Capítulo 4 (parte 3)

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La luz que entra a borbotones por la ventana me ciega momentáneamente por unos segundos. Cuando mis ojos se adaptan a la luz, una estúpida sonrisa se dibuja en mi rostro. Pensé que todo había sido un sueño húmedo, pero ver mis bragas rotas en el suelo, me demuestra que todo ha sucedido realmente.

Apartó las sábanas de golpe y un suave fresquito me recorre de los pies a la cabeza.

Me tapo la cara y empiezo a reír como una histérica. La última vez que me había acostado con alguien había sido con un novio de la universidad, y de eso hacía casi dos largos años. Mi novio siempre me había tratado con delicadeza cada vez que hacíamos el amor, era realmente dulce. Todo fueron flores y corazones hasta que decidimos que en nuestra relación faltaba algo, y ahora sé que era ese algo. Rudeza. Pasión.

Y ese algo me lo enseñó James anoche. No sabía que el sexo se podía sentir tan jodidamente bien con alguien. Su cabeza hacía atrás, sus ojos entrecerrados y su manera de gritar cuando se corrió por mí quedarán guardados a fuego en mi mente. Pensar en estos recuerdos sólo hace que un calor se extienda por todo mi cuerpo.

Recojo los jirones de bragas del suelo y hago un puchero al darme de cuenta que eran unas de mis favoritas. Es entones que caigo en la cuenta de que alrededor de las bragas hay más ropa, y eso solo puede significar una cosa. Bajo la vista por mi cuerpo y ahí está la prueba. Estoy completamente desnuda.

Corro como alma que lleva el diablo hacía el vestidor y una vez que estoy dentro un enorme suspiro sale entre mis labios. La sola idea de que algunos vecinos me hayan visto desnuda hace que me ruborice entera.

Y es entonces de repente cuando una luz se enciende en mi mente. Es esto lo que tanto tiempo había estado esperando. Nunca me había sentido tan decidida a escribir algo. Localizo por el rabillo del ojo el portátil encima de la mesa de mi habitación y me dirijo allí con decisión.

Una vez que lo tengo en las manos me siento en la cama y paso el edredón para tapar mis partes íntimas. Ahora mismo lo último que me importa en el mundo es que alguien pueda estar viendo mis senos.

Mis dedos se mueven sin control por el teclado intentando crear una apasionante historia. Miles de ideas se cruzan intentando ganarse un espacio en la pantalla.

El tiempo pasa entre mis dedos y no puedo dejarlo. Sin quererlo escribir se había convertido en un vicio, sólo llevaba unas pocas horas escribiendo y ya sabía que nunca podría dejarlo.

Mis dedos estaban bastante agarrotados y no podía escribir algo que tuviera mucho sentido. Una vez guardado el documento me sentí mucho más relajada. Es como si fuera una parte de mí, y después de poder liberarlo todo, un fuerte sentimiento de tranquilidad me invadió.

Al echar un vistazo hacía fuera me sorprendo bastante al ver que ya casi es de noche. Me había levantado alrededor de las once y no me podía creer que llevara más de seis horas escribiendo. El estómago me pedía a mil gritos comida. Seguir subsistiendo a base de agua no iba a ser posible.

Estiro las piernas y me masajeo las pantorrillas con suavidad tratando de suavizar el dolor de estar tanto tiempo en la misma posición.

Una vez dentro del baño enciendo el panel rectangular que está en la pared y presiono mí emisora favorita. El vapor se empieza a hacer presente en el cuarto y al entrar en la enorme ducha coloco las manos en la pared y dejo que el agua me moje por completo.

Se empieza a escuchar el ritmo de Movements y es inevitable que mis caderas no se muevan al mismo compás. Me enjabono el pelo y el cuerpo con mucho mimo intentando liberar cualquier rastro de lo que sucedió anoche. Me cuesta mucho esfuerzo desprenderme del olor de James, pero su olor es como una droga para mí y necesito eliminarlo.

Mi PerdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora