CEREZOS DE PRIMAVERA.

🦁 𝙆𝙖𝙥𝙞𝙩𝙚𝙡 ୭➛ •37•

Eterna Primavera se asombraba un poco más con cada paso que daba, el lugar era simplemente hermoso, incluso la palabra se quedaba corta. Sus pasos eran ligeros, con prisa para poder observar todo lo que pudiese, detrás de él teniendo que apresurar su caminar, Alemania lo seguía mientras una suave sonrisa estaba naciente en sus labios, sus ojos suaves observaban la espalda de su amante. Lo miraba revolotear de un lado a otro mirando los árboles y las plantas, preguntando cosas a las personas que pasaban junto a ellos.

Guatemala llevaba entre sus manos una cámara fotográfica, tomaba una foto cada vez que se detenía a ver una flor que llamase su atención. Alemania esperaba pacientemente a que Guate encontrara el ángulo y finalmente cuando había sacado la foto empezaban a caminar otra vez.

Guatemala: ¡Peonías de nieve! ― Señaló.

Alemania: Mn.

Guatemala: ¡Orquídeas! ― Señaló de nuevo.

Alemania: Mn.

Guatemala: ¡Ese árbol tiene cincuenta años! ― Sus ojos redondos por la sorpresa miraban la columna de cemento con una placa de metal encima donde se tallaron los detalles del viejo árbol.

Alemania: Ha pasado mucho tiempo. ― Se acercó a Guatemala y le entregó la botella con agua que llevaba consigo desde un inicio. Amablemente sonrió y besó la mejilla del omega. ― No corras demasiado.

El chapín tranquilamente dejó que Alemania acariciara suavemente su vientre, haciendo pequeños círculos con cariño, la otra mano de la potencia estaba sobre su espalda, Guate sentía las pequeñas olas cálidas de energía pasar a su cuerpo, haciéndole sentir como si estuviese en su lugar seguro.

El omega elevó la cámara y rápidamente sacó una fotografía, varias de echo, Alemania estaba aturdido pero aún así sonrió torpemente para las fotografías.

Pronto, como solo habían comido algo ligero y algunas golosinas de camino al parque Guatemala empezaba a tener hambre, después de todo, también come por dos.

Guatemala: ¿A donde vamos?― Preguntó entrelazando sus dedos con los de Ale.

Alemania: El parque tiene una casa de té.― Informó.― Aún falta ver el jardín japonés. ― Guate se emocionó y abrió la boca rápidamente pero así de rápido Ale lo silenció.― Después de comer. Ven, te va a gustar.

Alemania no estaba para nada equivocado, la mandíbula de Guatemala cayó hasta el suelo, se pegó a Ale y abrazó su brazo mientras le susurraba un montón de cosas sobre lo lindo del lugar.

Era parecido a una cabaña, pero no lo era, el estilo japonés reinaba en el lugar. Las puertas corredizas estaban abiertas de par en par, permitiendo la entrada a los visitantes.

Los pasillos dentro del lugar estaban estúpidamente limpios, Guatemala y Alemania se adentraron al lugar y observaron un bonito árbol de cerezos en medio de cuatro pasillos que se conectaban, rodeando el árbol.

Sin siquiera darse cuenta, Alemania empezó a caminar paulatinamente hasta que se detuvo finalmente. Sus cariñosos ojos observaban el árbol con un sentimiento que Guatemala no pudo identificar.

Desde el punto de vista de Guatemala el perfil de Alemania era perfecto, la luz del sol entraba por el techo descubierto en el medio, para darle espacio y luz al árbol, y las ramas florecientes del árbol dividían la luz en hilos que iluminaban el lugar. Alemania era iluminado con ellos también.