CAPITULO L

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Abrir los ojos y verla a mi lado, velando por mi, notando que su aspecto era terrible me daba la certeza que ella ni siquiera había descansado, su ropa estaba desgarrada, manchada con sangre, se había ocupado de quitarme mis ropas, que seguramente estaban igual que las suyas, mi cuerpo estaba limpio, debe de haber estado mucho tiempo cuidando de que esté bien.
Una vez que el doctor me reviso y aseguró que estaba mejor, nos dejaron a solas, pude ver que su expresión se relajó y obviamente me dejó ver la preocupación y los miedos que se habían apoderado de ella durante el tiempo que estuve convaleciente.
Joseph estaba ocupándose de mi, mientras le pedí a Rose que ayudara a Helena, para que le preparara un baño relajante y caliente, después de una noche muy larga, realmente era necesario que ella se tomara un tiempo para descansar y alimentarse bien.
En la tarde llegó el jefe de la policía, preguntando que era lo que había sucedido, después de explicarle como se dieron los hechos, y lo que sus propios hombres le informaron, llegó a la conclusión que la muerte de Henry Carter, fue a consecuencia de sus actos, y por primera vez sentí que aquella historia ya estaba cerrada, ahora si ya no podría volver a hacernos daño.
Ya habían pasado unas semanas después de aquel suceso, aún llevaba un vendaje bastante molesto, con lo cual todavía no podía montar y mucho menos hacer mis recorridas diarias, pero por suerte Joseph se estaba encargando de eso, incluso Helena salía a diario con él,  ella quería conocer las tierras, los trabajadores y por supuesto ya era presentada ante todos como la Duquesa de Wellington, ama y señora de todo, sentado solo en el jardín que preparé para ella, la vi llegar con Joseph, montando mi caballo como si fuera propio, hasta el estaba encantado con ella, habían ido a dar su habitual recorrido.
-¡Mi amor, que alegría verte aquí afuera! Pronto podremos salir a cabalgar juntos, eso sí, cuando estés bien iremos a buscar a Afrodita, así podremos salir juntos.
-Créeme que yo soy el más interesado en dejar la casa y volver a mis tareas- ¿Qué te pareció todo?
-Bueno, si me acompañas a los establos a dejar a Shadow, te contaré.
Llegamos a los establos y vimos que el caballo de Joseph, estaba atado casi con descuido.
-¿Qué extraño? Joseph siempre es muy cuidadoso con él, sobretodo cuando los mozos de cuadra están ocupados en otras tareas.- dije mientras nos acercamos en silencio a su lugar de descanso y al entrar vaya sorpresa
-¡Joseph!- exclame
-¡¿Rose?!- dijo Helena asombrada
Ambos quedaron de una pieza, el que se había transformado en mi hombre de confianza y la doncella de mi esposa, los acabamos de descubrir en un apasionado beso.
-¿Qué significa esto? Creo que me... nos merecemos una explicación.
-Milord- comenzó Joseph- Se que no es correcto estar aquí, pero en la casa tampoco lo es, y le aseguro a usted y a milady, que no hemos hecho nada inapropiado, hace mucho tiempo que Rose y yo tenemos sentimientos el uno por el otro, y créame que se lo iba a decir,  pero con todo lo ocurrido decidimos esperar.
-¿Es eso cierto Rose?- interrumpió Helena
-Si milady, todo surgió poco a poco, y yo... lo quiero Milady. - dijo Rose sonrojándose
-Bueno en ese caso, Joseph acompáñame al despacho, necesito hablar a solas. - dije seriamente
Me senté en mi sillón, hice un ademán para que Joseph haga lo mismo, lo que lo sorprendió y obedeció tímidamente.
-Joseph, tu empezaste aquí como un simple empleado, luego te convertiste en mi ayudante de cámara, pero con él tiempo te transformaste en mi gran hombre de confianza y hasta podría decirte, que te considero un amigo, pero esto que acaba de suceder, me hace dudar...
-Milord, se que me comporte de una manera incorrecta, pero por favor discúlpeme.
-Sabes que Rose, es la dama de confianza de mi esposa, osea la Duquesa, por ende ella no es cualquier jovencita, por ese motivo y al no tener ella familia, es que me veo en la obligación de responder por ella, como su señor.
-¿Qué quiere decir Milord?
-Sinceramente, Joseph como un caballero de bien que se que eres, deberás pedirme permiso a mi y a mi esposa,  para cortejar a Rose, solo si tus intenciones son serias con la muchacha.
-Por supuesto Milord, mis intenciones son serias,  ella es una mujer hermosa, dulce, respetuosa, me quiere por lo que soy y como soy,...y de verdad Milord... amo a Rose.
-Vaya Joseph esa es una declaración muy poderosa, ¿de verdad la amas?¿Cómo lo sabes?
-Si Milord, la amo y lo sé, porque junto a usted vi de lo que es capaz un hombre que ama de verdad, ...y yo haría todo eso y más por ella.
Por supuesto que la conversación se prolongó un poco más, y pude ver en Joseph sentimientos muy profundos por esa joven, que lo hacía sentir como nunca se sintió ni siquiera con Iris, creo que mi estimado Joseph había caído en el encanto del amor puro.
-¿Entonces?
-Milord, le pido su bendición y la de Milady,  para cortejar a Rose, con todo el respeto que se merece.
-Bueno, en ese caso... tendremos que ver si la Señora de esta casa está de acuerdo, con que tu cortejes a su dama de confianza.

LA SOMBRA DE UN AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora