Capítulo 6 (parte 5)

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Me quedo callada. Joder, estoy desnuda. No hay manera de salir de aquí sin que atisbe algo. Hace unas horas estaba completamente desnuda delante de él y la maldita timidez vuelve a aparecer.

Siento su erección en la zona bajo de mi espalda. ¿Va a follarme en la ducha? Intento taparme, pero me aparta las manos a los costados. Esto es una tontería, ni siquiera me ve.

—Una chica tímida puede llegar a ser muy explosiva, ¿lo sabes verdad?— susurra detrás de mi oreja. —Tú eres el claro ejemplo, me la pones muy dura. ¿La sientes? — me muerde el lóbulo y yo tengo que apoyar las manos en la pared.

Noto como el placer crece dentro de mi, inundándome. Separa mis piernas dejándome expuesta. Sus manos separan mis nalgas y su polla se pierde entre ellas. La restriega arriba y abajo. Muevo las cadenas, pero me las sujeta, inmovilizándome. No tengo escapatoria, ya no.

Respira entrecortadamente detrás de mi oreja, y sus gemidos van directos a mi ya creciente clítoris. Y en un descuido me incrusta su polla en el fondo de mi coño. Nos quedamos quietos, intentando contener un gemido que se escapa temeroso. Vuelvo a intentar mover las caderas, pero un fuerte tirón de mis pezones hace que me pare.

—Estate quieta de una jodida vez. —sisea de tal manera que los pelos se me ponen de punta.

No tenía ni la más mínima idea de que me gustase que me tratasen así, como una zorra. Quién me lo hubiera dicho.

Sale completamente de dentro de mí y se vuelve a adentrar hasta el fondo. Y así una y otra vez. Dejándome al borde del orgasmo. Tan cerca, pero tan lejos al mismo tiempo. Se separa de mí y yo gimo de frustración. Como consecuencia recibo un azote en la nalga derecha. Joder, escuece.

Me gira y nos aparta del chorro caliente del agua. Ahora mismo estoy ardiendo por dentro. Necesito que me folle rápido, es una necesidad superior a mí. Me empuja contra la pared y me observa atentamente. Aparto la mirada avergonzada de mi desnudez.

Se arrodilla a mis pies y tengo la sensación de correrme. Esta vez no hace falta que haga nada, separo mis piernas y mi coño queda abierto ante él. Me devuelve una sonrisa perversa como recompensa.

Cierro los ojos cuando su boca atrapa mi clítoris, chupándolo sin piedad. Me agarro a su cabeza, tirándole del pelo. Él gime como repuesta. Le gusta duro. Y creo que a mi también me gustaría eso.

Su lengua recorre mi coño de arriba abajo, robándome suspiros a su paso. Aprieto su cabeza hacía mí, no tengo suficiente, quiero todo de él. Tira de mi clítoris y me siento desfallecer. Se aleja de mí y se tumba en el suelo de la ducha. ¿Qué está haciendo?

—Quiero que pongas tu jodido coño encima de mi cara.

¿Qué? Me quedo parada por un momento, sin saber que hacer. Respiro hondo. Quiero hacerlo.

Me pongo a cuatro patas y gateo hacia él. Por el camino mi boca se encuentra con su polla. Mi lengua la recorre lentamente, sin prisas. Su polla pide saliva. Escupo encima de su capullo y restriego por el pulgar la saliva. Ver como intenta contener un gemido hace que me sienta poderosa. Se la pongo muy dura. Paso la lengua alrededor de su capullo, saboreando sus fluidos y mi saliva. La meto en mi boca y chupo con fuerza, mientras con mi mano derecha lo masturbo.

Me agarra el pelo y impulsa sus caderas para metérmela más adentro. Quiero sentirle en el fondo de mi garganta. En lo más profundo de mi ser. Nunca tendré suficiente de él.

De una estocada lo tengo en el fondo de mi garganta, mi nariz choca en su piel. Me mantiene en esa posición por unos segundos interminables, las aletas de mi nariz se mueven sin control, buscando aire.

Me saca de su boca y yo escupo sobre su vientre, me pongo roja. No era mi intención.

Arquea una ceja mirándome.

—Límpialo. — susurra y por la mirada que me lanza más vale que me de prisa.

Me acerco temerosa hasta su vientre. ¿Cómo voy a limpiar eso? Es asqueroso. Le miro con ojos de cordero degollado, no quiero hacerlo.

—¿Te da asco, Alba? Sé una buena zorrita y límpialo ya. No me hagas repetírtelo de nuevo. — gruñe.

Vale, tu puedes hacerlo Alba. Absorbo mi escupitajo y casi sin querer me pongo cachonda.

—¿Te has puesto más cachonda? ¿Te gusta ser una niña mala? ¿Romper las reglas? ¿Por qué no pones ese jodido coño en mi cara? No me hagas esperar, preciosa. — susurra tan lentamente que mis pezones se endurecen tanto hasta el punto de doler.

Me arrodillo sobre su cara, la expectación por sentir su boca me está matando. Desde esta posición sé que será mucho más placentero. Veo como sale flujo de mi coño, impactándole en los labios. Me tapo la boca con la mano sorprendida, estoy chorreando. Se pasa el pulgar por los labios relamiéndose. Sin darme cuenta me agarra de las caderas y me dirige hasta su boca. Su lengua sale a la caza de más fluidos. Me folla el coño con su lengua, introduciéndola dentro de mi. Me revuelvo desesperada. Chupa con fuerza, dejándome sin aliento. Me duele la garganta de tanto gemir.

No paran de salir fluidos sin control , y él lo bebe gustoso, como si fuera su manjar favorito.

Su lengua se apodera de mi clítoris y lo tortura sin piedad. Lo muerde. Lame. Succiona. Estoy a punto, y él sabe. Introduce dos dedos dentro de mi al mismo tiempo que castiga mi clítoris. Una bola se empieza a tomar dentro de mi vientre, voy a estallar. Y sucede, un orgasmo me atraviesa nublándome la vista por unos momentos. No tengo fuerzas.

Christian me levanta de su cara y me me sienta sobre su regazo. Apoyo la cabeza sobre su pecho, adormilada. Menudo orgasmo me acaba de proporcionar. Noto como respira agitadamente. Su respiración se hace cada vez más irregular. Levanto los ojos hacia su cara y veo que tiene la mandíbula apretada. ¿Se está masturbando?

Bajo la vista y veo como su mano se mueve sin control por su enorme falo.

—Quiero tu puta boca en mi polla ya.— grita dejándome con la boca abierta.

No me lo pienso dos segundos y corro hasta tener su polla en mi boca. La chupo fuerte, metiéndomela al fondo de la garganta. La saco poco a poco de mi boca, mientras le acaricio los huevos.

—Abre la boca, zorra.

Abro la boca, sacando la lengua. Quiero probar su corrida. Quiero ser su niña mala.

Un primer chorro impacta en la comisura de mis labios y corro a recogerla con mi lengua. Su corrida está deliciosa, quiero más. Los siguientes chorros van directos a mi boca, y me los trago con gusto. Un último chorro impacta en mi pecho izquierdo, y corro a recogerlo con mi dedo índice.

Lo llevo a mi boca chupándomelo con intensidad, mientras le miro a los ojos. Me encanta que se haya corrido gracias a mi.

Se sienta y me agarra de la cintura para que no me caiga de su regazo. Acerca su boca a la mía y nos devoramos como animales. Nuestras bocas no se sacian, quieren más y más. Y nuestras lenguas mantienen un tango de lo más apasionado. Nos separamos respirando con dificultad. Me agarro a su cuello mientras recuesto la cabeza en su pecho.

—Quiero ir a París.

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