🐨 𝙆𝙖𝙥𝙞𝙩𝙚𝙡 ୭➛ •43•

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Durante la noche habían preparado sus maletas, ya era hora de regresar a Guatemala.

El chapín dijo desear poder quedarse unos días más, pero también tendrían una junta mañana, por lo tanto irían a la junta, luego irían a su casita. Dos viajes agotadores, definitivamente agotadores.

Alemania: Come más.―

Sentados en el aeropuerto esperando el avión exclusivo para ellos, Alemania le daba de comer a Guatemala, con sus delgados y blancos dedos elevaba el cubierto con trozos de carne y un par de pequeñas hojas de lechuga.

Guatemala: Que rico.― Dijo masticando, muy pocos modales pero a Alemania no le importó en lo más mínimo.

Alemania: ¿Si?, asegúrate de masticar bien.

Sus suaves ojos miraban las piernas de Guate balancearse suavemente mientras masticaba alegremente, su corazón irradiaba cariño y el chico enfrente suyo irradiaba ternura.

De pronto los ojos de su omega lo observaron durante unos segundos, ah, Alemania pudo sentirse refrescado cuando Guate lo miró, sin importar cuánto tiempo estuvieran juntos, sin importar nada, siempre que recibía una mirada de su alma gemela, era como recibir un trago de agua en el desierto.

Guatemala:  Warum isst du nicht? [ ¿Por qué tú no comes? ]. 
Alemania: No tengo hambre. ― Respondió con voz baja y bastante cariñosa.

Guatemala:  Tenés que comer.― Lo reprendió con la mirada.  Tomó el cubierto de las mano de Ale y picó con las puntas un trozo de carne.― Decí: "ahh".

Alemania lo miró durante unos segundos, bastante avergonzado en su interior, aún así permitiendo cumplir el capricho de Guatemala, abrió la boca levemente dejando que el otro lo alimentara tranquilamente.

El chapín sopló una risita divertida al ver el color rojizo en las puntas de las orejas ajenas. Alemania se miraba tan atractivo, como un ser celestial siendo consentido por un vil humano que lo mantenía preso en su mano, alimentándolo con sucia corrupción que empalagaba al inocente ser, llenándolo de ambición por más, por obtener más de ese malvado humano.

Guatemala siguió dándole de comer y llevándose bocados a su propia boca de vez en cuando, sin importar las miradas curiosas de alrededor, más que curiosas eran enternecidas.

Aunque aquí no importaba si un hombre estaba con otro hombre, no todos los días se miraba a un alfa con una mirada tan fría y un aura tan aterradora e intimidante, ser alimentado por un dulce chico que aún balanceaba sus piernas mientras comía.

Los dos parecían como si fueran hombres a los que se les puede ver pero no tocar, como modelos preciosos de cristal que se pueden romper con cualquier simple toque, ambos eran tan hermosos como una tarde de verano con colores vivos y cálidos.

Finalmente al menos unas horas después ya estaban en el avión privado, soñolientos y cansados, desanimados al saber que aún faltaban unas cuantas horas para llegar.

Guatemala:  Ale, ¿Anton va a regresar a su hogar?, creo que aún cuida de Marlon.― Preguntó, curioso, hace días que no miraba a Anton.

Alemania hizo un sonidito pensativo, luego alzó levemente sus hombros.

Alemania: No lo sé, el trabajo ya está hecho, el pago también, es decisión suya si se va o no. ―

Guatemala: ¡Uhh!, que frío.― Frunció sus cejas y miró a Ale.― ¿No lo conoces desde hace tiempo?

Alemania asintió. De echo Anton había llegado a él cuando aún el beta era un adolescente con mofletes un poco notorios.

CEREZOS DE PRIMAVERA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora