Joder. Joder. Joder.
Yo tengo las putas llaves del coche. Tengo las jodidas llaves de su jodido coche. Me sonrojo completamente y me llevo las manos a la cabeza. ¿En qué momento me hizo una coleta? Por instinto paso mis manos por el cuello y veo que el collar ha desaparecido.
Christian me mira descaradamente.
—Si.— susurro en bajito evitando su mirada.
—¿Sabes una cosa? He buscado por cada maldito rincón de esta casa y no aparecen. Sólo me queda revisar un lugar y hasta que lo haga no me iré.
Me mira de manera socarrona y yo trago saliva sabiendo perfectamente a lo que se refiere.
—No puedes.— exclamo de pronto pillándonos a ambos desprevenidos.
Christian se levanta de la cama y se quita la cazadora colocándola en el sillón. Las converse siguen el mismo proceso.
—Por supuesto que puedo.— exclama quitándose provocadoramente la camiseta blanca y dejándola encima de la chaqueta. No aparta la mirad de mí ni un segundo.
—Solo tengo dieciséis años.— exclamo mirándole asustada. Esto no está bien, no puede hacerlo.
—¿Te crees que no lo sé?— exclama apretando fuerte los puños.— Soy jodidamente consciente de ello. Debería sentirme asqueado por querer follarme a una simple cría de dieciséis años, pero no puedo. No puedo dejar de imaginarte suplicando por mi polla.— exclama fuera de si, como si ahora tuviera delante de él a una niña indefensa.
—Christian...— susurro sin saber que más decir. Me pone nerviosa tenerle cerca mío.
—Umm.— murmura cerrando los ojos.— No sabes lo jodidamente delicioso que suena mi nombre en tu dulce boquita. Tus palabras van directas a mi polla.— exclama abriendo los ojos mirándome fervientemente.
Se desabrocha los vaqueros y se los baja ante mi atenta mirada. Lo dobla con cuidado en el sillón y se vuelve en mi dirección. Por el rabillo del ojo observo su gloriosa erección y me pregunto en que momento le bajará. ¿Cuánto tiempo lleva en es estado?
—Christian...— susurro atragantándome con mis propias palabras.— yo nunca.. yo nunca..— soy incapaz de pronunciar esas palabras como si de verdad siguiera siendo virgen.
Se sienta en el resquicio de la cama y acerca su mano a mi mejilla acariciándola con cariño.
—Lo sé mi niña. Pero yo te trataré bien, no te haré daño.— exclama y yo me entristezco.
Esto no es mas que un simple juego para él, o por lo menos eso es lo que habría sido en aquel entonces. Necesito saber que es lo que me hubiera dicho para conseguir que me acostara con él.
—No quiero darte lo más preciado que tengo para que después te olvides de mí. Soy un simple capricho. Y lo quieres porque no lo puedes tener.— digo con una pizca de tristeza en mi voz.
Susurro con voz tan baja que no entiendo como es capaz de escucharme.
—Alba, no puedo prometerte amor para siempre. Pero te puedo asegurar que llevo alrededor de un año follándome a cientos de mujeres pensando en ti. No sé que es lo que tienes que me vuelve tan loco que no puedo evitar odiarte.— exclama tocando con su dedo pulgar mi labio inferior.— Déjame tenerte, aunque sea solo por una noche. Déjame demostrarte los placeres de estar con el diablo.— susurra sobre mis labios acercándose peligrosamente a mí.
En el momento que sus labios impactan sobre los míos me quedo quieta sin saber muy bien que hacer. Pronto me recupero del sock y le devuelvo el beso sensualmente sintiendo como nuestras salivas se mezclan.
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Mi Perdición
RomanceCuando lo vi supe que sería mi perdición. Era el hombre que cientos de escritoras describían en sus libros y era mucho mejor de lo que me imaginaba. ¿Sabéis cual es la parte más increíble? Es escritor y acaba de publicar un LIBRO ERÓTICO. ¿Lo peor...