Llego tarde. Llego tarde. Llego tarde. Siempre la misma historia. ¿Por qué nunca llego temprano a ningún sitio? Desde que tengo uso de memoria esto se ha convertido en un hábito en mí y no hay manera posible en el mundo de solucionarlo. El móvil está sonando otra vez. Había quedado para tomar algo con mis amigas y por entretenerme leyendo un libro no había sido consciente de lo tarde que era hasta que vi que el reloj marcaba las cuatro de la tarde.
Mi amiga Lydia nos iba a presentar a su nuevo novio, cosa bastante rara, ya que lo suyo no eran las relaciones largas y Emily y yo nos preguntábamos que tenía este hombre de especial. Aunque no era muy difícil de adivinar puesto que llevaban más de un mes juntos, y por lo que nos contaba nuestra amiga por teléfono, (ya que estaban casi todo el día en la cama), era un dios del sexo.
Estaba muy feliz por ella porque por fin había asentado la cabeza y se había olvidado de sus ligues de cada noche. ¡No quiero saber la cantidad exacta de cuántos hombres han pasado por su cama! ¡Estoy segura de que me daría un ataque al corazón! Pero es mi amiga y la quiero a pesar de sus pequeños defectos; nadie en este mundo es perfecto.
Bajo rápidamente las escaleras y nada más abrir la puerta del edificio el aire frío me congela por completo. Me apresuro hasta la entrada del restaurante The Woiseley que está a unos pasos de donde vivo, lo que era un alivio. Un hombre me abre la puerta amablemente y se lo agradezco con una enorme sonrisa.
Entre el bullicio de voces, la inconfundible voz de Lydia llamándome se escucha por todo el restaurante, y yo no puedo hacer otra cosa que morirme de vergüenza. Alzo la vista para ver donde se encuentran y me encamino hasta la mesa, intentando parecer lo más inocente posible.
—Chicas, siento mucho haber llegado tarde, es que....
—¡Ni te molestes lo más mínimo en inventarte una excusa, Alba Johnson! Vives justo encima de este restaurante. Seguro que estabas leyendo un libro erótico y ni te has dado cuenta de la hora que era—. De todas mis amigas, era la que mejor me conocía ya que habíamos vivido juntas, hasta que su novio le pidió que se mudara con él. Sigo odiando a Erik por habérmela robado, pero llevaban más de 2 años saliendo y habían decidido dar por fin el siguiente paso en su relación.
—Vale, me has pillado. Sí, estaba leyendo un libro erótico. ¿Quieres que te describa alguna postura?— Digo intentando parecer segura de mí misma, alzando una ceja. Aunque sabía que eso era algo que nunca haría ya que era demasiado vergonzosa.
—¡No sabes cuánto me alegro de que leas tantos libros eróticos! Lees lo suficiente por todas nosotras. Deberías hacernos un resumen de varias escenas de tus libros para ponerlas en práctica, ¿verdad, James?— Lydia como siempre tan interesada por todo lo que tuviera que ver con el sexo.
Espera un momento. ¿James?
Y entonces es cuando nuestras miradas se cruzan y sé que será mi perdición. Es el hombre que cientos de escritoras describen en sus libros y es mucho mejor de lo que me imaginaba. Ahora entendía porqué Lydia le llamaba dios del sexo; todos los poros de su cuerpo desprendían sensualidad. Lo que más me llama la atención son sus intensos ojos azules y ese pelo rizo alborotado. Bajo un poco más la vista y soy consciente de que lleva un traje azul marino sin corbata. El cuello de la camisa está desabrochado y deja entrever unos centímetros de su piel.
¡Santo Dios! Es el hombre de mis sueños. Ahora sí que estoy perdida.
Me reprendo a mí misma por estar pensando de esa manera en él. No era momento para dejar volar mi imaginación. Nada bueno podría salir de eso.
—Creo que no nos han presentado debidamente. Soy James Hudson. —Dice con una sonrisa, que estoy segura de que ha robado más de un suspiro. Tiene una voz profunda y ya se ha convertido en el sonido que más me gusta de este mundo. Sólo quiero escucharlo hablar.
—Encantada de conocerte. Soy Alba Johnson. —Estoy segura de que estoy roja como un tomate pero en mí es algo normal, creo que me sonrojo por deporte. —¿Puedes hacer el favor de olvidar que leo libros eróticos?
Me observa atentamente durante unos segundos, y yo no puedo hacer otra cosa que sentirme pequeña bajo su mirada. Entonces empieza a cercarse hasta a mí, quedándose solo a cinco centímetros. Mi corazón va a mil por hora, y con que no se aparte pronto creo que ese ataque de corazón va a llegar antes de lo esperado.
—¿Te cuento un secreto?— susurra de una manera tan locamente sensual que no puede evitar morderme los labios, para contener el suspiro que por poco se me escapa. —Soy escritor de novela erótica. Hace unas semanas publicaron mi nuevo libro. Me gustaría que lo leyeras para saber tu opinión. Lydia me ha dicho que amas la lectura más que a nada en este mundo.— Y entonces se aleja y mi cuerpo ya le echa de menos.
¡La madre que me parió! ¡Escritor de novela erótica! ¡Necesito tener ese libro en mis manos ya!
En mi mente ya estaba planeando ir a la librería al día siguiente para poder comprar ese libro. Quería saber lo que en su mente. Nunca había leído un libro erótico escrito por un hombre y ya estaba excitada solo de imaginarme leyéndolo. Esto se ponía interesante.
—Será un placer. — digo intentando sonar lo más tranquila posible. Por dentro estoy echa un manojo de nervios.
—¡Tengo el novio más perfecto de todo el mundo! — Dice Lydia con una sonrisa enorme en su cara, mirándole con adoración.
Está clarísimo que los dos están enamorados. Sólo con mirarles se notaba de sobra, y yo me siento bastante culpable por desear al novio de mi amiga.
—Alba, ¿te encuentras bien? —susurra Emily en mi oído para que nadie más la escuche.
—Sí —susurro.—No te preocupes por mí. —Y para que se lo crea de verdad le dirijo una dulce sonrisa. Pero al final sólo consigo hacer una mueca.
—Hablaremos de esto mañana. ¡No me he creído esa estúpida sonrisa! ¡Buen intento! Pero te conozco de sobra. —Dice señalándome con su dedo índice y yo no puede hacer otra cosa que soltar una carcajada.
—¡No os imagináis cuánto os he echado de menos! —dice Lydia levantándose para abrazarnos a Emily y a mí.— ¡Os amo chicas!
Tras varias horas riéndonos como creo que no lo habíamos hecho hace mucho, decidimos despedirnos. Emily y yo hicimos planes para el próximo día para comer con su novio Christian. Lydia tenía que ponerse al día con el trabajo, por lo que el fin de semana quedaríamos para cenar.
Cuando James me abraza para despedirse, me doy cuenta de que entre sus brazos me siento segura. Es como estar en casa.
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Siempre respondo 🖤
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Mi Perdición
RomanceCuando lo vi supe que sería mi perdición. Era el hombre que cientos de escritoras describían en sus libros y era mucho mejor de lo que me imaginaba. ¿Sabéis cual es la parte más increíble? Es escritor y acaba de publicar un LIBRO ERÓTICO. ¿Lo peor...