CAPITULO XIX

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Tenía toda la intención de hacerlo sufrir,  aunque yo no fuera su gran amor, pretendía que al menos tuviera que esforzarse para conquistarme, además era la única manera en la que podría ver cuanto le interesaba captar mi atención. Por ahora, sus flores llegaban todos los días sin falta, pero eso era sencillo, aunque me encantaba ver que pertenecían a su jardín, pero su último regalo me sorprendió, no se como lo supo, pero consiguió unos libros que quería hace ya un tiempo, y recordó el nombre que le di el primer día que nos vimos, solo nosotros sabíamos lo que significa Emily, para los dos.
Me enviaba pequeñas misivas, contando sus actividades, el trabajo con sus arrendatarios, los proyectos, comencé a contestarle, yo también le contaba sobre mis días en la ciudad, lo mucho que extrañaba el disfrutar del viento en mis mejillas al cabalgar, leer bajo la sombra de los árboles, y poco a poco, nuestras conversaciones eran cada vez más íntimas prometiendonos un pronto encuentro. Las visitas de Lord Carter, eran dos veces a la semana, pero su presencia no me llenaba de entusiasmo, como si lo hacían las cartas de William que llegaban cada dos o tres días.
Era sábado, y me preparaba para el baile de antifaz de la Señora Wilson, era un baile muy esperado por todos, para muchos era un juego de seducción, ocultarse con aires de misterio y quizás poder conquistar a alguna que otra joven, en fin para mí era mi primer baile de éste tipo y me gustaba la idea de participar de uno, para esta ocasión compré un vestido violeta, bordado con pequeños cristales violetas, dispuestos en el escote formando una guirnalda de pequeñas flores y en la falda como si fueran gotas de lluvia, con guantes del mismo color, una gargantilla de brillantes, los aretes y el brazalete haciendo juego,  mientras que en el cabello recogido delicadamente en un tocado con flores y piedras que coronaban un hermoso atuendo, mi madre me consiguió un antifaz con plumas y piedras, que combinaba con mi vestuario, mis labios con un rojo carmín, todo era perfecto y estaba lista para aquella noche.
Al llegar con mi familia, todos en la fiesta llevaban máscaras o antifaz, algunos eran muy elaborados, otros extravagantes y algunos que otros preferían la sobriedad y elegancia. Al entrar a este hermoso salón decorado con candelabros, cristales, flores, plumas, en el centro estaba la orquesta tocando, todos ellos también tenían antifaz, en una esquina habia todo tipo de bocadillos dulces y salados para la degustación de  los presentes una gran cantidad de bebidas para refrescarse luego de tanto bailar, para mi todo era nuevo y solo me desplazaba por el salón del brazo de mi hermano Gregory, un par de caballeros se acercaban para pedirme un baile, acepté bailar con uno más alto que yo, de cabellos dorados, a través de su antifaz podía ver unos ojos muy verdes, pero en el fondo, esperaba a mi caballero con ojos de mar, aunque  sabia que no podía venir,  había viajado y no llegaría a tiempo, así es que decidí divertirme igual, baile con dos jóvenes más, su conversación era un tanto monótona, hasta un tanto aburrido escuchar que sólo hablaban de lo maravillosos que eran, me tomé un descanso y me acerqué a mi hermano para que me rescatara del último joven que no hacía más que hablar de todas sus posesiones, cuando un hombre muy apuesto se paro junto a mi en silencio, para servirse un trago se veía muy interesante con un atuendo negro, donde su camisa blanca, era la única prenda clara que resaltaba, sentí su mirada sobre mi y luego escuché
-La dama está excepcionalmente, hermosa esta noche y veo que varios caballeros han disfrutado de su compañía- su voz cerca de mi oído hizo que mi cuerpo reaccionará, erizándome la piel al reconocerlo- ¿será que me podría conceder aunque sea un baile?
-Creo que puedo, si no estoy muy ocupada o cansada- dije en tono de broma
-Pues si me da una oportunidad, le aseguro que no querrá bailar con nadie más.
-¿Ah no?- dije desafiándolo- ¿Porqué lo cree?
-Porque creo que no podré alejarla de mi el resto de la noche- susurro
-Entonces estoy dispuesta a correr el riesgo.
Me llevó a la pista, frente a frente sus ojos estaban puestos en mi, se acercó, su mano rozaba provocativamente la piel de mi espalda, acortando la distancia entre ambos cuerpos, y podía sentir como mi pulso se aceleraba con su cercanía, por su sonrisa noté que sabía como disfrutaba de su contacto y por eso su mirada azul profundo iba desde mis ojos hasta mis labios, haciendo que me sonrojara, sólo pensaba en mis deseos por besarlo otra vez, seguramente no me resistiría, ya no quería resistirme.
-¿Pensé que su Excelencia no podría venir? - dije para iniciar la conversación. 
-¿Esta molesta? Porque creí que sería bueno sorprenderla, aunque por un momento pensé que no podría llegar. Aunque mis deseos de verla y estar cerca suyo, fueron más fuertes.
-No era necesario que postergara sus obligaciones, por estar aquí en un simple baile.
-Para mi era importante, necesitaba verla otra vez, y permítame decirle que esta noche, no dejaré que otro hombre se acerque… Sólo te quiero para mi- susurro en mi oído y mi corazón parecía que se me saldría del pecho.
-¿Seguro? Tal vez quiera bailar con otra Señorita, hay muchas y muy atractivas.
-Ninguna que despierte en mi este deseo que me nubla la razón, y podrán ser atractivas, pero sólo eres tu con quien quiero estar.
Sus palabras me llenaban de felicidad, era lo que en mi corazón siempre había querido, solo ser yo la que ocupe sus pensamientos, que desee estar cerca de mi, y ser deseada por él, después de escribirnos tantas cosas, confiarnos tantos sentimientos, había logrado quizás conquistar su corazón.
Toda la noche sus miradas eran mías, se atrevió a susurrarme algunos de sus deseos, que en vez de molestarme, me estremecían con solo imaginarme siendo la que reciba sus besos y caricias. Creo que después de esta noche, ningún otro podría competir para conquistarme, estaba segura que lo quería sólo a él.
Al día siguiente recibí su visita en casa, nos permitieron pasear por el jardín, con la supervisión de nuestras madres, pero nos daban privacidad para nuestras charlas que cada vez, estaban más plagadas de seducción, a veces solo con el roce de su mano por mi espalda, mi cuerpo se estremecía y mi curiosidad por lo que ellas generaban en mi, me llevaba a pensar más allá y en algunas oportunidades, como si lo supiera, solía recordarme como deseaba tenerme en sus brazos, saborear mis labios y enseñarme lo más hermoso del amor.
Con los días me era más fácil rechazar las invitaciones de Lord Carter y esperar ansiosa mi reencuentro con William, este fin de semana vinimos a nuestra casa de campo y como de costumbre, por la mañana salí a cabalgar con mi yegua, llegando al borde del arroyo, en el fondo esperando encontrarme con él casualmente. Mientras Afrodita descansaba y pastaba, yo me sentaba en la hierba a leer y esperar que tal vez el pase por ahí haciendo sus recorridos, había pasado un buen rato y  en mi distracción, no escuché los pasos entre los árboles, pero tras de mi llegó caminando, solo para sorprenderme, como lo hacía habitualmente, de inmediato y por un impulso me levanté y lo abracé muy fuerte colgándome de su cuello y obviamente mi reacción lo sorprendió, pero el correspondió mi abrazo y antes de separarnos, tomó mi rostro en sus manos, con sus ojos fijos en los míos luchando por contener el impulso.
-No me mires así, estoy conteniendo las ganas…
-¿Las ganas…de que?- dije acercando mis manos a su pecho, sabiendo que con esa actitud, estaba llegando al límite de lo permitido, pero en éste momento no me importaba nada más que lo que sentía por él y en un momento sus brazos rodeaban mi cintura, mis manos tomaban su rostro acercándolo a mi para besar sus labios y sin darme cuenta estábamos fundidos en un apasionado beso, sus labios comenzaron a recorrer mi cuello, su respiración se agitaba y me acercaba cada vez mas contra su cuerpo, al punto de no querer que parara, sus manos me recorrían deseosas de explorar y al sentir que tocaba mi piel bajo la falda, un gemido se escapó de mi y en ese instante se apartó.
-Esto no debe ser así.
-Pero lo deseo …
-Y crees que yo no… es muy difícil para mi estar cerca de ti, te deseo con locura, y eso… me asusta, porque no quiero cometer una locura, quiero hacer las cosas bien, eres mi ángel que calma toda la locura en mi, y a la vez me torturas en las noches solitarias, donde te pienso como nadie. No se en que momento te metiste en mi mente  ablandando este duro corazón que estaba tan lastimado.
-¿Es cierto lo que dices?- el asombro por sus palabras, me habían dejado sin palabras a mi.
-Porque crees que te escribo, busco tu compañía que me llena de calma, vivo con la ilusión de verte y ser el único que disfrute de tu sonrisa, de tu alegría, endulzar mis oídos con tu voz. Por eso es muy difícil contener todos mis impulsos cuando estoy contigo.- acercándose volvió a besarme, pero esta vez, fue diferente, sus caricias eran delicadas y un beso lleno de dulzura que me hizo sentir en las nubes, quería permanecer entre sus brazos, sintiendo el calor de su cuerpo pegado al mío, bebiendo el néctar de sus labios.
Me quedé un rato, rodeada por sus brazos, cerca de su corazón, bajo la sombra de un árbol, como único testigo de lo que surgió entre los dos, hasta que nos dimos cuenta que si seguía demorando en volver, enviarían por mi, muy a mi pesar monté a Afrodita y volví a la casa.

LA SOMBRA DE UN AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora