CAPITULO X

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Sentado en mi habitación, revisando algunos papeles y registros contables, que necesitaba controlar, de vez en cuando me distraía viéndola dormir con tanta tranquilidad, comencé a cuestionarme en que momento, esta joven había captado toda mi atención, era evidente que físicamente era imposible ignorarla, pero no era común que una señorita portara una personalidad tan especial, desde su manera tan madura de entablar ciertas conversaciones, hasta su gusto por ciertas disciplinas que se consideraban masculinas, pero verlas en ella, con su toque de elegancia y delicadeza la hacían sumamente atractiva y única. Reconozco que es la primera vez que una joven así, logra llamar mi atención, despertando sensaciones que crei haber dejado atrás, deseando su cercanía, su mirada inocente, pero llena de seducción, su boca que con placer probaría. Mientras mis pensamientos me tienen preso, al borde de la excitación, su voz me trae a la realidad,  para darme cuenta que mis ojos estaban fijos en ella.

-¿Excelencia…está bien?- con un tono de confusión

-Si…pero, para ti prefiero ser simplemente, William-dije sonriendo

-¿Sería apropiado?... No se si debo-dijo sonrojándose.

Cuando la puerta se abre, entra mi madre junto a sus padres, que se apresuran a abrazarla, cerciorándose de que se encuentra bien, su padre se acercó y apartándome, sin rodeos preguntó

-Se que es un caballero, pero…¿debo preocuparme por la integridad de mi niña?- certero y directo, pero es comprensible, ya que su niña estaba en mi habitación y en mi cama.

-La integridad de su amada hija, sigue intacta.- dije con sinceridad.

-No quise ofenderlo, pero usted entenderá, que dadas las circunstancias, debía preguntar- suspiro con alivio

-No me ofende, al contrario me da la confianza para solicitarle que su hija permanezca bajo nuestros cuidados, es lo que recomendó el doctor.- dije sin dar vueltas.

-Si, su madre ya nos adelantó la necesidad de que no sea trasladada por el momento,  confío en que será tratada, como se merece.- dijo con seriedad.

-Por supuesto, todo aquí estará dispuesto para su pronta recuperación.- le aseguré

-Espero que no se ofenda, pero mi esposa y yo estaremos más tranquilos, si la Señora Alice pudiera permanecer a su lado, durante su estancia aquí.-

-Por supuesto, de seguro ella estará más cómoda con alguien de confianza a su lado. Ahora si me disculpan voy a atender mis obligaciones, los dejo en su casa.- dije mientras salía de mi habitación.

Me retiré, dejándolos para que estén cómodos, me dedique a mis asuntos, le pedí a la señora Claus que acondicionara la habitación contigua a la mía, para que la Señora Alice esté cerca de Helena y otra para mi, momentáneamente.

Las horas pasaron sin darme cuenta, traté de concentrarme solo en el trabajo, cuando Iris entró y supuse que su sigilosa intromisión tenía un objetivo.

-¿Su Excelencia? ¿Puedo preguntarle porque la Señorita permanecerá aquí?- cuestionó Iris.

Me recosté sobre el respaldo de mi silla para observarla y analizar su planteo.

-La Señorita Helena, para ti…permanecerá el tiempo que yo disponga, debo recordarte que soy el Duque y por lo tanto nadie va a cuestionarme, además ella es mi huésped y como tal, será atendida con la dedicación que se merece.- pude notar su enojo pero no me contrarió- ¡Ah! Se me olvidaba…permanecerá en mi habitación, así es que no intentes buscarme allí…ni en ningún otro cuarto.¿Está claro?- dije con disgusto.

-¿Qué? Pero…¿entonces?- preguntó Iris.

-No quiero interpretaciones erróneas de nadie-

-¿De nadie? ¿O de la Señorita?-

-Iris,  lamento que nuestros encuentros, hayan creado falsas expectativas en ti, pero nunca te engañé, te dije que no podía darte más, y tu aun así insististe día tras día.-

-¿Acaso es por esa moc… Señorita?

-No, es por mi y  también por ti. Porque no puedo continuar con esto, no sería justo para ti. No quiero lastimarte, te aseguro que es lo mejor.-

Salió de allí hecha una furia, pero era lo mejor cortar con esta situación que comenzó una noche en la que el alcohol y su similitud física con Elizabeth, me llevaron a corresponder sus besos cayendo en la debilidad y dejándome llevar por la lujuria del momento, pero al tomar conciencia de lo ocurrido me sentí terrible, aunque no era su primera experiencia le había dado esperanzas falsas de un romance que no podría ser, además desde que conocí a Helena, ha estado en mis pensamientos constantemente y debía averiguar porque.

Mi madre entró, cerrando la puerta tras de sí.

-¿Me puedes explicar que sucedió con Iris? No soy tonta, pero debo recordarte, que tenemos visitas. ¿ No te habrás atrevido a?

-¡Madre!- la interrumpí- ¡No es lo que piensas! Solo debía aclarar las cosas y ponerle un punto final. – dije convencido.

-Te lo advertí, esa muchacha se estaba tomando muchas libertades, incluso alardeaba de que haría cualquier cosa para ser la próxima Duquesa.- dijo mi madre enfadada.

-Madre,… ni siquiera estoy buscando esposa, ¿crees que algo asi hubiera sido posible?- enarcando una ceja.

-Tienes razón, pero en algún momento deberás considerarlo…lo de una esposa. Aunque en realidad venía a decirte que nos acompañes a tomar el té, los Condes deben regresar temprano, parece que se avecina una tormenta y ya sabes como se pone el camino.- dijo mientras se retiraba

-Si los acompaño en un momento.

Me acomodé la ropa y me dirigí a la sala donde estaban todos, incluso Helena que lucia diferente, su cabello brillaba, peinado en una trenza, llevaba un vestido celeste cielo con encajes blancos que lo adornaban como pequeñas nubes, al verla no pude evitar elogiarla.

-Se ve usted espléndida, Señorita.- besando su mano y aspirando su fresco aroma floral

-Le agradezco la amabilidad, pero luego de mi accidente, me veía terrible, y por supuesto que Alice es la responsable de que ahora luzca un poco mejor, aunque él malestar continúe.- dijo sonriendo

-De ser así, podemos llevar el té a la habitación, para que descanse y la acompañamos allí.-sugerí

-No es necesario, necesito levantarme aunque sea por un rato.-

-Será como usted lo prefiera.-

-¿Su Excelencia, me disculpa?- dijo Alice- Quería hacerle un pedido.

-Por supuesto, señora Alice, dígame-

-Usted tiene un jardín muy bonito, muy variado y quería pedirle si puedo cortar algunas flores para alegrar la estadía de mi niña aquí, poniendo algunas flores que ella  ama tanto en la habitación.- dijo

-Por supuesto, escoja todas las que quiera.-dije sonriendo

-Gracias excelencia.-

Miraba a todos, mientras compartíamos las delicias que preparó la Señora Claus para acompañar el té de la tarde, por un rato observaba, la delicadeza con la que se desenvolvía mi invitada, me seducía la forma en que saboreaba el dulce de sus labios mientras comía una galleta, sonrojándose al descubrir que era observada silenciosamente por mi y al tiempo que le sonreía de lado.

Sus padres se fueron antes del atardecer, llegó la tormenta y ella leía sentada junto a la chimenea, no había querido subir nuevamente luego de la cena, observé que se veía cansada, mi madre se fue a descansar y ella se levantó despacio, para subir las interminables escaleras, que en otra situación no hubieran sido problema alguno, de inmediato me puse de pie, me acerque y la levanté entre mis brazos, lo que la tomó desprevenida, aferrándose con firmeza a mi cuello, para no caer.

Al llegar arriba me pidió, casi en un susurro que la bajara, y al hacerlo sentí su pecho rozando el mío, sus manos continuaban aferradas a mi cuello, acercando mi rostro al suyo, tan cerca que podría haberme apoderado de su boca, al notar nuestra peligrosa cercanía se alejo, buscando la ayuda de Alice, que nos observaba en silencio.

LA SOMBRA DE UN AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora