CAPITULO V

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Llegamos a Palacio y no podía negar, que los nervios estaban comenzando a afectarme, pero disimulaba para que mamá estuviera tranquila, nos indicaron hacia donde debíamos dirigirnos para hacer mi entrada, había otras jovencitas en compañía de sus madres y mientras esperábamos, mamá me recordaba que debía sonreír elegantemente, que mi mentón debía estar erguido y la espalda bien derecha.

-Madre, puedes estar tranquila,  no te preocupes,  todo va a salir bien.- dije tratando de calmar sus ansias

-Perdóname, es que son mis nervios…y es natural tu eres mi princesa y quiero que estés maravillosa.- dijo acariciando mi mejilla.

Nos paramos frente a las puertas, estas se  abrieron y escuchamos nuestros nombres, entonces como si ya fuera una experta, comencé a caminar con elegancia y delicadeza, sin tomar atención a nadie, solo me concentraba en su Majestad, al llegar frente a ella, me incliné con suavidad, mostrándole mi mayor respeto.

-Mis felicitaciones Lady Christine, su hija es encantadora.- dijo su Majestad sonriendonos.

-Me honra profundamente,  su Majestad- dijo mi madre agradeciendo con una reverencia y yo hice lo propio.

Se anunció el tradicional baile, con el que daba inicio a la temporada social, y varios caballeros se acercaron para poder plasmar sus nombres en mi tarjeta, no me agradaba mucho pero era parte del protocolo, solo me quedaba un lugar, cuando un hombre delgado, de cabellos castaños y ojos verdes, algo apuesto, pero bastante mayor que el resto, me solicito aquel último lugar disponible y por supuesto que accedí, de todas maneras estaba allí para eso y demostrar que las clases de baile con David, habían funcionado de maravilla, por eso mi último baile estaba reservado para mi hermano David.

Mientras esperaba junto a mi familia, una voz muy varonil que reconocí, me hizo palidecer de repente.

-¡Buenas noches!-dijo un caballero tras de mi y sin voltear, quedé paralizada por su voz, cuando vi las miradas de asombro y alegría de todos, mi madre extendió su mano acompañada de una reverencia.

-¡Wil….Excelencia! Es un placer inmenso volver a verlo.- dijo mi madre

-Lady Christine…El placer siempre es mio… y usted bien sabe, que no es necesario mantener las formalidades entre ustedes y mi persona.-dijo besando su mano. Mi padre le extendió la mano pero este hombre lo estrecho en un abrazo fraternal, al cual mi padre correspondió con emoción, al ser testigo de esa escena, recordé el encuentro con aquel hombre en la tarde y quise que la tierra me tragara, era él, solo que ahora se veía más joven y apuesto, sin esa desprolija barba, y cuando creí que no repararía en mi persona, mi padre nos presentó.

-Helena, hija, te presento a William, un gran amigo de ésta familia y nada más, ni nada menos que el Duque de Wellington.- extendí mi mano, simulando asombro.

-¡Excelencia!-dije en un murmullo temeroso.

-¡¿Helena?!-mi nombre en sus labios sonaba confundido e irónico, claro, le había dicho que mi nombre era Emily, solo esperaba que se comportara como todo un caballero y no mencionara nuestro encuentro más temprano.

-Así  es  Excelencia, encantada.-dije un poco temerosa.

-¡Me sorprende! La última vez que la vi… era apenas una niña y su atención estaba puesta en otras actividades, pero ahora… se ha convertido en toda una dama.-dijo sonriendo con picardía.

Estaba un poco nerviosa, seguro me había reconocido, a mis padres les iba a dar un ataque si se enteraban que fui solo con Rose, a ese sector de la ciudad. El baile dio inicio y por ende el primer pretendiente en mi lista me alejó de aquel momento incómodo, agradecida de poder huir trataba de disfrutar cada pieza con cada compañero a su tiempo,  hasta que antes del último baile, que estaba reservado para mi hermano, apareció ante mi ese caballero de ojos verdes, con una mirada que me incomodaba un poco.

-¿Milady, creo que no he escuchado su nombre, de sus propios labios?- dijo atrevidamente, mientras me acercaba a él, tratando de acortar la distancia entre ambos, aunque con algunos trucos que me mostró David, lograba mantener un espacio cómodo entre los dos.

-Lady Helena, para usted milord.-Dejando en claro que no tenía mi permiso para llamarme solo por mi nombre.

-Lady…Helena…entonces, debe estar agradecida ya que la rescaté del duque.- dijo convencido.-Por cierto, yo soy Henry Carter.

-Perdóneme, Lord Henry…el Duque no me ha importunado, estábamos disfrutando de un grato reencuentro con mi familia.- dije restando importancia a su comentario.

Continuamos danzando y de tanto en tanto,  observaba hacia donde estaba mi familia con él Duque, era un hombre muy seductor, y cruzar mi mirada con la suya me causaba una sensación diferente, sentía como me observaba y al final de la  pieza, seguida de los aplausos, me hizo volver a mi  compañero, que no tenía intención de concluir, hasta que logré ponerlo en su lugar, dejándole en claro que el último baile era para mi hermano y solo él se lo podía ceder, hice una reverencia y con la inmensa necesidad de huir, me apresuré a encontrarme nuevamente con mi familia.

-¿Ese caballero te causó problemas?- dijo mi hermano acercándose.

-Nada que no pudiera manejar,  si te pide que le cedas tu baile dile que no, no me agrado su insistencia.- le advertí por si se acercaba a David.

-¡No te preocupes! No se lo podría ceder… además otro caballero nos pidió el honor del último baile, y como yo soy familia puedo bailar después contigo.

-¿Otro caballero?¿Quién?- pregunté intrigada

-Lord William, no podíamos negarnos además el si se comportará como un caballero digno, que es.- dijo muy convencido.

-¿Que quieres decir?- pregunté

-El me advirtió de la lucha que estabas llevando a cabo en la pista, para mantener a Lord Carter en su lugar. Y se le ocurrió que le cediera el último baile, así no se le ocurrirá volver a molestarte.

-¿Y tu tenias que ceder, no?- pregunté  mientras David asentía encogiéndose de hombros.- Esta bien.

Cuando empezaron a sonar los primeros acordes, él se acercó inclinándose ante mi y ofreciendo su mano, a lo que David, en un gesto de aceptación tomó mi mano y la posó sobre la suya, los nervios se apoderaron de mi, y parece que al notarlo aflojó su agarre, dándome el espacio necesario para sentirme confiada, lo que era propio de un caballero, a pesar de su altura y su destreza en la pista, acompañó cada uno de mis movimientos y al momento en que apoyé mi mano en su hombro y el posó suavemente su mano en mi espalda el contacto, provocó un pequeño cosquilleo y mis ojos buscaron la calma de su mirada azulina.

-¿Así que Lady Helena?-sonrió con picardía

-Así es Milord,… bueno… aunque hoy en la tarde…usted no se parecía para nada a un respetable Duque.-respondí

-Debo darle la razón…pero reconozca que si en lugar mío, se encontraba con Lord Carter, no hubiera tenido ninguna consideración con usted…¿entiende?

-¿Porque está tan seguro?-

-Porque aquí, con su familia presente y ante toda la sociedad de Londres…no se contuvo de comportarse como un imbécil y hacerle pasar un momento incómodo, por lo que pude percibir. Imagínese a solas, sin alguien que pueda responder por usted-dijo lo último con tono molesto.

-Disculpe Milord, nunca lo pensé de ese modo, entenderá que no tengo la suficiente experiencia, pero por favor, no le comente esto a mis padres.- supliqué

-Lady Helena, no es de caballeros revelar los secretos de una dama…siempre y cuando ella me prometa, que no volverá a ponerse en riesgo.-sus palabras me reconfortaron y esboce una tierna sonrisa agradeciendo su discreto silencio.

-Gracias Milord, le prometo no volver a ponerme en peligro otra vez, y agradezco su discreción.- al sonrojarme desvié la mirada para disimular.

-No quiero pecar de engreído, pero creo que hoy la salvé dos veces, milady.- dijo esto mirando a Lord Henry, que se retiraba un tanto molesto. -Tiene usted una sonrisa muy hermosa…sin intención de incomodarla, ... milady.

Sin la barba su sonrisa también era hermosa,  sus labios perfectos y esos ojos azules en los que podía perderme con solo mirarlos, pero esos pensamientos que se apoderaron de mi en aquel instante, no eran apropiados, aunque no podía negar que cualquier dama en éste salón pensaría lo mismo.

LA SOMBRA DE UN AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora