Sus palabras surten efecto en mí. ¿Dentro de un año? Dentro de un año tendré veinticuatro, y sigo sin pareja. Toda mi vida pensé que a esta edad ya estaría casada y haciendo planes para concebir a un niño. Cada año que pasaba era lo mismo que el anterior y nada cambiaba. Estaba cansada de intentar buscar a un hombre perfecto, la idea de inseminación artificial cada vez se hacía más presente en mi mente. No quería llegar a los treinta sin tener ningún niño. No me importaba estar sola, no necesitaba que ningún hombre cuidara de mí, era una mujer fuerte e independiente; aunque conociéndome sé que con el paso de los años habría echado de menos estar al lado de alguien.
Mark y Olivia se adentran en la casa acompañados por los niños. Beatrice me observa con expresión triste, y yo no puedo hacer otra cosa que encogerme de hombros.
Rompo los centímetros que nos separan y le doy un fuerte abrazo estrujándola mientras le doy besitos por toda la cara.
—Te he echado de menos, Alba — susurra al mismo tiempo que sus ojos se empiezan a empañar.
Las dos éramos tal para cual, llorábamos por cualquier cosa. Yo era la ferviente prueba de ello puesto que lloraba como una magdalena viendo los reality shows más absurdos.
—Y yo a ti. —susurro. — ¿Has visto mi conjunto de hoy? — digo para lograr que su expresión cambie por una más alegre.
Llevaba un vestido marrón con muchos flecos, que recordaba a la época hippie, de la diseñadora Alberta Ferretti, con unas sandalias a juego con el vestido. Mi sobrina cuando me había visto con el vestido había pasado un buen rato jugando con los flecos.
—Estás realmente preciosa, cariño. — dice enseñándome las enormes perlas que tiene por dientes. —Me encanta esta nueva sexy Alba. —me guiña un ojo y las dos caminamos hacia el interior de la casa abrazadas.
El día pasa volando entre risas, cuando estás pasando un gran día con tu familia te olvidas completamente del tiempo. Jugamos a juegos de mesa como niños pequeños, y estar rodeada por mis seres queridos, no tenía precio.
—¡¡Alba!! — El chillido de mi sobrina Alba me despierta de mis pensamientos sobre el día de ayer. —Ven a la piscina a bañarte conmigo. — dice mientras salpica con sus manitas agua.
—Dentro de un rato me baño contigo, te lo prometo. —digo mientras levanto el dedo meñique.
Me mira con expresión enfadada y me da la espalda para seguir jugando con su pelota hinchable. Hasta enfadada su expresión era muy adorable, me la comería a besos.
Me coloco las gafas de sol y dejo que los rayos de sol penetren mis poros. Sin los ruidos de la ciudad me encuentro realmente relajada, solo se escucha el canto de los pájaros que vuelan tranquilamente entre los árboles.
Mis padres y mi hermano se encuentran sentados alrededor de una mesa jugando a las cartas, y yo como siempre no juego porque no sé jugar, y siendo sincera las cartas me parecían el juego más aburrido de todo el mundo. Eran muy poco los juegos de mesa los que me interesaban.
Por primera vez en todo el fin de semana dejo que mi mente se adentre a los recuerdos de lo ocurrido el viernes por la noche. Mi corazón se acelera de pronto solo de pensar en lo que podría haber pasado si Mark no me llegara a llamar. ¿Hubiera tenido una orgía con ellos?, ¿o no? Nunca se me había pasado por la cabeza hacer algo así con nadie. En todos los libros eróticos que había leído en ninguno hacían semejante cosa, y que me propusieran eso me ponía nerviosa.
¿Es que yo era la única que pensaba con la razón? ¿La única que sabría que a partir de eso todo sería realmente incómodo entre todos? La duda que rondaba mi mente era si entre ellos ya lo habían hecho, esa sincronización de Christian Y James no creo que fuera cosa del momento.
Nunca me hubiera imaginado que un beso a tres manos podría ser tan placentero.
—¡¡Alba!! — grita Alba mientras se tumba encima de mí.
Un escalofrío me recorre de pies a cabeza, está completamente mojada, y la estruendosa risa de mi hermano me indica que él fue el principal genio de esta hazaña.
—¡¡Alba me has mojado entera!! — intento parecer enfadada pero me empiezo a reír y ella aprovecha mi distracción para escurrirme el agua de su pelo en la cara.
—Ahora puedes venir a bañarte, no tienes excusa. —dice sentándose encima de mis piernas de una manera graciosa.
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Mi Perdición
RomanceCuando lo vi supe que sería mi perdición. Era el hombre que cientos de escritoras describían en sus libros y era mucho mejor de lo que me imaginaba. ¿Sabéis cual es la parte más increíble? Es escritor y acaba de publicar un LIBRO ERÓTICO. ¿Lo peor...