Capítulo 8 (parte 6)

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—Mark, joder. No me toques más los cojones. Sabes que nunca le haría ningún daño. —dice mirándome directamente a los ojos, y los pelos de mis brazos se ponen de punta. Está realmente enfadado. Cuelga la llamada sin despedirse y tira el móvil de cualquier manera sobre la mesita de café.

¿Por qué mi hermano le llama a él y no a mi? Es conmigo con quien tendría que estar enfadado, no con él. ¿Qué le habrá dicho mi hermano para poner tan furioso a Christian? No llevamos ni dos horas en París y no hemos hecho más que discutir. Y yo lo he hecho con los dos por separado. No me esperaba que el viaje fuera así.

Christian sigue mirando fijamente un punto fijo en la mesa y yo intento pensar que decir intentando no enfadarle más. Creo que está al borde de un ataque. No le faltará mucho para liberar a la bestia, y no me refiero a la que habita entre sus piernas. Y entonces la idea es fácil. Muy sencilla.

—Pensé que te morías por arrancarme el tanga de encaje. —exclamo mirándome sin importancia las uñas y por el rabillo de los ojos veo como la expresión de Christian va cambiando hasta que finalmente esta se convierte en una sonrisa de lado.

—Estaba enfado.— dice sonriente.

—Ya no lo estás.

—Ahora que lo pienso no he podido apreciar como te queda el tanga en el culo.—dice mirándome con ojos juguetones.

—Tampoco hace falta que lo veas.— digo asegurándome que mi culo está lo suficientemente alejado de sus manos.

—Es una pena que James esté enfadado, si no ahora mismo estaríamos follándote contra esa estantería. Y créeme, se muere por hacértelo ahí.—dice señalando la estantería en la que había estado cotilleando unos momento antes. Trato de ignorar lo que me ha dicho, pero en mi mente ya he recreado la imagen. Y sé que no será nada en comparación con lo que James me hará.

—¿Por que no me follas tu? —digo inocentemente. No me puedo creer que esa pregunta haya salido de mi boca.

—Estamos en "The Royalty", y eso significa que sólo follaremos entre los tres. Puedes follarte a James esta noche, le ayudará a que se le pase el mal humor mucho mejor. Sé que tu sabrías como hacerlo.— Me sonrojo de nuevo. Christian se acerca hasta mis mejillas y me toca sobre la rojez.— Estás sumamente adorable con las mejillas sonrojadas. Cada vez que digo algo erótico tus mejillas se encienden más y más. Estoy seguro de que tu cuerpo está igual. —Presiona sus labios sobre los míos durante unos segundos y después se aleja.

—Mañana tendremos que levantarnos temprano, unas estilistas vendrán a traer algunos modelos para que te pongas esta semana. Si no te gustan podemos ir a comprar algo con lo que te sientas más cómoda.— me informa bajo mi atenta mirada.

—Christian no es necesario. Yo misma puedo comprarme la ropa. No hace falta que os toméis tantas molestias en mi.

Es la verdad. Nunca me había gustado que las personas me regalaran algo sin darles nada a cambio. En mi vida tenia muy claro que prefería dar a recibir. Nunca había sido una interesada. Me encanta hacer regalos y sobre todo en la época navideña, pero que me hicieran regalos era algo que no me apasionaba.

—Sólo queremos que no te tengas que preocupar de esos detalles. Además me han pasado la foto de algunos looks que han escogido para ti, y me sentiría decepcionado si no te viera con ellos puestos. Estarías realmente sensual en ellos.

Su voz se tiñe de placer, y yo intento hacerme la desentendida.

—¿Eso quiere decir que mis looks normales son una birria?— exclamo con una pizca de indignación fingida.

Mi PerdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora