CAPITULO VI

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WILLIAM

Mientras compartía una charla agradable con los Condes, aquellos que alguna vez fueron tan importantes para mí y mi amada, de vez en cuando buscaba en la pista aquella damita escurridiza que se desplazaba con toda gracia por el salón, junto a algún que otro joven caballero, hasta que mi atención se centró en aquel que se acercó con poca delicadeza y trataba insistentemente acercarla a su cuerpo, en el rostro de Helena veia la incomodidad que le generaba, era como si quisiera librarse de él, y logré divisar que el causante era Lord Henry Carter, que seguramente estaba comportándose como todo un imbécil, la mirada insistente de Helena hacia donde estábamos, me dio la sensación que buscaba librarse de aquel suplicio, me acerqué a David, que esperaba su turno para bailar con su hermana y le pedí, que me cediera el último baile.

-David, no quisiera que tomes a mal mi petición, pero para mí sería un honor, que me concedas el último baile de tu hermana.

-¡Por favor! William honras a mi familia con dicha petición. Además, mi hermana estará agradecida de que seas tú y no ése, quien lo pida.- dijo mientras miraba a Henry.

Cuando terminó aquella pieza, vi que Helena se acercaba con prisa hasta David, susurrandole algo, él también se acercó a hablar cerca de su oído y tomó su mano, conduciéndola hacia mi, su rostro fue de asombro, pero aceptó mi pedido. David me cedió la delicada mano de su hermana y al tomarla la guié a la pista, a la vista de todos los hombres y jóvenes presentes, era el afortunado en disfrutar aquel baile con una de las señoritas más atractivas de la velada. Mi bella compañera parecía un poco inquieta, por lo que al posar su mano en mi hombro, me alejé lo suficiente para que no se sintiera incómoda, ella confiaba en mi, tanto como para no tensarse y cuando rocé su piel, era tan suave como la seda que la vestía, nuestras miradas se cruzaron, y me sentí hechizado por el brillo de sus ojos negros. Para escapar de ese estado confuso en el que me envolvió, la cuestioné por su engaño en nuestro primer encuentro, pero me sorprendió la seguridad con la que abordó mi reclamo, su respuesta hizo que una sonrisa se dibuje en mi rostro resignándome a asumir su acierto, pero como tenía una respuesta a todo, me limité a explicarle que esa situación, la habría puesto en peligro sino se hubiera encontrado conmigo y dejando en claro, que hay hombres como Henry, que no son de fiar. Al comprender mi punto de vista y luego de reconocer su inexperiencia, prometió no volver a ponerse en riesgo, suplicando mi discreción ante su familia, por supuesto que como caballero que soy, accedí a guardar su secreto, el que nos convertía en cómplices, pedirme algo semejante hizo que se sonrojara, pero era un claro indicio de lo vergonzosa que resultaba una petición así para ella, aunque a mis ojos era encantadora e inocente, y le recordé que también la liberé de la desagradable presencia de Lord Henry, quien se retiro hecho una furia.

La última pieza llegaba a su fin y sin apartar mis ojos de los suyos, besé su mano deleitándome con ese suave aroma floral que me había inundado. La acompañé hasta donde estaba su familia, deseosos de irse a descansar, prometiendoles que pronto los visitaría y me fui en busca de mis amigos, observando la partida de aquella jovencita, esperando algun gesto de ella, de pronto se volteó, me miró con ese brillo en sus ojos, para encontrarse con mi mirada posada en ella, bajó la vista y sonrió con timidez, llenándome de satisfacción.

-¡Bueno, parece que la dama de belleza particular, captó el interés de su Excelencia!- bromeo Andrew- ¡Es una joven hermosa!-agregó

-¡Ten cuidado con lo que dices!-le advertí

-Tranquilo, no la pretendo... Richard y yo notamos tu repentino interés en la hija de Lord Richmond, hasta te robó más de una sonrisa.

-Eso sin contar que te llevó otra vez a una pista, además de que disfrutaste de su dulce compañía. Amigo, creo que esa jovencita, te ha hechizado.- dijo Richard pp

LA SOMBRA DE UN AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora