CAPITULO XVI

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WILLIAM
Los comentarios que había hecho Richard, no eran del todo erróneos, durante mucho tiempo había estado sumergido en la soledad de mis recuerdos, de lo que fue, de lo que pudo ser, convenciéndome de que nadie podía arrancar de mi el dolor de tan grande pérdida, junto a Elizabeth lo tendría todo, un amor inmenso, una familia un futuro juntos y de repente un día el destino me arrebató todo, incluso la ilusión de volver a amar. Sentado en la oscuridad de la que fue nuestra habitación, con todos sus recuerdos intactos,  frente a su retrato colgado de la chimenea y una botella de licor en mi mano, como si eso fuera lo único que aplacaba el dolor de aquel trágico día, donde parte de mi se fue con ellos, solo quedaba este hombre, que intentaba vivir sin entender porque, que había hecho para merecer tal castigo, abrazado a mi almohada, preso del llanto ahogador que invadía mi ser, hasta quedarme dormido. Mi madre me despertó, con la preocupación dibujada en su rostro y tomando mi rostro con sus manos.
-Me duele ver como te castigas, por el simple hecho de estar vivo. Vives en las sombras desde aquel día, culpándote por lo que no podías evitar.
-Te equivocas, si lo podía evitar… si ella no hubiera querido cumplir mi sueño de ser padre, aun estaría con vida, pero fui tan egoísta y tan ciego.
-No, tu te equivocas, ella sabía de los riesgos que corría y acepto asumirlos con tal de darte un hijo, ella me lo dijo, aun cuando muriera te dejaría un hijo, y ese hijo sería el mayor regalo de amor que te daría, solo que no contaba con que el no sobreviviera…pero se fue cumpliendo con su deseo.
-Porque no me lo dijiste.-dije entre sollozos.- Lo habría evitado, podía vivir sin ser padre.
-Ella me lo prohibió, me hizo jurar que no te lo diría, hasta ahora.
Me aferré a los brazos de mi madre, con el dolor a flor de piel y mis lágrimas no cesaban.
Era evidente, que mis heridas seguían en carne viva, por más que quisiera ocultarlo, por más que tenía una gran atracción por Helena, no era más que eso, no lograba encontrar un sentimiento tan fuerte, aunque ella había despertado algo en mi, pero no sabía bien que podía ser.
Mi madre preocupada por mi, y las noches que pasaba en aquella habitación lamentándome y torturándome, la llevaron a conseguirme un ayudante de cámara,  un joven que servía hace un tiempo,  pero consideró que necesitaba su ayuda y yo accedí, aun sabiendo que aquel joven había tenido una relación con Iris, antes de que hubiera algo entre nosotros.
-Excelencia, mi nombre es Joseph, y es un honor para mi servirle, trataré de hacerlo lo mejor posible.
-Te agradezco Joseph, pero no tienes que fingir conmigo, se que tu e Iris…
-Disculpe Excelencia, aquello no interferirá en mi desempeño con usted- interrumpió seriamente.- hoy mi lealtad es con usted.
Pensé que al saber de mis encuentros nocturnos con Iris, lo pondrían en mi contra, pero aquel joven se comportaba de una manera ejemplar.
Después de aquella noche en la que me sentí desbordado, no había vuelto a ver a Helena, creí que era lo mejor, no podía obligarla a soportar mi estado de ánimo, ella era una joven tan llena de vida, tan alegre, que en estos momentos no era la mejor compañía para ella, tampoco podría explicarle las razones de mi reciente ausencia, así es que me quedé encargándome de mis asuntos aquí, en dos días volvería a la ciudad y una vez allí, le haría una visita a Helena, no quería darle a Lord Carter cierta ventaja.
Por lo pronto, debía aprovechar mi tiempo aquí para supervisar las tareas en los campos, todo depende de que mi trabajo esté bien hecho, para poder garantizar que las ganancias de este año, nos van a beneficiar, tanto a mi como a mi gente, durante estos años de soledad mi único consuelo ha sido el trabajo duro y así logré aumentar mis arcas y las de mis empleados.
Mi estadía,  aquí se había prolongado más de lo esperado, unos caballos que había comprado, se estaban demorando y era necesario que estuviera, así es que decidí invitar por medio de mi madre a la familia Richmond, de ese modo podría estar cerca de Helena y alejarla de Lord Carter.
El Conde, hacia mucho tiempo que no venía por aquí, así es que le di una recorrida por mis tierras, cuando regresamos, pude ver a lo lejos a Helena sentada en el jardín y una de las sirvientas le estaba sirviéndo el té afuera, pero cuando vi que era nada más ni nada menos que Iris, temí que la estuviera importunando, apure el paso de mi caballo y el Conde hizo lo propio, desconociendo mis motivos, al encontrarme con ella estaba un poco pensativa, con un libro en sus manos,  al notar mi presencia reaccionó
-¡Bueno, usted no pierde la costumbre de sobresaltarme, Excelencia!
-No era mi intención, espero que mi personal la esté atendiendo como corresponde.
-Por supuesto, todo es perfecto aquí.
-¿Quiere acompañarnos adentro? Le voy a invitar a su padre un excelente licor.-dije extendiendo mi mano
-Le agradezco prefiero disfrutar un poco más del sol.-dijo volviendo a su libro
Durante el resto de la tarde, noté que estaba un poco pensativa y distante, temía que mi alejamiento en este último tiempo, le haya dado a Lord Carter el espacio suficiente para ganar su simpatía.
Desconocía el motivo de su alejamiento, pero consideraba apropiado darle su espacio además era el menos indicado en exigir atenciones en este momento.
La mañana siguiente la invité a cabalgar, su compañía fue muy silenciosa, algo que no era normal en ella.
-Señorita Helena, ha estado muy callada toda la jornada.
-¿Si?...Bueno es que no me he sentido muy bien. Creo que tener tantas actividades y viajes al campo me han agotado un poco, pero en la tarde nos iremos a nuestra casa, tal vez ahí pueda descansar.
-Si he hecho algo que la ofenda, solo dígame.
-Descuide, solo es el cansancio.-
Al día siguiente, decidí visitarla en su casa, tal vez en ese ámbito, pudiera averiguar el porqué de su enfado. Salimos al jardín y sin rodeos le pregunté.
-Necesito saber, ¿que ha pasado en estos días?
-¿Porqué la pregunta?-
-Porque creo que algo la inquieta y la está alejando de mi.
Luego de un momento de silencio, suspiro y  finalmente habló.
-Quizás para usted sea una joven sin ninguna experiencia en cuestiones del corazón, pero de algo si estoy segura, no quiero vivir a la sombra de nadie.
-Porqué lo dice… creo que le he dado a entender  mis claras intenciones de hacerle una propuesta.
-Si, pero me complacería, que quien se case conmigo lo haga porque me ama, no para conformar a la sociedad con un buen arreglo matrimonial.

LA SOMBRA DE UN AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora