CAPITULO XVII

475 42 0
                                    

Las palabras de Lord Richard, aún resonaban en mi mente,  y como no si yo misma había sido testigo del gran amor entre William y Elizabeth, y por supuesto no sería fácil olvidar un amor así, lo lamento mucho por William, pero no estoy dispuesta a ser solo la madre de sus herederos, lo quiero todo, quiero ser la que se le meta en la piel, en su mente, en su alma, un amor en donde sea la única.
Al parecer ha estado perturbado, o tan solo ha tenido cosas más importantes que visitar a una jovencita como yo, pero es justamente ese el problema, soy una mujer joven que sabe perfectamente lo que quiere y me considero sumamente importante, por eso me merezco todas las atenciones y demostraciones de afecto, que últimamente no provienen del Duque.
Ahora parece, que ha llegado a sus oídos, las numerosas visitas de Lord Carter, y ha invitado a mis padres a su mansión a pasar unos días, mi padre aceptó muy entusiasmado, ya que quería mostrarle unos caballos que adquirió recientemente y está a la espera de que lleguen, así es que a pesar de mi disgusto por su distanciamiento tendré que ir.
Nuestra llegada a aquella mansión, con el recibimiento tan afectuoso de Lady Amalia, prometía que al menos sería para disfrutar de los alrededores, el Duque inmediatamente le propuso a mi padre, que lo acompañara a hacer un recorrido por sus tierras, por supuesto que él aceptó, ingenuamente creí que yo podía estar incluida en esa invitación, pero me tuve que conformar con disfrutar de la lectura en el jardín, con la compañía de los cálidos rayos del sol, Lady Amalia ordenó que me sirvieran el té afuera, ella y mi madre prefirieron quedarse en la sala.
Estaba concentrada en mi lectura cuando fui interrumpida por quien se encargaría de atenderme
-Buenos días, Señorita, no esperaba volver a verla por aquí, después de su última visita. -dijo Iris
-Buenos días,  ya ve aquí estoy, he sido invitada por su Excelencia, creo que eso me da cierto privilegio.- dije dándome algo de importancia.
-Disculpe el atrevimiento, pero a estas alturas su Excelencia está un poco presionado, debe buscar una Duquesa y la futura madre de sus herederos. Será muy difícil para usted si es la elegida, por supuesto.
-¿Que quiere decir?- pregunté
-Señorita, su Excelencia no ha podido olvidar a Lady Elizabeth, sus cosas aún están como ella las dejó en su habitación, en el resto de la casa Lady Amalia mandó a sacar los cuadros y los guardó, pero la habitación no puede ser tocada por nadie, es su refugio.- dijo con malicia.
-Eso es porque aun no encontró el amor.- contesté
-Créame, quien sea su esposa, deberá convivir con la sombra de Lady Elizabeth.¿Está usted dispuesta a vivir a la sombra de ella?- dijo con ironía. -Que tenga buena estadía. - concluyó y se retiró.
Sus palabras me abofetearon, pero me abrieron los ojos a una realidad innegable, debía comprobarlo por mi misma, mientras estaba sumida en mis pensamientos, su presencia los interrumpió, preguntándome si estaba bien, pero lo convencí de que todo estaba perfecto y que era mi deseo permanecer en el jardín disfrutando del aire libre. Cuando se fueron adentro, me dispuse a buscar a la única persona que podría disipar mis dudas, la Señora Claus.
Ella ha estado al servicio de la familia desde siempre y a cuidado del Duque desde niño,  ya que en mi estadía, ella había sido muy amorosa conmigo decidí acudir a ella.
-Señora Claus, es necesario para mi conversar con usted, pero voy a apelar a su discreción.
-Señorita Helena, cuenta con mi silencio.
-Su Excelencia enviudó hace seis años, pero jamás volvió a casarse, él aún no ha podido olvidarla ¿verdad?
-Para ser sincera, fue muy duro superar todo aquello, sobretodo cuando todo en este lugar se la recordaba, sus retratos, sus cosas aún permanecen en su habitación, es lo único que la Señora, no pudo tocar y es el refugio de mi Señor. Cada aniversario se encierra allí, para ahogar su pena, eso me rompe el corazón.
-¿Entonces es cierto? La sombra de Elizabeth aún está presente.
-Si, pero desde que usted apareció en su vida, el se ha mostrado diferente, además mi Señora cree que ha sido muy positivo que vuelque su interés en una dama como usted.-dijo con alegría-Ella y yo creemos que usted es la persona indicada para sanar ese corazón tan herido.
-Podría, pero es difícil luchar por alguien, que en su corazón no deja entrar a nadie. La habitación de Elizabeth era la que está al final del corredor, ¿verdad?
-Si Señorita, pero tenga paciencia, estoy segura que él le abrirá su corazón, usted se merece un gran amor.
Todo me quedaba claro, Iris tenía razón, pero cuando a mitad de la noche, decidí por un impulso meterme en esa habitación, mi corazón se contrajo al tener la certeza de que Elizabeth aún vivía entre estas paredes, sus vestidos aún estaban colgados dentro de su armario, sus joyas, su retrato sobre la chimenea donde se veían tan felices, él aún le pertenecía, salí de allí aturdida pero convencida que esto no era lo que quería para el resto de mi vida.
Les pedí a mis padres que necesitaba regresar a casa, no quería estar en aquel lugar, necesitaba plantearme muchas cosas, y debía alejarme de William, aunque me doliera, yo quería que el me amara con todo su ser, no podía ni quería compartirlo con nadie.
Habían pasado tres largas semanas, en las que había mantenido cierta distancia de ambos pretendientes, necesitaba aclarar mi mente y ese distanciamiento, me demostró que mi corazón lo extrañaba, necesitaba verlo otra vez tenerlo cerca, extrañaba su contacto, sus labios. Estaba decidida a pelear por conquistar su amor.
Mi madre, organizó una cena para festejar el cumpleaños de Gregory, por ende toda la familia estaba en casa, William y su madre eran nuestros invitados y no tardaban en llegar,  por eso esta noche había elegido un vestido azul, bordado con pequeña pedrería, guantes blancos, un conjunto de joyas con un zafiro en forma de gota y los aretes iguales, mi cabello estaba recogido con una tiara adornada con pequeños brillantes. Cuando estaba lista, decidí bajar del brazo de Gregory, al llegar al salón lo vi de espaldas conversando con mi padre, aún sin verlo de frente los nervios me invadían, pero trataba de contenerme, al girar me miró y tomó mi mano sin apartar sus ojos de los míos, depositando un suave beso, y mi cuerpo reaccionó a su contacto.
Durante la cena, podía sentir sus ojos sobre mi, pero no quería quedar como una niña embobada por su presencia, intenté ignorar sus miradas y sentía que en cierto modo le molestaba, que mi atención no se centrara en su persona, a tal punto que cuando todos estaban en la sala, salí a tomar el aire de la noche al balcón y como lo presentí, se acercó a mí.
-¿Disfruta de sus pensamientos a solas?-dijo acercándose a mi lado.
-¿Porque supone eso?- dije
-Bueno, supongo que esa dulce sonrisa en su rostro, podría deberse a la nostalgia de algún recuerdo.
-En realidad, solo agradezco el amor que me rodea, soy afortunada de la familia que tengo y son ellos los que siempre me han colmado de amor, además mis padres son el ejemplo vivo del amor y la devoción, algo que espero compartir con quien sea mi esposo. ¿Usted no espera encontrar un amor que sea así? - pregunté
-Ciertamente todos tenemos la esperanza de que un gran amor pueda llegar a nuestra vida, llenarla de luz, de alegría y que se convierta en tu otra mitad, pero  a veces…
-A veces, las cosas no son como uno sueña, lo sé… pero está en nosotros ver que las pruebas para llegar a lo que esperamos, son solo eso…pruebas. Y si logramos sortearlas cualquier corazón se puede sanar.
-Sus palabras son como si hubiera sufrido una desilusión.
-No hace falta perder a alguien, para sufrir por amor, cuando el amor no es correspondido suele ser igual de doloroso, querer darlo todo y ser invisible lastima el alma.
-¿Quien ha lastimado su alma, tan inocente?
-Solo alguien con un corazón muy herido y sumido en las sombras del dolor, tanto que no puede ver la luz de un amor puro. Pero he aprendido mucho de eso, no se preocupe por mi.
-Si usted quisiera yo podría hacer reconsiderar a aquel caballero.
-No es necesario… está muy concentrado en lo que perdió, para darse cuenta que en este momento, tiene frente a él a alguien que sería capaz de darle su alma o su corazón, si con eso logra traerlo a la vida nuevamente.- dije esto mientras me alejaba.
-¿¡Helena!?- me detuvo -¿Acaso soy el causante de tu pena?
-¿Usted que cree?- me liberé y lo dejé asombrado por lo que escuchó, estoy segura de que el pensaba que para mi esto era un simple cortejo de una niña que sueña con casarse y ser una Duquesa, pero mi exigencia es más que eso. Quiero una historia de amor donde yo sea a la que extraña, a la que sueña, a la que ama con cuerpo y alma.

LA SOMBRA DE UN AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora