbrada por el hombre menos pe...