ཫ꒪◖🌵◗𝙆𝙖𝙥𝙞𝙩𝙚𝙡 〉•〔12〕

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Sus pasos eran apresurados, su respiración era agitada e irregular, sus ojos se movían de un lado a otro intentando buscar un lugar donde esconderse, una casa con luces encendidas a las cuales tocar puerta para pedir ayuda, pero no había nada. Nadie estaba en la calle de aquella solitaria avenida.

Ella lloraba sintiendo las plantas de sus pies doler, las piedras se enterraban en la dura piel de sus carcañales, corría y corría pero no encontraba ayuda. Los gritos no le salían, se sentía mareada y supo entonces que el peor error que pudo cometer esa tarde fué ir a aquella fiesta.

Las feromonas ácidas llenaban el callejón donde ella había entrado y dejaba un rastro oloroso detrás de la chica.

Los tres hombres que iban detrás de ella rieron al unísono. Cada uno armado, el calibre treinta y ocho en sus manos amenazaba con arrebatarle la vida.

―¡Que muñeca tan escurridiza!.― Uno de ellos dijo mirando a sus compañeros. Ella tembló mientras se empujaba contra la pared al final del callejón. No había escapatoria.

―Maldita puta, ¡hiciste que corriéramos!.― Uno de ellos le apunta con el arma.

―Porfavor, porfavor déjenme en paz.― Entre sollozos fuertes ella pide.

El que no había dicho palabra alguna solo niega suavemente y se acerca, ella logra apreciar el pasamontañas que lleva puesto, los ojos azules del chico la observan con lástima. Entonces lo último que ella escucha es al chico pidiendo que porfavor no se resista.

El líquido que le inyecta en el cuello hace efecto al segundo, y ella, ella queda inconciente.

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Guatemala: ¡Mgh!.― El joven se levanta de golpe manoteando al aire mientras respira agitadamente.

A su lado Israel adormilado enciende la lámpara de noche, lo mira y eleva una ceja, con ojos entrecerrados y baba deslizándose por su barbilla.

Israel: ¿Qué pasó?.― Pregunta jalando la camisa de algodón de su amigo haciendo que volviese a recostarse.― ¿Pesadilla?.―

El chapín asiente dejándose abrazar por su mejor amigo, suelta un largo suspiro y sonríe, Israel está soltando feromonas dulces y de un olor suave a roble, el aroma de Israel siempre lo ha logrado calmar.

Guatemala: Soñé que me seguía un pepino con pies.― Dice asustado.― junto con una cebolla con manos pero un mango iba a salvarme.

Isra frunce las cejas y luego cierra levemente los ojos, solo Guatemala podría tener aquellas extrañas pesadillas, ríe entre dientes y niega mientras acaricia las suaves pero enredadas hebras del omega contrario.

Israel: Fué solo una pesadilla. Quizá sea señal de que debes comer más verduras.― Le dice divertido. El chico se remueve entre sus brazos hasta que se acomoda para quedar frente a frente.

Guatemala: ¿Crees que algo malo va a pasar?.― Pregunta un poco dudoso.

El israelí mueve sus hombros mientras hace una mueca con los labios, un gesto de no saber que responder. Pero aún así apreta suavemente la mejilla de su compañero.

Israel: No lo creo. Son las cuatro de la mañana, duerme, mañana tienes que ir a trabajar.― Él pega sus cejas y luego gruñe suavemente.― soné como una esposa.

Guatemala suelta una pequeña carcajada asintiendo levemente. Deja de reír y pide disculpas por haber despertado a su amigo. Mientras lo escucha roncar suavemente a los dos minutos observa el techo, que pesadilla más rara.

CEREZOS DE PRIMAVERA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora