CAPITULO XLV

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Después de hablar con Helena y dejarle en claro que mi amor por ella iba más allá del hecho de que pudiera o no tener hijos, y reafirmando mi compromiso con ella, volví a casa, mi madre estaba sentada en el pequeño salón, esperando que trajera noticias de Helena, había estado muy al pendiente de su evolución, al saludarla enseguida me preguntó por ella.
-¿Pudiste verla?...¿Cómo está?...¿pudiste hablar con el doctor ?- se apresuró a interrogarme
-Madre, necesito que te sientes, ...hablé con el doctor,... bueno... debes saber que el problema es más serio de lo que creíamos,  según él, Helena sufrió mucho daño interno,  por eso no podrá... tener hijos,  y realmente me tiene loco de la culpa,  si yo hubiera estado con ella a cada momento, esto no estaría pasando- dije mientras me costaba contener las lágrimas.
-¡Oh hijo! ¡Cuánto lo siento!¿ Y qué vas a hacer ahora?-
-Nada mamá,  voy a casarme con Helena,  porque la amo y es la mujer con la que quiero pasar el resto de mi vida, y necesito advertirte que cuando estemos preparados, tal vez criemos a un niño del hospicio.
-Pero,  no será tu sangre-
-Madre, solo te lo estoy informando, no te pido permiso, pero es algo quizás con el tiempo tengamos que considerar.
-Entiendo,  en estos momentos estás muy molesto,  quizás más adelante podamos hablar de ese tema con mas tranquilidad. -
-Madre, sabes que amo a esa mujer con mi vida, haría lo que fuera para que ella sea feliz.
-Pero tal vez, hay otra manera hijo-
-Ahora no quiero pensar en eso, lo único que haría es poner incómoda a Helena,  hablando de ese tema, y no quiero eso,...¿está claro Madre?
-Si hijo, por supuesto, puedes contar conmigo, te aseguro que no tocaré esos temas tan destacados, pero hasta que ella esté mejor debemos aplazar la boda.
-Si, ya me encargué de eso, será en seis meses, eso también la mantendrá ocupada,  al menos por el momento.
-Yo la voy a ayudar y seguramente Lady Christine también, así es que pierde cuidado, la vamos a tener muy ocupada.
Era una certeza que mi madre cumpliría, y así fue. Con el correr de los días y los meses, todo marchaba bien,  las damas estaban muy ocupadas organizando, lo que ellas decían que sería la gran celebración del año,  pero para nosotros era más que eso, por fin íbamos a unirnos pra siempre,  lo demás formaba parte de las imposiciones de la alta sociedad, una unión como la nuestra debía ser un gran acontecimiento social. 
Los responsables de la captura de Helena, estaban encarcelados y por lo pronto con todo lo que tenían en su contra, permanacerian así por mucho tiempo, con respecto a Iris, traté por todos los medios de convencer a Helena, para que también sea encarcelada, pero ella, al verla tan avanzada en  su embarazo me pidió que no hiciéramos nada, para que al nacer su bebé pueda estar con su madre, la enorme generosidad de Helena salvó a Iris de la cárcel, ya que el progenitor del niño pasaría mucho tiempo allí y además no estaba dispuesto a protger al niño, ni a darle su nombre.
Realmente no estaba de acuerdo con perdonar así como si nada a Iris, pero Helena me advirtió que si no me encargaba yo del bienestar de ambos, lo haría ella, así es que no tuve opción, la llevaron a una casa donde la podríamos tener vigilada y una vez que diera a luz, veríamos que decisión tomábamos con respecto a ella.
Por lo pronto me dedique a ponerme al día con mis negocios, que bastante descuidados estaban, luego de unos meses muy ajetreados.
Hoy era un día muy esperado por mi, los nervios me tenían loco, Joseph había preparado cuidadosamente el atuendo que luciría el que sería el día más feliz de mi vida. Parado frente al espejo todo mi ser irradiaba una inmensa felicidad con mezcla de nerviosismo, parecía que era la primera vez que pasaba por esto, pero había esperado tanto que ya no quería seguir demorando más,  me preparé y bajé a buscar a mi madre, que a estas alturas ya estaba desesperada por salir, le ofrecí mi brazo y salimos para la Residencia Richmond.

LA SOMBRA DE UN AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora