CEREZOS DE PRIMAVERA.

ཫ꒪◖🌿◗𝙆𝙖𝙥𝙞𝙩𝙚𝙡 〉•〔17〕

Alemania caminaba tranquilamente con una expresión neutra, sus ojos fijos en el frente y su cabeza en alto. Un caminar digno de aquella potencia, o eso creía él.

A los lados, a sus espaldas, en el frente, podía sentir aquellos ojos juzgones que lo observaban traspasando su cuerpo. Sus miradas hostiles y sus bocas torcidas en unas muecas de desagrado o molestia.

Su sensible y aguda audición podía alcanzar a escuchar claramente aquellos comentarios que rebotaban en el escudo que llevaba sobre él, ¿de verdad no le afectaban?, ¿el escudo era lo suficientemente efectivo como para protegerlo de aquellas opiniones tan bizarras sobre su pasado y sobre su presente?.

―No lo veas tanto. Recuerda lo que hizo.― Un beta habla mientras Ale espera el ascensor.― Es un maldito monstruo, ¿por qué no está muerto?, ¡asesinó a tantos inocentes!.―

El ex nazi suspira y baja la vista hasta sus zapatos, observando de paso sus manos echas puños, puños apretados y dolientes.

―Cállate, va a escucharte.― Una voz femenina parece responder pero aunque haya mandado a callar a su compañero, ella vuelve a hablar con molestia.― No puedo creer que ahora esté así como si nada. Onu debió fusilarlo, ¡estoy segura que hasta Onu piensa eso, y no solo él!, ese hombre no merece la vida ni el perdón de nadie.―

La sensación de vacío en su estómago y pecho lo aturde. Carraspea suavemente temiendo que aquello podría malinterpretarse y asuste a aquellos humanos. Junta sus cejas con molestia y entrecierra los ojos maldiciendo que el ascensor aún venga por el piso número dos, estaban en el cincuenta.

―Me enteré que intentó abusar de algunos omegas.― Ella vuelve a hablar.― Es tan asqueroso, encima es un alfa, ¿sabes el miedo que me daría ser omega y estar junto a él?.― Chilla por lo bajo asustada la chica.

―Ni que lo digas, no solo las y los omegas, seguro no repara castas ni género.― Escupe con odio.― Ese hombre no merece estar donde está, es solo escoria. ¿Crees que los demás países no lo odian?, especialmente Rusia, ese nazi es un maldito traidor.―

Alemania pasa saliva sintiendo su corazón empezar a palpitar con fuerza al escuchar aquella forma en que lo llamaron, estaba molesto y asustado, no se había sentido así desde hace mucho.

Eran mentiras, ¡todo aquello era mentira!, jamás intentaría abusar de ninguna persona, jamás haría algo así, jamás le pondría un dedo encima a un omega con malas intenciones. Antes prefería que le cortaran los brazos.

Parpadea rápidamente al verse con ganas de empezar a soltar lágrimas, era verdad que Rusia y él estaban tan distanciados, no eran ni volverán a hacer ni siquiera cercanos, ¡pero no fué solo su culpa!, las cosas si bien habían pasado como se saben no solo eran eso, había mucho detrás de todo y nadie lo sabía, solo lo apuntaban con el dedo porque querían porque no se daban el tiempo de informarse más sobre los echos.

―¿Quién mierda va a querer estar con un asesino violador?.― La voz sale incluso burlona.

Ale abre sus ojos con fuerza y sin poder soportarlo más camina rápidamente a la puerta alejada con escaleras pintadas en la madera de ésta. Rápidamente empieza a bajar por aquellos escalones sin darse cuenta de que las cálidas gotas se deslizaban por sus mejillas y llegaban a su mentón juntándose para caer finalmente con brusquedad al suelo.

Se detiene y se deja caer de sentón quitándose los lentes dejándolos a un lado suyo para empezar a limpiar sus ojos. No sería de ayuda pues por cada lágrima secada brotaban otras cuatro.

Se sentía tan pequeño, un alfa tan pequeño.

No debió venir a ésta junta, especialmente hoy que tenía tantas cosas en la cabeza, desde temprano, no había sido un buen día.