La famosa lluvia de Londres me despierta al día siguiente. El cielo es de un color grisáceo y estoy segura que dentro de unas horas una gran tormenta descargará sobre la ciudad. En frente de mi cama hay un acogedor banco en la ventana llamándome a gritos para que me acerque a leer un buen libro. Casi todas las mañanas esa era mi rutina. Me sentaba en el banco a leer, mientras observaba el exterior a mis pies; cientos de personas corriendo de un lugar a otro para llegar a sus trabajos a tiempo.
Pero esta mañana descarto esa idea de inmediato. Me apoyo en el respaldo de la cama y no puedo evitar que mis pensamientos se dirijan a la noche anterior. Cuando había llegado a casa, corrí directamente hasta mi dormitorio y me metí en la cama. De repente solté todas las lágrimas que trate de contener durante la cena. Ver a mis dos amigas tan felices, me había hecho sentir un tremendo vació en el estómago. Tenían a los mejores novios que las amaban con locura y en la vida laboral les iba de maravilla.
Fue entonces cuando me di cuenta de que yo también deseaba eso. Quería sentirme amada, quería que al volver a casa de un duro día de trabajo, un hombre me recibiera con un cálido beso en los labios y me mimará. Después de terminar la universidad en junio, decidí tomarme un año sabático, pero ahora esa idea no me resultaba para nada atractiva. Ya estábamos a Noviembre y seguía sin saber que quería hacer con mi vida. Ningún trabajo me llamaba la atención y estaba cansada de que mis abuelos me mantuvieran.
Cuando mi madre murió, yo apenas tenía cinco meses; por lo que mis abuelos se hicieron cargo de mí. Mi padre cuando se enteró del embarazo de mi madre, desapareció de la faz de la tierra. Nunca me interesó saber quién era. Para mí estaba muerto.
Mis abuelos son como los padres que nunca tuve. A decir verdad, les llamo papá y mamá; no los cambiaría por nadie. Siempre me han mimado demasiado, igual que mi tío Mark. Somos una familia pequeña, pero nos amamos incondicionalmente.
Por mi vigésimo tercer cumpleaños, en julio, decidieron regalarme un apartamento en Airlington Street, St Jame's. No quise saber el precio que les había costado, pero por lo que me habían dicho mis amigas, los veinte millones estaban asegurados. No lo ponía en duda, ya que, al lado de mi edifico estaba el Hotel Ritz; esa antigua obra arquitectónica que nunca me cansaba de admirar a través de la ventana.
Por aquel entonces Emily estaba buscando piso y le pedí que se mudara conmigo. El apartamento era demasiado grande para mí, y para ser sinceros, la idea de vivir sola me aterrorizaba. Al principio se negó por completo, ya que sabía que no le iba a cobrar ningún tipo de alquiler, pero al final se lo supliqué de rodillas y no tuvo más remido que aceptar. Por la semana no la veía muy a menudo; trabaja de becaria en una editorial, y cuando llegaba a casa estaba tan cansada que se iba directa a dormir. Los fines de semana veíamos películas y comíamos helado, y en algunas ocasiones hacíamos fiestas de pijamas con Lydia. La convivencia con ella era increíble, no tenía ninguna queja, excepto cuando Christian venía a nuestra casa.
Recuerdo una noche que estábamos los tres en el sofá. Ellos dos estaban tapados con una manta, y yo empezaba a notar demasiado movimiento debajo de esta, por lo que decidí irme a dormir. Veinte minutos más tarde, los jadeos de Emily se podían escuchar por toda la casa. Por lo menos uno de las dos estaba teniendo una gran noche.
Y ahora que ya no estaba conmigo, esta casa se hacía demasiado grande para mí. Tenía cuatro puñeteras habitaciones con sus respectivos cuartos de baño, y dos gigantescos salones. Sentía que el apartamento se me caía encima, me agobiaba vivir en un espacio tan grande yo sola. Pero no quería preocupar a mis abuelos, así que más me valía irme haciendo a la idea de la soledad.
Decido levantarme y me dirijo al baño para abrir el grifo de la bañera. Una vez que esta está llena, me meto. Al instante el agua caliente me relaja por completo todos los músculos de mi cuerpo. Al cerrar los ojos, el rostro de James aparece ante mí y un suspiro entrecortado se escapa de entre mis labios. Tenía la certeza de que todo él había sido esculpido por los griegos, centímetro a centímetro, y yo quería besar cada uno de ellos. No puedo evitar ruborizarme al recordar esa sonrisa torcida suya; todo el vello de mi cuerpo de pone de punta. Era la primera vez en mi vida que me sentía atraía por un hombre y la excitación que estaba teniendo lugar entre mis piernas, lo confirmaba.
Es el novio de tu amiga. ¿En qué coño estás pensando?» -maldije para mis adentros.
«Que fantasees con ese hombre no es ningún delito.» -susurró una voz dentro de mí.
Tenía que cancelar la comida con Emily y Erik. No estaba preparada para hablar de esto con ella, y prefería no hacerlo con su novio delante; sería demasiado vergonzoso. Tal vez podría mentirle e inventarme alguna excusa de porqué estaba tan rara ayer. Pero seamos honestos, mentir se me da de pena; siempre que lo intento acabo hablando demasiado rápido y pongo una estúpida voz aguda. Soy un desastre andante.
Salgo de la bañera y me envuelvo el cuerpo con una toalla. Cuando llego al dormitorio, voy directa al banco de la ventana y cojo mi nuevo iPhone para mandarle un mensaje a Emily. Odiaba este trasto con todo mi ser, pero hace una semana mi antiguo teléfono se murió sin previo aviso, y Lydia decidió comprarme uno nuevo. Estaba más que segura que solo lo hizo porque en el fondo odiaba mi otro teléfono y temía que me comprara otro igual.«Emily, ¿Podemos dejar la comida para otro día? No quiero hablar de esto en presencia de Chris.»
Su respuesta no tarda en llegar.
«Está bien. Pero quiero que a las tres tengas un delicioso té preparado para hablar de lo cachonda que te pone James.»
Mi amiga siempre era directa. No le gustaba andarse con rodeos. Para ella eran una pérdida de tiempo. Siempre desee ser como ella. Odiaba ser tan insegura de mí misma.
«Nos vemos en unas horas. Te Quiero.»
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Mi Perdición
RomanceCuando lo vi supe que sería mi perdición. Era el hombre que cientos de escritoras describían en sus libros y era mucho mejor de lo que me imaginaba. ¿Sabéis cual es la parte más increíble? Es escritor y acaba de publicar un LIBRO ERÓTICO. ¿Lo peor...