CAPITULO LIII

385 33 0
                                    

Hacia mucho tiempo que no tenía la libertad, para desenvolverme de la manera que acostumbraba, me sentía muy cansada, no podía dormir muy bien de noche, y desde que William supo que esperaba un bebé, estaba pendiente de que realmente me cuidara, tanto así que trajo a Doris, la señora que cuidó de Iris, para que me ayudara con el pequeño Rob, ella era muy atenta, amable, y seria la persona que me ayudaría con los niños de ahora en más, por supuesto que mis ocupaciones habían pasado de recorrer los campos verdes en mi yegua, prácticas de tiro, trabajos en el jardín a bordar, tejer y leer mucho, la lectura era la única que aún me acompañaba, para tranquilizarme.
Estábamos en la sala con mi fiel compañera Rose, ella estaba un poco rara hoy, se había despertado con una molestia en la cintura, de repente se puso de pie y un dolor muy fuerte la paralizó.
-¡Milady, creo que mi niño ya viene!
-¿De verdad, estas segura?
-Si
-¡Rudolph! ¡Rápido ve por el doctor y busca a Joseph, su hijo va a nacer!
-Enseguida Milady
En pocos minutos el doctor llegó y por supuesto confirmó que Rose, estaba a poco de dar a luz, la acomodamos en una de las habitaciones para huéspedes, y preparamos todo para recibir al bebé, la Señora Claus, la ayudante del doctor y yo estábamos con ella, cuando Joseph llegó le suplicó al doctor,  pasar a acompañar a su esposa, y luego de dudar y con el pedido especial de William, no pudo negarse más, así es que sin perder más tiempo se acomodó a su lado, tomó su mano y con palabras muy suaves, trataba de aliviar su sufrimiento. Luego de unos minutos Rose hizo un último esfuerzo,  tratando de contener los quejidos, cuando un llanto nos lleno el corazón de emoción, y no puedo explicar la emoción que me invadió al verlos a ambos con los ojos llenos de lágrimas de felicidad, al escuchar al doctor.
-Es un niño hermoso y sano, felicidades- mientras le entregaba a Joseph en brazos a su pequeño hijo.
El lo miraba con devoción, mientras lo acercaba a Rose, como si en ese instante solo estuvieran ellos tres en esa habitación.
Después de asegurarse que tanto la madre como el niño estaban bien, el doctor se acercó a mí.
-Milady, mi trabajo aquí ya está hecho, solo necesitan descansar. -
-Gracias cualquier cosa lo mandaré a buscar- dije mientras lo acompañaba a la puerta. Al abrirla, me encontré con William que al verme dio un salto de la silla, en donde esperaba ansioso.
-¡Es un niño precioso!- le dije con profunda emoción
-¿Están todos bien?- asentí afirmando cuando desde adentro escuche a Joseph que lo llamaba
-¡Milord, por favor! Pase a conocer a nuestro hijo- dijo con gran orgullo, e inmediatamente William entró y lo vi como tomó al pequeño en sus brazos, se veía tan feliz, creo que por su mente cruzaron muchas cosas, muchos sentimientos.
Los primeros dias decidimos, que era mejor que ellos permanecieran en la casa, hasta que Rose estuviera más recuperada, esa mañana estábamos desayunando con William y el pequeño Rob, ya que Joseph no se separaba de su esposa e hijo, entonces mi esposo me observó un instante y luego habló.
-¿Sabes algo amor?- comenzó- Se que le hicimos una promesa a Iris, pero al verte ... al vernos, con Rob a diario, ...el es nuestro hijo y creo que llegó a nuestra vida para darnos mucha alegría y no veo motivos para que él no lleve nuestro apellido, claro si estas de acuerdo.
-Rob, es quien hizo que seamos una familia, por él lo somos, así es que el debe ser nuestro hijo, con todo lo que eso implica.- dije tomando su mano.
-Entonces, no se diga más, hablaré con nuestro abogado, el hará los arreglos legales para que seamos sus padres.-
Era una hermosa tarde de sol, Rose y yo decidimos tomar el té en el jardín, rodeadas de flores, los niños también disfrutaban del aire libre, y veo que William se acerca, levanta en sus brazos a Rob, entregandome unos papeles para que lea, los observo.
-¿Esto es verdad?¿Rob ya es legalmente nuestro hijo?- emocionada me puse de pie rápidamente para abrazarlos, pero un terrible dolor me paralizó, William se acercó con preocupación a sostenerme, apenas me vio tambalear, dejando a Rob en brazos de Doris.
-¿Estás bien, amor?-pregunto
-Amor estoy bien, pero mejor manda a buscar al doctor, creo que hoy seremos padres por partida doble.
Rápidamente me levantó en sus brazos, me llevó inmediatamente a la habitación, en el camino iba dando órdenes a todos para que busquen al doctor, y vayan por mi madre que estaba en la casa de campo de los Richmond, que la Señora Claus y Rose me asistan en todo momento, Doris se encargaría de los niños, en poco tiempo toda la casa estaba revolucionada, me depositó con cuidado en la cama y empezó a recorrer la habitación un poco nervioso, cuando habían pasado unos minutos veo a mis padres entrar, ver a mamá me tranquilizó mucho, Lady Amalia también llegó con ellos, hacía unos días que estaba con nosotros, ya que ella creía que en cualquier momento podría llegar éste momento, ambas trataron de calmar a William, su madre lo apartó y pude escuchar una conversación entre ambos.
-Hijo, es preciso que conserves la calma.-
-Pero madre,...sabes que estoy aterrado, si algo,...- ella lo interrumpió
-Helena es fuerte, ella va a estar bien.- afirmó con convicción
-Pero tengo miedo, madre-
-Si no te sientes seguro, es mejor que esperes afuera- dijo con firmeza y el la miró asombrado
-¡No me puedes echar, madre!-
-Entonces acompaña a tu esposa y muéstrate  tan fuerte como ella, o te sacaré de aquí.-
-Esta bien,...está bien estaré junto a ella, en silencio, pero no me alejes de ella, no ahora.- tratando de calmarse se acercó a mí, tomando mi mano y me besó la mejilla.
-No tengas miedo- le dije mirándolo a los ojos.- Todo será perfecto, yo estoy y estaré bien, pero te quiero a mi lado amor.-
-Aquí estaré contigo, nadie me alejará.- dijo

LA SOMBRA DE UN AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora