Después de la muerte de Iris, Helena cumplió con su promesa, llevó al bebé a nuestra casa y ella con ayuda de Rose, lo cuidaban, y era tratado como propio por todos, el niño había significado mucho para Helena estaba muy al pendiente de él, era una madre maravillosa, eso me hacía pensar lo hermoso que sería verla con un hijo mio, nuestro, pero con el pequeño Robert, nombre del padre de Iris que ella eligió para su hijo, me hacía muy feliz verla tan animada, ella había decorado el cuarto para el niño, se encargaba de todo, y creo que eso la tenía un poco agotada, pero a pesar de todo no dejaba de acompañarme en las cabalgatas por el campo, en nuestras tardes a solas a orillas de nuestro río favorito, como en nuestros primeros encuentros.
Desperté temprano en la mañana y noté, que ella no estaba junto a mi, me levanté sobresaltado me puse mi bata y me dirigí a la habitación de Rob, tal vez el niño le había hecho pasar una noche difícil, pero por mi cansancio no lo pude escuchar al entrar, la sangre se me heló al verla tumbada en el suelo, rápidamente la levanté y grité pidiendo ayuda, en un instante apareció Joseph y Rose, que a pesar de su embarazo siempre actuaba con rapidez al tratarse de Helena.
-Rápido Joseph, ve por el doctor! Y tu llama a la Señora Claus que se encargue de Rob, te necesito aquí, Rose.-dije con preocupación.
Helena estaba tendida en la cama, el doctor la reviso y le hizo una serie de preguntas, aún no se había recuperado de la conmoción, pero vi unas miradas de asombro entre ella y Rose, por un comentario del doctor, que no pude oír con claridad.
-¡Doctor! ¿Qué le sucede a mi esposa?- ya en tono ansioso
-Tranquilo, tengo que revisarla un poco más, pero si mi experiencia no me falla, lo que le sucedió es propio de su estado. Por eso debo pedirle permiso para revisarla más fondo- asentí casi sin entender y me pidió que saliera de la habitación, solo Rose y la Señora Claus, se quedaron para asistirlo.
Mientras los minutos pasaban, mis nervios estaban alterados, ha estado muy atareada, ha descansado poco, incluso ha tenido muchos malestares últimamente, tal vez tenga que hacer una pausa en sus innumerables tareas, pero mientras yo pensaba todas esas cosas, la puerta se abrió y el doctor salió.
-¿Milord? Creo que la Duquesa y usted necesitan hablar a solas, ella le dirá, cualquier cosa yo estaré por aquí.
Entré rápidamente para ver a Helena y vi las lágrimas que brotaban de sus ojos, mientras algo le decía a Rose, mi corazón latía tan fuerte y acelerado, que no podía entender nada, no lograba descifrar lo que estaba pasando, todos dejaron la habitación y me acerqué a ella, que aún lloraba.
-Por favor Helena, ¿que sucedió?
-¡Un milagro! -dijo entre sollozos
-¿Qué? por favor cálmate y dime, que estoy con el corazón saliendo de mi pecho.
-Al principio, no lo creí, pero el doctor dijo que era muy posible,...entonces me reviso- ella tomó mi rostro entre sus manos
-¡William estoy embarazada! ¡Vamos a tener un bebé! Por eso es un milagro y por eso han sido todos mis malestares últimamente, parece que ahora esta casa tendrá muchos niños correteando por ahí.
La besé y abracé con todas mis fuerzas, con mis ojos repletos de lágrimas, era algo maravilloso lo que acababa de oír de sus labios, no sólo seríamos nosotros y Robert, ahora esperábamos un bebé fruto de nuestro inmenso amor.
-Te amo Helena, siempre me has dado más de lo que creía merecer, pero continúas dándole a éste hombre motivos para ser feliz, ninguna ...escucha bien, ninguna mujer me ha hecho sentir lo que tu.
Quizás solo eran palabras, pero en ese instante le estaba abriendo mi corazón a la mujer de mi vida, si bien amé mucho a Elizabeth y me costó mucho dejarla ir, Helena me había enseñado que debía guardarla en mis más lindos recuerdos, pero ella se encargó de transformarla en eso, un bonito recuerdo en mi vida, hoy Helena era mi todo, mi presente y mi futuro, la mujer que un día se plantó y decidió no ser la sombra de nadie y me animó a escribir una historia de amor maravillosa juntos.
Cada día despertaba, para observarla mientras descansaba, había traído más personas para que hicieran trabajos en la casa, con Rose embarazada y ahora Helena tambien, obviamente necesitaban ayuda con Rob, además del hecho que tenía que conseguir un nuevo ayudante de cámara, no era como el anterior, pero aprendía rápido; Joseph era mi mano derecha y con tanto trabajo y obligaciones en las bastas tierras, era indispensable que tuviera un administrador y quien mejor que él para ese puesto, que como en cada tarea que le encomendé siempre se desenvolvío con gran aptitud, con él a cargo podía pasar tiempo con mi amada esposa, que por cierto su estado estaba tan avanzado, que le fastidiaba no poder cabalgar, el calor la tenía un poco maltratada, pero todo eso era normal, según nuestras madres.
Me encantaba recostarme y acariciar su abultado vientre, sintiendo a nuestro hijo moverse dentro de ella, según ella cada vez que me acercaba el bebé se movía mucho, era increíble que dentro de la persona a la que más amaba en mi vida, se estuviera gestando el fruto de nuestro amor, Rob aún no caminaba y bromeabamos al decir que tendríamos que dividirnos, porque tanto deseábamos ser padres que ahora tendríamos dos bebés en casa.
Era cierto, deseábamos tanto tener hijos, que de repente teníamos dos, uno propio y aunque Rob, no llevaba nuestra sangre, ni nuestro apellido, era nuestro hijo en el corazón, una promesa que cumpliriamos, incluso yo ya había dejado por escrito, por cualquier cosa, que Rob tendría derecho a la misma calidad de vida que cualquiera de mis herederos y también derecho a parte de mis bienes. Realmente quería asegurarme de que tenga una buena vida.
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LA SOMBRA DE UN AMOR
Любовные романыElla, una joven llena de vida, audaz, inteligente, rebelde y portadora de una belleza indiscutible. La menor luego de cinco varones, la joya de la familia, un excelente partido para cualquier joven, pero ella sería deslumbrada por el hombre menos pe...