CAPITULO XXVI

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Después de haber hablado con Helena y ver que su decisión era firme, volví a la casa, subi a mi habitación,  pero antes de entrar me desvíe a la habitación de al lado, aquella que había preparado especialmente para ella, entré, cerré la puerta tras de mi y me dejé caer al suelo llorando, la había perdido, ella jamás estaría alli, entonces vi que no soportaba estar un momento más en éste lugar y decidí irme a la casa de campo, al menos allá mis tareas con los arrendados me mantendría ocupado. Le dije a Joseph que preparará todo y que algunas sirvientas vinieran, excepto Iris.
Por supuesto que al enterarse que nos íbamos y ella no iría, se puso furiosa, pero no me importó.
Un día mis amigos me invitaron, para ir con ellos al baile de la Señora Cronwell, no quería ir, sabía que Lord Carter estaba invitado e iría con ella seguramente, pero quería verla, aunque sea a la distancia, una vez allí me escabullí entre la gente buscándola, entonces la encontré con la mirada entre la muchedumbre, la rabia se apoderaba de mi, al verla del brazo de él y de un momento a otro, vi que se alejaba hacia la terraza y decidí seguirla, la observaba, estaba preciosa como siempre, sentada contemplando el jardín bajo la luz de la luna, que le daba un toque como si fuera un ángel, mis deseos de tomarla en mis brazos y llevármela lejos se contuvieron al escuchar que alguien se acercaba, era Simón, me oculté pero me quedé viendo y escuchando a los hermanos.
Me alegró y me ilusionó saber que en pocos días, quizás la viera galopando cerca de mis terrenos, entonces busqué a mis amigos y me fui de ahí, sólo con el consuelo de haberla visto desde lejos.
De regreso nuevamente, al campo salía constantemente a recorrer los alrededores, con la idea de verla, pero evidentemente aún no habían llegado, ya que ni siquiera veía a David, con el que en muchas oportunidades compartí algunas salidas de caza, afortunadamente la relación con sus hermanos era muy buena, tanto que en algunos momentos hemos disfrutado de un buen licor, incluso escuchando las quejas del que sería su futuro cuñado.
Una mañana, cabalgando por la orilla del arroyo, encontré clavada en un árbol de la orilla, una flecha con plumas azules, mi alegría al verla fue grande, era como si ella misma, me estaba avisando que ya había llegado, la saqué y me la guardé como si fuera un premio a tanta espera, llegué a la casa y por lo visto mi semblante era distinto, porque al entrar la Señora Claus me miró asombrada.
-Su Excelencia? Veo que su paseo matutino le sentó muy bien- le enseñé la flecha y dije
-Me sentó de maravilla! Ha vuelto! Helena está en casa de sus padres!
-Claro, ahora entiendo su cambio de actitud tan repentino.
-Joseph está? Necesito que me ayude a ponerme más presentable, necesito sacarme esta barba.
-Si está arriba, creo que estaba ordenando su ropa, ahora deberá usar atuendos que resalten su excelente porte, Señor.
Entre como un torbellino a mi habitación, asustando un poco a Joseph que, muy tranquilamente estaba limpiando unas de mis mejores botas de montar.
-Señor!?
-Joseph! Indudablemente eres el mejor y por eso necesito de tu ayuda, quiero que me quites toda esta barba horrible, que me agrega varios años.
-Va a salir? Tiene algún compromiso? Porque veo que está muy motivado.
-No nada de eso, pero como no estar motivado, si la mujer de mi vida está a sólo unos metros de mi, y no puedo permitir que me vea así.
-Quien Señor?
-Helena! Quien más podría generar esta alegría en mi?
-Es cierto Señor, esa dama es muy especial para usted, acaso reconsideró su decisión?
-Lamentablemente no, pero sólo con verla mi corazón está completo, aunque muy pronto ella se convertirá en la esposa de otro hombre.  Sabes? Es difícil darte cuenta, que al final las mujeres que más amé no estaban destinadas para mi, creo que nunca podré ser feliz. Elizabeth se fue muy pronto de mi vida y Helena, bueno ya sabes…la perdí por mi culpa. Quieres un consejo? Cuando a tu vida llegue una buena mujer, que alegre tus días, que sientas que la piel te quema cuando la tienes cerca, no la dejes ir, aunque eso signifique que pierda a mi mejor ayudante de cámara, escuchaste bien? No la dejes ir.
-Señor,  puede estar tranquilo, yo amé a una mujer, pero ella no me correspondía, yo no era suficiente para ella.
-Entonces ella no te merecía, porque por sobre todo tu eres un gran hombre. Pero ahora mientras aparece la indicada, tendrás que ocuparte de mi.
Mi ayudante no era un hombre muy conversador, pero ese día estaba particularmente interesado en mis asuntos amorosos
-Señor? Puedo preguntarle algo?
-Si, que quieres saber?
-Que sucedió entre Iris y usted? Si no le incomoda
-No, no me incomoda,  un poco me molesta, pero es preferible que lo escuches de mi, en vez  de que te guíes por habladurías. Sinceramente lo de Iris, comenzó una noche, al cumplirse cinco años de la muerte de mi esposa y mi pequeño hijo, llovía torrencialmente y yo estaba muy borracho, esa noche cuando quise subir las escaleras me caí y por suerte o por desgracia, Iris estaba en la cocina y al escuchar el alboroto, vino en mi ayuda, me acompaño hasta mi cuarto, me ayudó a quitarme la ropa y te aseguro, que veía a mi Elizabeth, entonces la besé, pero  quería estar con la que yo creía que era mi esposa entonces la seduje, pero al tomar conciencia de que ella no era mi esposa, aunque bajo los efecto del alcohol se veía igual, me culpe y asumí mi error.
-Entonces usted tomó su inocencia de esa manera? La obligó?
-No, de ninguna manera, ni la obligué ni tomé su inocencia, ella era una mujer con  experiencia en asuntos amorosos, quizás ese fue mi error, continuar accediendo a sus provocaciones, preso de la debilidad bajo los efectos del alcohol.
-Entonces, no era usted quien la buscaba a ella permanentemente?
-No, incluso cuando conocí a Helena, quede prendado de su personalidad y su belleza, fue ahí que decidí cortar toda relación con ella, a pesar de su insistencia, pero ya era demasiado tarde, el daño estaba hecho.
-Pero entonces? …
-Que?
-No sólo pensé que, usted realmente había continuado con Iris.
-No, pero sólo ese tiempo bastó para transformar mi vida en un tormento.
-Entiendo, no se si es correcto lo que voy a decir, pero nunca había visto a un hombre sufrir tanto como a usted por una mujer.
-Y me temo Joseph, que aún me queda más por sufrir.

LA SOMBRA DE UN AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora