Capítulo 4 (parte 2)

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Dejo caer los shorts al suelo y con un pie los aparto de en medio. Dos prendas más.

Me observa detenidamente mientras se muerde el labio. No me puedo creer que esté delante de James solo con un conjunto de encaje blanco que no deja nada a la imaginación. Estoy segura de que mi cuerpo estará rojo por todas partes debido al calor.

Levanta una ceja arrogantemente instándome a que siga desnudándome. Vale. Es ahora o nunca. Cuando estoy a punto de hacerlo veo algo en su mirada que me detiene. Con su mano derecha me indica que me ponga de espaldas a él.

Me giro lentamente y me encuentro con las perfectas vistas de Londres. Noto lo presencia de James detrás mía. El aire se vuelve demasiado espeso. Coloca sus manos, que hasta hace un momento agarraban su polla, en mis caderas. En mi vientre inmediatamente se desata un cosquilleo muy electrizante. Sus manos suben lentamente por mi estómago hasta posarlas sobre mis pechos. Me aprieta contra su espalda mientras me amasa los pechos. Tira fuertemente de mis pezones hasta tal punto que es doloroso pero a la vez excitante.

Mi respiración es cada vez más audible. Un grito se escapa de mi garganta cuando me da un pequeño mordisco en el cuello. Sus manos, su boca y su polla dura contra mi culo me están haciendo perder el control como nunca. Mi excitación se podría oler a kilómetros.

Aparta las manos de mis pechos y me desabrocha el sujetador al mismo tiempo que me da tiernos besos en el cuello. Ya solo queda una prenda.

Me besa lentamente la espalda y cuando me quiero dar de cuenta está arrodillado detrás de mí. Sus manos agarran mis caderas con demasiada fuerza y me da otro suave mordisco en el trasero. Estoy demasiado caliente, en cualquier minuto voy arder literalmente con que esto siga así.

Sus dos manos me acarician el culo con demasiado cariño. Entonces siento un fuerte tirón y encuentro las bragas hechas añicos en el suelo. ¡Joder! ¿Me acaba de romper las bragas? Oficialmente estoy desnuda.

-Ahora sé una niña buena y apoyándote en el banco de la ventana pon el culo en pompa.

¿Que haga qué? ¡Me cago en la puta!

—James...

— Ahora.

Es un maldito arrogante pero una estúpida vocecita en mi mente me dice que me encanta que sea así. Me da una palmada en la nalga derecha y trato de contener el grito sin éxito.

Camino con calma hasta el banco y me recuesto de tal manera que mis pechos quedan aplastados en el banco y mi culo en pompa. Es una posición demasiado incómoda y no creo que aguante mucho tiempo así.

Alzo la vista hacia delante y me quedo petrificada. Si a alguna de las personas del edificio de enfrente se les ocurre observar la preciosa noche de Londres se darán cuenta de que una chica está desnuda.

Me intento levantar pero la mano de James me detiene.

—Tranquila. — me susurra al oído y su voz va directa a mi clítoris.

Se vuelve a arrodillar y me separa las piernas de tal manera que mi coño está completamente abierto para él. Noto mis fluidos resbalar entre mis piernas y las vergüenza me vuelve a invadir por completo.

Un gemido monumental se escapa de entre mis labios al sentir un lengüentazo de James a lo largo de mi coño.

Ahora mismo no me importa que se haya follado a miles de mujeres, ya que gracias a eso es todo un experto dándome placer.

Su dedo pulgar de dirige a mi clítoris y lo frota con destreza. Cada vez me cuesta más respirar con facilidad.

Mis gemidos y su lengua es lo único que se escucha en toda la habitación. Nunca había sentido tanto placer en toda mi vida. Entre el morbo de ser descubiertos y el placer de su lengua girando en mi clítoris me corro como nunca. Mis ojos se nublan y miles de fuegos artificiales explotan en mi vientre. Me cuesta mantenerme en pie. Los fluidos bajan rápidamente por mis piernas hasta llegar al suelo. No tenía ni idea que fuera posible mojarse tanto.

—No se te ocurra moverte, preciosa. — dice besándome en la comisura de los labios.

Tengo las piernas agarrotadas de estar tanto tiempo en esta posición pero sé que si me muevo se enfadará bastante y no quiero que el James juguetón desaparezca.

Pasan los segundos, ¿o minutos?, y nada ocurre. Entonces es cuando escucho la respiración sobresaltada de James y giro la cabeza todo lo posible tratando de no moverme de la posición que me indicó anteriormente. Por el rabillo del ojo observo a James masturbándose como un loco. Su mano derecha sube y baja muy rápido y ver esa escena provoca un nuevo hormigueo en mi estómago.

—Estoy a punto, nena. —ruge de manera primitiva.

Veo que se vuelve a levantar y dirijo la mirada hacia afuera. Coloca su polla entre los pliegues de mi coño y la empieza a restregar lentamente. Pone su pecho sobre mi espalda y me besa lentamente el cuello.

— Estoy deseando follarme ese dulce coñito. —susurra de manera tan erótica en mi oído que estoy lista para correrme otra vez.

Nuestros gemidos mezclados son de lo más excitante. Me muerde en el lóbulo y en menos de cinco minutos consigue que me vuelva correr. Ese es el efecto James Hudson.

—Arrodíllate.

Estoy tan cansada que no dudo ni por un momento en hacerlo. El culo y las piernas me duelen mil demonios.

Su polla está a menos de dos centímetros de mi cara y por instinto me dirijo hacia ella pero James se aleja y me indica con su mirada que no. ¿Por qué no me deja chupársela?

—Abre esa dulce boquita. —Por un momento me quedo parada mirando su polla embobada. —¡YA! —Grita mirándome encolerizado.

Le obedezco y al instante de una estocada me clava la polla hasta la garganta. Casi no puedo respirar y siento arcadas. Me la saca lentamente de la boca y noto nuestros fluidos mezclados.

Me agarra la cabeza y me empieza a follar suavemente la boca. Se muerde el labio y sé que ha llegado la hora. Me da una última estocada y se corre en mi boca. Se le escapa un fuerte gruñido y yo me trago su corrida como una niña buena.

Unos segundos después James se guarda la polla en los calzoncillos y se abrocha el cinturón. Me levanta del suelo y me coge en brazos. Aparta las sábanas de la cama y me recuesta sobre ella. Me tapa con cuidado y me da un tierno beso en los labios.

—Descansa, preciosa.

Y eso es lo último que escucho antes de que un sueño profundo me envuelva.

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