Capítulo 14

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Saca los pantalones vaqueros y los coloca con sumo mimo en el sillón. Contemplo con descaro su perfecto culo prieto. Se pone unos bóxer grises de Calvin Klein y yo gimo cuando se da la vuelta. Sobre los calzoncillos se marca una enorme erección de caballo.

Mis mejillas se vuelven a teñir de rosa. No puedo evitarlo. Ellos hacen que me sienta como una niña pequeña entre sus brazos.

Se vuelve a tumbar de nuevo a mi lado y coloca una camiseta gris en mi dirección. Le miro para saber si quiere que me la ponga pero mantiene su mirada fija en el techo. Me levanto y desabrocho los corchetes del bodie y me lo quito despacio por la cabeza. No me hace falta mirar para saber que Christian me clava su mirada en mi desnudez. Mis pezones se ponen erectos, tanto que duelen.

Tiro el bodie a la otra punta de la habitación y me tumbo de nuevo en la misma posición. Le miro sonriendo dulcemente y Christian bufa por lo bajo enfadado.

—¿Puedes taparte, por favor? —exclama pasándose una mano por encima del bóxer.

—Por mucho que trates de ocultar esa erección, es imposible. Estás demasiado empalmado por tu niña.—digo melosa pasándome la lengua por los labios.

Se pasa una mano por la cara exhausto y yo reprimo un gemido.

¿Qué es lo que está pasando?

Me levanto despacio de la cama bajo su atenta mirada y me dirijo al cajón de donde quitó los bóxer. Me sorprendo al ver tantísimos calzoncillos y después de rebuscar encuentro unos calzoncillos exactamente iguales a los de él. Pongo el culo en pompa hacia Christian y me subo los calzoncillos lentamente sintiendo como un gruñido procede a mis espaldas.

Cierro el cajón y vuelvo a gatas a la cama.

Christian no puedo evitar morderse el labio y yo me pongo la camiseta gris viendo como hace un pequeño mohín con los labios. ¿No quería que me vistiera? Pues así es como él me quería.

—¿Por qué eres tan bipolar?— exclamo con el entrecejo arrugado.

—¿Por qué te has vestido?— dice confuso.—Vamos, cielo. Quítate esa camiseta horrible y déjame disfrutar de tus preciosos pechos.—exclama mordiéndose el labio inferior.

Me contengo de llevarme las manos al pelo y tirarme de el como una loca. ¿Me está preguntando eso en serio? Me está volviendo majareta. Esto ya no son meras alucinaciones mías. Ahora mismo no me tiene cegada por el placer.

—Christian, eres tan confuso.—me paso una mano por la frente.— Nunca sé con qué Christian me voy a enfrentar.—digo débilmente confusa.

Podría aguantar esto, pero no sé por cuanto tiempo. Necesito que me cuente que es lo que ocurre. Se mantiene callado durante un largo rato y yo me mantengo expectante por la ansiada respuesta que tanto necesito oír.

—La respuesta es sí.—exclama cruzándose de brazos.—Y ahora siéntate encima mía porque necesito hundirme en lo más profundo de tu dulce coño.—dice con voz dura y mis mejillas arden.

Joder. No ha tardado ni cinco segundos en conseguir que me vuelva a poner cachonda. Eso no es para nada justo. Eso no es jugar limpio. No sabiendo que mi cuerpo no se puede resistir a ellos y sus envolventes palabras.

Christian pulsa unos botones en un pequeño mando de la mesilla y de pronto la estancia se ve inundada por la sensual melodía de Why'd You Only Call Me When You're High de Arctic Monkeys.

Miro a Christian furiosa y siento como el calor vuelve a mi cuerpo. Jodidas canciones con ritmo sensual que hacen que me suba por las paredes como una gata en celo.

Mi PerdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora