CAPITULO LV

937 63 17
                                    

Era una calurosa mañana de verano, me había costado mucho tiempo lograr conciliar el sueño en la noche, ya estaba a punto de dar a luz, este era mi cuarto parto y mi quinto hijo, era una casa llena de niños, corriendo por todos lados, risas pero algunas peleas también, la verdad que ser madre de cuatro varones era agotador, me estaba levantando cuando tuve un fuerte dolor, de inmediato supe que había llegado el momento, me giré y desperté rápidamente a William
-¡Amor! ¡Amor!¡William!-
-¿Qué sucede?- dijo confundido
-Llama al doctor, el bebé ya viene.-
De un salto se vistió y corrió para que lo trajeran lo antes posible, mientras yo trataba de calmar mi respiración, cuando William volvió, ya estaba más nervioso que yo, siempre era así, como si fuera la primera vez.
Por supuesto que estábamos otra vez con la ansiedad de recibir a un nuevo hijo, pero esta vez ya contaba con mucha experiencia en esta situación, también sentía que esta vez era diferente, yo estaba muy tranquila y así todo transcurrió con calma, la que me era imposible poderle pasar a William, él se ponía muy tenso, pero cuando el doctor tuvo en sus brazos a mi bebé, nos miró y dijo
-¡Es una niña! - dijo con entusiasmo
Nos miramos y en los ojos de William vi su emoción, el deseaba una niña, se acercó a recibirla e inmediatamente la besó en la frente
-¡Bienvenida princesa! - la devoción en su mirada era increíble
-Creo que ahora ya no soy la mujer más importante en tu vida.- le dije
-No mi amor, tu eres mi reina, la mujer de mi vida, y ella es mi niñita, mi pequeña.
El tiempo pasaba muy rápido, nuestros hijos crecían sanos y alegres, Robert ya tenía 10 años, Alexander 9, Sebastian 6, Christopher 3 y la pequeña Isabella con casi un año, era costumbre familiar pasar los domingos a orillas de aquel río que fue testigo de nuestros encuentros, toda la familia, incluso Joseph, Rose sus niños Andrew, Ana y Claire, pero cuando venían mis padres, mis hermanos con sus esposas y mis sobrinos, esto era una gran fiesta y una vez al mes hacíamos un gran día de campo con todos nuestros arrendatarios, con mucha comida, juegos y baile, aquello ya se había vuelto una tradición en nuestra región y por supuesto era una manera de agradecerles lo mucho que hacían para que nuestro Ducado prospere.
Mientras todos se divertían en el río, nosotros estábamos a la sombra de nuestro gran árbol, observando el hermoso cuadro.
-¿Sabes? Aquí esta todo lo que me hace feliz- dijo William rodeandome con sus brazos.- Mis hijos, mi madre, mis amigos, mi familia, mis tierras y sobretodo tú, el amor de mi vida. -se inclino y beso mis labios con la misma pasión de siempre, sin importar quien pudiera vernos.
-Te amo- dije al separarme lentamente de sus besos-¿Cuánto tenemos para agradecer? ¡Mire Milord cuanta felicidad nos rodea!- dije.
-Hoy puedo decir que mi vida está colmada de luz y amor. Gracias por ser la gran culpable de tanta felicidad.
El atardecer comenzó a teñir, con sus rojizos colores todo a su paso, ver a nuestros hijos felices en este lugar, riendo, corriendo rodeados de amor, de naturaleza, sin otra obligación que divertirse, pero lo más maravilloso era que nosotros teníamos la dicha de disfrutar de todo aquello juntos, juntos para siempre.


FIN

######################################
Gracias por dedicar su tiempo a esta historia, mi primer historia, les agradezco de todo corazón, solo un favor les voy a pedir, si les gustó dejen su voto y un comentario.
En el caso de que no haya sido de su agrado, acepto las críticas constructivas y siempre con respeto.
Muchas gracias.

LA SOMBRA DE UN AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora